El ciudadano está ávido de historias, de imágenes poéticas o desgarradoras, de impactos narrativos que le hagan salir un rato del hastío, de la rutina, del lunes largo que a veces es la vida laboral. Por eso el madrileño medio ha puesto esta mañana el grito en el cielo al enterarse de que un cachalote de 15 metros y 1.000 kilos ha aparecido varado a la altura del puente de Segovia, en el río Manzanares. Lo han narrado a primera hora desde Radio Municipal 21, marcándose un Orson Welles en La guerra de los mundos. Poco después se ha sabido que se trata de una intervención artística que trata de alertar sobre el deterioro de los océanos: se da así comienzo al programa cultural CiudaDistrito, que contará con más de 200 actividades culturales gratuitas.

Pero, ¿quién está detrás de esta performance que ha revolucionado a todo Madrid? Ha sido el colectivo belga Captain Boomer el responsable de agudizar la conciencia ciudadana con esta intervención callejera. Nacieron en 2008 en Amberes y desde entonces se dedican a viajar por Europa jugando con los límites de la realidad y la ficción. Se definen así, en tono irónico: “Captain Boomer no es bromista, ni práctico, ni tonto. Pero es decididamente original y tiene una vaga y modesta imagen de sí mismo como una figura legendaria”, guiñan. Han creado un alter ego, un superhéroe que va haciendo justicia por el largo y ancho mundo.

Hay alguien todavía que se acuerda de la naturaleza, de las relaciones humanas, de la justicia social; alguien que pone el foco en cómo el Estado controla a los ciudadanos, cómo cada vez tenemos menos tiempo para pensar y cómo el arte ha perdido su capacidad de renovación. 

Performance.

Esta misma acción la han llevado a cabo en ciudades como Londres, Greenwich (Reino Unido), Valencia (España), Scheveningen (Holanda), Ostende (Bélgica), Amberes (Bélgica), Duisburg (Alemania), París (Francia) y Rennes (Francia). Tras su paso por Madrid, la instalación viajará a Estados Unidos. “La ballena varada es una metáfora gigantesca del daño a nuestro sistema ecológico”, relatan. “La gente siente que su vínculo con la naturaleza está alterado. El arquetipo psicológico del gran pez muerto no deja a nadie indiferente”.

El cachalote y la democracia

Para ellos, el cachalote es “un gigante negro con las mandíbulas abiertas de par en par, una pregunta tonta del mar al hombre, un enigma desde lo profundo”. Se han dado cuenta de que la respuesta generada es siempre bestial, como el propio animal muerto: “Moviliza a toda la comunidad local. Durante nuestros varamientos, observamos una reacción intensa en la gente. Ofrecen su ayuda, solicitan información… las diferentes capas de percepción crean juegos divertidos. Algunos miembros saben que es una obra de arte, pero transmiten su ilusión a otras personas. El cachalote atrae a todos, independientemente de su origen social o cultural. El cachalote es el punto donde todos se juntan”.

Otra clave de su performance es colocarlo siempre en un lugar gratuito, de libre acceso, de esos que se van reduciendo: tratan de recuperar el espacio público, como la playa o, en este caso, el río. Geografía democrática. El tema se redondea con su intención didáctica. “Hablamos con científicos reales y damos a los interesados información sobre los cachalotes. La audiencia presencia un speech científico y ve la autopsia, el muestreo, la disección… y los restos de basura que hay en el mar: heces de personas, dientes, muestras de piel y aceite de espermaceti”.

Vacas en el museo

El resto de sus intervenciones son también muy perturbadoras: ojo a “Pastoreo con vacas”. En junio de 2003 fue la primera vez que colocaron a dos vacas reales en un recinto verde frente al Museo Real de Bellas Artes (Amberes). La han ido sofisticando, y ahora lo que rodea el recinto es un marco dorado que ejerce de banco, para que los ciudadanos puedan sentarse, descansar un poco en medio del ruido de la ciudad y contemplar a las vacas. La idea del marco refuerza la sensación de cuadro, de obra de arte real, de pintura cercada.

“Se trata de crear en medio de la ciudad un lugar social y rural donde todos se reúnen. La imagen tiene un efecto calmante y relajante, y las vacas son animales grandes y majestuosos para observar”, relatan. Aquí la investigación se centra en nuestra relación con los animales y con la industria ganadera en particular. “El cuatro bucólico clásico permite al espectador permanecer tranquilo en su felicidad estática, pero aquí hacemos que la pintura se haga realidad e invitamos a la gente a tomar una posición”. Las preguntas que plantean al espectador en la zona de los bancos son: “El arte está buscando renovarse a sí mismo. La representación está agotada. ¿Cómo puede el arte encontrar una forma nueva y convincente de renovar su imagen clásica? ¿Necesitamos deshacernos de la representación para llegar al realismo?”.

Otra de sus intervenciones se llama Un show seguro y consiste en crear un recorrido de medidas de seguridad en medio de la vía pública, para que el espectador sienta en sus propias carnes -como le pasa en aeropuertos, atracciones turísticas y ciertos eventos- la enorme cultura del control que experimentamos en la sociedad moderna. Todo el mundo es sospechoso de algo. Una última performance: Skagt, que es un espectáculo de teatro hiperrealista que se desarrolla en un pozo vertical de 400 metros de profundidad. Una vez que se llega al inframundo… las cosas van muy mal.