“Y de pronto eres Ministro y haces lo que te da la gana. Ea”, escribía Màxim Huerta en 2013 en su cuenta de Twitter. Ahora sonreirá ante este giro argumental porque él entiende de relato. Esto es España: un golpe de efecto, una novela salvaje, una arritmia. Su nombre ha sido el último en caer en el lento goteo de la jornada, en la que han ido descubriéndose las carteras del Gobierno de Pedro Sánchez.
El nuevo ministro de Cultura arrastra una agitada trayectoria como periodista, escritor de éxito, columnista de este periódico, miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión y tertuliano de Ana Rosa Quintana. Es curioso el panorama. Recién sale del ministerio Íñigo Méndez de Vigo, barón de Claret, adepto a las tapas y a los dúplex de lujo en el Infantado, y justo entra Huerta, un civil al que el ciudadano medio puede encontrarse en Tipos Infames asistiendo a una presentación literaria. O bien en la red opinando sobre Belén Esteban. Es un "abajo los esnobs" en toda regla, un híbrido entre la biblioteca y la calle.
Huerta es la antítesis de Méndez de Vigo por varias razones: la primera -y más celebrable- es que es un político interesado en la cultura. Conoce sus sensibilidades, sus problemáticas, respira cerca de su gente. Muy probablemente, el nuevo ministro sí sabe que el verdadero nombre de Don Quijote es Alonso Quijano, esa respuesta en la que derrapó Méndez de Vigo, preguntado por este periódico, a propósito del IV centenario de Cervantes. Otra diferencia sustancial: Huerta ha manifestado en repetidas condiciones que es antitaurino: “No entiendo ese sufrimiento mezclado con aplausos”, sostuvo. También se ha referido como “brutos y estúpidos” a quienes participan en esa fiesta apelando “a la cultura”.
La problemática: Deportes y Toros
“No le pillo el punto a la mezcla entre la Diversión y la Muerte fusionadas en una coctelera que agita el embrujo de la fiesta popular. El sadismo de la muerte y los aplausos. La sangre y el vino. La crueldad y las risas. No, no lo pillo”.
Ha publicado fotos en las manifestaciones en contra del Toro de la Vega y ha tirado de las orejas a la clase política a la que ahora pertenece: “Los políticos echando balones fuera, sin actuar contra el maltrato porque andan aún debatiéndose entre la tradición y los votos”. Desde ayer, de su cartera depende la tauromaquia en este país y tendrá ocasión de intervenir. Por otra parte, cree que “lo físico” está “sobrevalorado” y asegura que “odia el deporte”, excepto cuando España se proclamó campeona del Mundo en el Mundial de Sudáfrica. En ese momento tuiteó: “Hoy es día de ganar y follar”.
La elección de Màxim Huerta como ministro de Cultura agradará al gran público porque es un producto de masas: el españolito medio no tiene que googlear su nombre. Su cara familiar entró por los televisores del país y abandonó el estrellato de la pequeña pantalla para centrarse en su autoría de best-sellers. Renunció al foco para entregarse a la letra.
Rostro popular (centrado en la literatura)
El ministro, que publica con la editorial Planeta y ganó el Premio Primavera 2014 con su cuarta novela, La noche soñada, sabe lo que es tragar carretera, soledad y viajes para llevar sus palabras lejos, en gira por toda España. Inició su trayectoria en la radio y en medios escritos de su Valencia natal. En 1997 salta a la televisión y en sólo dos años comienza a trabajar en Telecinco, presentando y editando el espacio de emisión autonómica de la cadena para la Comunidad Valenciana.
Un año después su proyección ya es estatal: se convierte en uno de los rostros de Informativos Telecinco y, cinco años más tarde, Ana Rosa le abre los brazos de su magacín, donde su popularidad aumenta como la espuma. Allí creció durante diez años, poniendo el foco en la crónica social, hasta que abandonó en 2015. No le sonroja esa etapa -“la auténtica basura no está en la televisión, sino en internet”, aseguró en una entrevista a JotDown- pero incluso en sus momentos de mayor boom siempre se etiquetó antes como “escritor” que como “presentador”.
Dice que lee mucho, desde niño. Quizá porque es hijo único. Cita a Lorca y a Almodóvar, pero su mentora especial es Ana María Matute: “Las aristas de sus universos coincidían con las de los míos”, explicó. El día de su nombramiento, lo primero que ha hecho ha sido acordarse de ella. De esa mujer menuda, brillante y llena de fantasía. Le ha dedicado a la fallecida académica su primera intervención en redes sociales. Una foto abrazándola y unas palabras: "La cultura nos hace más libres. Y más felices. Hoy me acuerdo de ti, maestra".