La Academia Sueca, institución que otorga el Nobel de Literatura, dio el jueves un primer paso para resolver la grave crisis interna provocada por un escándalo de filtraciones y supuestos abusos sexuales con la renuncia de su figura más visible, Sara Danius, y de Katarina Frostenson, en el centro de la polémica.
Danius, que aparte del cargo de secretaria permanente abandona su asiento, no quiso revelar si su salida se produjo después de una votación, que otro académico había anunciado ya la noche anterior, que se podía producir en la reunión semanal de la institución, que duró tres horas, el doble de lo habitual.
"No puedo entrar en eso, es confidencial. Es la voluntad de la Academia y la acepto. Me habría gustado seguir, pero hay otras cosas que hacer en la vida", dijo Danius.
El director de la Academia, Anders Olsson, confirmó tras la reunión que Frostenson había decidido su salida "con la esperanza de que la Academia Sueca sobreviva como institución" y aseguró que no se ha discutido quién puede suceder a Danius en el cargo.
"Creo que todos entendimos la gravedad de la situación en la que nos encontramos. Nos vimos obligados a hacer un compromiso, dar un paso atrás. Quienes apoyaban a Frostenson retrocedieron y ella aceptó dejar su puesto. La crisis de confianza quisimos solucionarla también con la salida de Danius", afirmó Olsson.
Más renuncias
Las dos renuncias de este jueves se unen a las del viernes de otros tres académicos -Klas Östergren, Kjell Espmark y Peter Englund-, que aludieron de forma indirecta al caso que afecta al dramaturgo francés Jean-Claude Arnault, vinculado a la academia y esposo de Frostenson.
Con las últimas cinco salidas, solo 11 de los 18 asientos de la academia están ocupados, ya que dos autoras boicotean a la institución por otros motivos desde hace años, lo que según los estatutos de la institución no permitiría elegir a nuevos miembros.
La renuncia al asiento es, no obstante, una decisión simbólica, ya que la elección es de por vida, aunque se puede optar por no participar ni en sus actividades ni en sus votaciones.
El rey Carlos XVI Gustavo, protector de la institución fundada en 1786 por Gustavo III, informó hace unos días de que consideraría la necesidad de completar los estatutos "entre otras cosas en lo relacionado con el derecho a renunciar".
Fue en noviembre, en medio de la campaña de denuncias de abusos #Metoo (Yo también), cuando dieciocho mujeres destaparon de forma anónima en el diario Dagens Nyheter los supuestos abusos cometidos por Arnault en dependencias propiedad de la Academia Sueca.
Al estallar el caso, la academia cortó la relación privilegiada y encargó un informe externo, mientras varias mujeres interponían denuncias y la fiscalía abría una investigación, en medio de duras críticas del mundo cultural a la institución.
El informe reveló que Arnault había filtrado el ganador del Nobel en siete ocasiones, que Frostenson era copropietaria de la sociedad que controla el club literario "Forum" -dirigido por Arnault- y que podría haber irregularidades en la financiación recibida por esa organización de la Aademia, por lo que recomendaba una denuncia.
La mayoría de la academia frenó en una anterior reunión la expulsión de Frostenson -una medida que solo se ha aplicado una vez en la historia de la institución- promovida por los tres miembros que dejaron el cargo el viernes, que criticaron a sus colegas por "anteponer" motivos personales a su responsabilidad.
La polémica se vio avivada esta semana por un artículo en prensa del exsecretario y aún miembro Horace Engdahl, quien acusó a los tres miembros salientes de "malos perdedores" y calificó a su sucesora, Sara Danius, de la peor secretaria de la historia.
El primer ministro sueco, Stefan Löfven, había admitido hoy sentirse sorprendido por el "tono irreconciliable" de las discusiones e instado a la academia a recuperar la confianza y el respeto por una institución tan importante para Suecia.