Cuando Agustín Jiménez era crío, se lo pasaba mejor interpretando papeles para las niñas del patio que jugando al fútbol con los chavales. Es un comediante de médula y sabe que las tensiones humorísticas han de ir a contracorriente: dice que su oficio consiste en ir contra el poder establecido. Si no, es fácil convertirse en un bufón de la corte. Impulsó el género stand up en España y convierte en carcajada cañí todo lo que pronuncia. Acaba de triunfar en el Festival de Mérida con una versión hilarante de Ben-Hur. Su toque cala hasta en las piedras históricas.
¿Que qué se puede hacer para que Mérida sea más visitada que Netflix? Mira, el teatro no te lo puedes bajar nunca. Por suerte. El teatro es un acto de comunión, o litúrgico, porque el espectador sale de su casa con una idea y con una cosa que se llama la “convención teatral”: es decir, yo convengo contigo que eso que has hecho es “mar”, o hay un barco, y no hay mar ni barco… el espectador hace un pacto. Es un proceso. Netflix también tiene obras de teatro y las está emitiendo, pero obviamente te pierdes… lo que hay que enseñarle a la gente de alguna manera es que la esencia del espectáculo tiene que ver con el directo.
Me preguntas por mi cómico favorito español: mi cómico favorito es Eva Hache. No hago distinciones entre hombre y mujer. Alguien me dijo una vez “el mejor presentador de El Club de la Comedia ha sido tal, y la mejor presentadora...”. Y yo le dije “no, no hagas distinciones”. Eva Hache es una gran cómica. Que no me hagan dos categorías para poder ganar en una, ¿no? Hay mucha gente que dice “vale, así le damos un premio a la mujer”, y es muy tramposo. Eva tiene enorme naturalidad y es muy referencial, y además lo ha tenido muy difícil, porque el mundo de la comedia, especialmente en los monólogos, ha sido dominado por los hombres. En esta sociedad sube una mujer al escenario y el hombre dice: “Pero, ¿a dónde va?”. Siempre hay unos subtextos: “Esta tía no me va a hacer reír”. Si tienen un poco de tara, van pensando en el vestido o los zapatos que lleva. A ningún tío nos cuestionan por lo que llevamos puesto.
Dani Rovira también es un referente. Ha abierto una gran puerta al trabajo de los comediantes en el cine, que es una cosa que de alguna manera se había quedado como relegada. En EEUU nadie tiene ningún problema con coger un cómico para una película, pero aquí sí se ha tenido. Allí enseguida a un buen cómico de stand up le dan una serie propia, ¿sabes? Es el showbusiness. Luis Piedrahita, por ejemplo, es un escritor magnífico y tiene una capacidad increíble para el relato. Y tengo otros muchos compañeros que están trabajando en la parte de atrás.
Las cómicas han tenido más problemas porque a veces se ha cuestionado hasta qué hace una mujer a esas horas subida en un escenario, o de gira. Un tío no puede soportar que una mujer sea más graciosa que él. O más inteligente. Esto es así y nos tiene que quedar claro. Cuando el mundo es de los hombres, cuando tienes el poder y alguien lo desafía con su inteligencia, tú ya no te puedes defender con fuerza bruta. En el Mundial, un tipo se le acercó a una periodista deportiva y le dio un beso, y claro, ella no se defendió con fuerza… que podía haberle dado una hostia, ¿sabes?, pero el tío sabe que una mujer en principio no va a hacer eso. Cuando la fuerza del hombre se desafía con inteligencia o ingenio, se quedan totalmente rotos. Con las mujeres cómicas también ha pasado mucho eso de “bueno, cuando se le pase la fiebre, que se baje del escenario y se case”. Estos conceptos de la mujer unida siempre al hombre.
Ocurre también en los guiones. Cuando alguien escribe un guion para una mujer, no es que sea menos graciosa, ¡es que no hay sitio! Cuando estás creando una historia, rápidamente la mujer se casa con un tío y su propia vida desaparece. Es la mujer de, la novia de, la hija de… Hay normas sencillas para crear un guion y que no caiga en el machismo. Por ejemplo que dos mujeres del elenco hablen entre sí pero no hablen de hombres, sino de cosas suyas. Cuando sale un gilipollas diciendo ‘¿Y el día de los hombres, pa cuándo?’. Y yo pienso: uf, pero imbécil, para qué vas a hacer el día de los hombres, ¿qué vas a reivindicar? “Qué bien estoy, estoy de puta madre”.
Las mujeres comediantas han tenido hasta que masculinizarse, que cortarse el pelo o, de alguna manera, hacerse pasar por hombres. Asexuarse para evitar que los tíos estén mirando y diciendo: “¡La quiero pa mí!”. Hay algunas que empiezan el show diciendo: “Vale, ya habéis notado que estoy buena. Ahora vamos a otra cosa”, para romper esa tensión.
Me recuerdas que hice un monólogo contando cómo distinguir a un macho ibérico. Creo que la gracia es que lo haga un hombre con aspecto muy masculino. Pero fíjate que las mujeres han sabido entender que eso es una parodia, y que además me estoy burlando de una gestualidad y de una forma de ser, de tocarse el paquete continuamente, que es como: ¿qué pasa, te lo han puesto nuevo esta mañana?… pero los tíos creen que es un homenaje. Mucha de la comedia que yo trabajo la hago desde ese punto de vista. En otro texto hablo del tamaño, y de cómo los hombres estamos obsesionados por cuestiones de este tipo. Es verdad que en España hay mucho machito pero no se habla de los penes pequeños. Yo hablo del alargador de pene, que es un producto que se vendió muchísimo. En mi show le pregunto a las mujeres: oye, ¿el tamaño importa? Y les cuesta responder, al principio, pero cuando el bolo está terminando, repito: oye, en serio, ¿el tamaño importa? Y dicen “¡SÍ!”. Claro, pero entre los tíos tenemos otras conversaciones. Y en los baños o en las duchas siempre vamos un poco tensos porque nos las estamos mirando, porque estamos obsesionados con ese tema (risas). ¡Nos la hemos medido! Te la mides con la cinta métrica María del costurero de tu madre, que es una sinvergonzonería.
¿Que si el feminismo va a matar al macho ibérico? Sí. Porque va a matar al machismo, que es injusto. No podemos matar la burla, va a seguir siendo necesario burlarse. Pero ese modelo de hombre del macho ibérico no es necesario, te lo digo de verdad. ¿Qué es ser un macho ibérico? ¿Qué necesitas demostrar? ¿Violencia, moverte de una manera… ligar con todas, entrarle a todas? Eso se ha considerado normal y tiene que terminar. El típico tío que te toca el collar y te dice “ay, ¿y esta joyita?”, y ya aprovecha para tocarte, o el de la manita aquí (señala el lumbar)… y cuando estás tomando algo con él, también está ligando con la camarera: “Guapa, ¿qué tal? Eh, reina”. Todos estos conceptos… tienen que desaparecer. O nos hablamos todos de “cariño”, de “cómo estás, cielo” y nos damos cachetitos. ¿Realmente es necesario tratar a una persona a la que apenas conoces como si fuera una mascota?
El hombre ha sustituido la inteligencia por el “por mis huevos”. “¡Esto se hace porque lo digo yo!”, sobre todo en los puestos directivos. Por eso muchas cosas funcionan mal. También hay mujeres que han copiado el modelo machista. “Yo con los tíos me llevo muy bien”. Ya, pero es que estás imitando su modelo machista. Has cogido lo peor de ellos.
Con el tema de la libertad de expresión, después de los raperos iremos los humoristas. De hecho, ya ha pasado. Ha ocurrido que se ha descontextualizado. Yo lo digo: “No descontextualices mis chistes y los digas tú, porque suenan mal”. No, tío, no lo hagas así, no es así. Hay una ley que se llama la Ley de Poe, que la llaman así, y dice que si no pones un emoticono cuando escribes algo puedes parecer un fascista. No se ve la broma. Pues aquí pasa lo mismo. Lo decía Berto Romero: oye, hay humor que a lo mejor no es para ti. Es que tú quieres que todo sea para ti, y a veces no puedes gustarle a todo el mundo. Un buen comediante sabe trabajar con ese material delicado. Se cimenta en la tensión. En el “uy, uy, uy...”… “¡ah!”. El “se cae, se cae”… pero al final no se cae. No se puede trabajar siempre en la misma nota. También hay gente que confunde el discurso político personal con el humor. Si no se ríe nadie, fuera. Eso es otra cosa, es un mitin. El problema a veces son los géneros. En cualquier caso, perseguir a los creadores es siempre un error.
Ahora estamos todo el rato asustados pensando… yo pienso en mis chistes de Franco. Yo hago humor de Franco y de El Valle de los Caídos. En otro país dices “Hitler nos dio el paro”, y la gente se quedaría como: “¿qué estás diciendo?”. Pues aquí no. Normal que un tío que está en el poder haga alguna cosa, ¿no va a hacer nada, o es que es imbécil…? Sí, bueno, lo era (risas). Los de Vaya Semanita ya hicieron lo de los zombies de El Valle de los Caídos. Los de Polonia siempre ponen a algún personaje que hace de Franco y está por ahí censurando la emisión… Franco censurando hasta a los de Intereconomía y les decía: “No, que sois muy fachas”. El Valle de Los Caídos se hizo con esclavitud y hay que quitarlo, ya está. Hay que pasar página. Es una vergüenza, aunque a muchos no les haga gracia. Es lo que hay: vamos a hacer chistes de Franco porque el buen comediante siempre va contra el poder establecido. Lo otro, es ser un bufón de la Corte.