Jueves soleado a las faldas del Ministerio de Cultura: de repente parece que junio no era una falacia, que el verano será posible. A los españoles que aún creen en la cultura como identidad, como libertad y trinchera crítica -no como adorno, mitomanía ni entretenimiento-, se les va Méndez de Vigo. Con sus tapas, sus ausencias en los congresos de Patrimonio, sus dúplex en el Infantado. Con su título nobiliario y su espíritu hueco pero campechano. Nada de amarguras. Hay algo limpio y celebratorio en el aire. También una divertida extrañeza. Toma posesión de su cartera Màxim Huerta, el político best-seller, el golpe de efecto final del Gobierno de Pedro Sánchez: la cara más mediática del equipo, el hombre que secundó a Ana Rosa en sus mañanas y que frecuenta presentaciones literarias en Malasaña. Antitaurino, renegado del deporte, esclavo de la feroz hemeroteca de Twitter.
Ni un día desde su nombramiento y ya se excusa: “Sabéis que no lo practico y no solía seguirlo, pero pienso mimarlo y amarlo. El deporte también es educación y cultura. El deporte es respeto, superación, humildad, perseverancia… todo eso pienso ejercitarlo con tesón y esfuerzo. Gracias por los mensajes. Empezamos”, escribía esta mañana. A pesar de la pátina de alegría, la distensión no es completa: en las puertas del Ministerio se congregan los manifestantes, a cántico limpio, exigiendo “Cultura pública” a la hora de la toma de posesión de Huerta. “Defendamos el Teatro de la Zarzuela”, entonan, muy pegadizos. “La Zarzuela no se vende”, recuerdan las pancartas. “Arriba, vamos a luchar: cultura pública y de calidad”. Interpelan directamente al nuevo político: “Ministro Huerta, dale la vuelta”. “Está a tiempo”, me dice una de las trabajadoras que integran la reivindicación. “Pero también está en el tiempo de descuento. Es lo primero que debe hacer”.
Dentro del edificio, en la Sala de Columnas -quinta planta del Ministerio- hay lleno indiscutible. Dos caras importantes: la que fuera polémica ministra del PSOE, González-Sinde, y Mariano Barroso, presidente de la Academia de Cine. Barroso ha mostrado la predisposición de la institución a colaborar con el nuevo ministro de Cultura y Deporte y ha pedido "no ser arma arrojadiza ni moneda de cambio en la arena política".
"Somos nuestra Cultura"
Lámparas cristalinas de araña, cuadros de Juan Navarro Baldeweg, cortinas que huelen a naftalina. Méndez de Vigo estrecha la mano de Huerta y le sonríe: “Siempre estaré cuando lo necesites”. El recién estrenado líder lleva zapatos nuevos y esta mañana ya ha lanzado un primer símbolo feminista al referirse a su equipo como “Consejo de ministras y ministros”. Trajeado, recto y sin concesiones ni punkismos, es el mismo hombre que se calza un sombrero de paja en la Feria del Libro y sonríe a sus adeptos, pero no lo parece.
Muchos creen que lleva un libro en la mano, pero es una libreta ribeteada que reza “Hoja de ruta” en francés. “Gracias por la expectación de algunos compañeros. Ya me es familiar: gracias. Jugaremos a la suerte común para que nos vaya a todos mejor. Gracias al ministro por esos minutos en el despacho dándome sincera suerte. Agradezco todas las palabras. Todo lo que está en marcha intentaremos continuarlo para bien. Todas las cosas nuevas intentaremos crearlas con muchísima ilusión”, ha establecido.
Recuperar el Ministerio
“Estoy muy orgulloso de ser el ministro de Cultura y Deportes, orgulloso de formar parte del Gobierno de España pero mucho más de que este ministerio se recupere. De que vuelva a haber un ministerio de Cultura, porque la cultura nos representa, somos nosotros: el traje que nos hemos puesto, la película que hemos visto, la música que nos ha acompañado en el taxi, el museo al que hemos entrado y la fiesta y el aplauso en el campo de deportes al que hemos asistido”, esboza.
“Somos consecuencia del cuadro que nos impresionó. Somos consecuencia de un montón de asuntos culturales. De la de ayer, de hoy y la que quiero sea también mañana. La cultura no puede ser de bandos, debe ser un orgullo de todos. Debemos estar orgullosos de los creadores y de los que consumen, de los que se esfuerzan en el deporte (que son superhéroes) y de los que van a verlos. Cultura vuelve a estar en el mapa del Gobierno”.
Amigo del deporte
Dice que se había apuntado “cosas”, pero que, al final, él trabaja “con la emoción”: “No soy una persona deportista, lo digo por todo lo que ha salido”. Murmullos. “No me gusta practicar el deporte, pero el deporte sí. Eso no significa nada. Voy a apoyar y a amar el deporte y a apoyar a todos los deportistas porque son héroes y heroínas, ellos y ellas. Todas las federaciones y todos los que están detrás”. Huerta ha recordado que “la cultura nos hace más libres y más felices”. Sobre la polémica de la tauromaquia, ni palabra. “Hay que permitir a los españoles cultivar su capacidad de inventar. La cultura es cultivo. Hay que inventar. Voy a defender la cultura y las culturas de este país, con humildad y responsabilidad. Acepto este cargo que empieza a partir de ya”.
“¿Es publicable este hombre?”, le pregunta un señor a González-Sinde, que escucha entre el público. “Sí. Y publicado, de hecho. Tiene al menos un par de novelas”, contesta la exministra, a pesar de que son siete. “Bueno. Lo importante es que se pueda hablar con él. Con Lasalle se podía hablar”, esboza el caballero. Comienza la conversación pendiente de la política y la cultura.