El Gobierno se ha apuntado a la marca cultural de ‘los Javis’: los dos jóvenes cineastas han acudido hoy a la puesta de largo de Pedro Sánchez tras la semana más dura del presidente -acusado de plagiar su tesis-. “Les une el mismo anhelo por ganar una década tras haberla perdido”, ha señalado Sánchez para referirse al hilo conductor que unía a todos los invitados a su evento #Avanzamos. Javier Calvo y Javier Ambrossi han posado a las puertas de la Casa de América de Madrid con la portavoz del Gobierno y ministra de Educación Isabel Celaá, y, una vez dentro, han estrechado con aprecio las manos del presidente, como él mismo ha colgado en su cuenta de Instagram. Los Javis lo llaman su "crush", es decir, su "alma gemela", su "amor a primera vista".
La presencia estelar de los cineastas en este acto representa la lucha de Sánchez por el voto joven, por la masa millenial. Así pretende Sánchez desbancar a Podemos en cuanto a adeptos adolescentes se refiere. Calvo y Ambrossi llegaron hace tiempo al gran público con didactismo, con dulzura, ya desde su obra teatral La llamada -luego llevada al cine-, que podría haber resultado polémica para sectores conservadores por mezclar lesbianismo y campamento de monjas. Pero nada de eso: en el filme no se planteaba ningún conflicto político ni social. No había nadie sufriendo por salir del armario ni a ningún miembro de la Iglesia le parecía mal que dos chicas se enamoraran.
En el fondo, no había nada hiperrealista en el relato -dado que no contaba con las tiranteces ideológicas que se dan aquí, a pie de barro-: los dos pilares de fondo eran el amor y la música, que todo lo desengrasan, que todo lo lubrican para que nadie se enfade. Los Javis no hablan del mundo que es, sino que proyectan constantemente el que quieren que sea para acelerar el proceso de cambio. Para evitar polarizaciones y violencias y hacer fraternidad. Provocan un La La Land vital. Un baile. Una broma. Un beso. Así España recupera la alegría.
Cálidos e inofensivos: transversales
No creen que la letra con sangre entre y por eso rehúyen de la reivindicación feroz e implacable para lanzar su mensaje -a favor de la diversidad- a golpe de guiño y de sonrisa. Su propuesta es casi transversal: sólo un puñado de homófobos, cada vez más residuales, podrían rechazar su leitmotiv: “Ama a quien quieras, sé quien quieras ser”. Ya quisieran nuestros políticos conseguir tanto quorum como ellos. Es la revolución del buen rollo. Los jóvenes no reparten coces, son diplomáticos, cálidos e inofensivos. Animan a sus seguidores a lanzarse a lo que les lata entre las costillas: “Lo hacemos y ya vemos”, como decían en su filme. Apoyan la vocación y el hacer piña. Rechazan la competitividad.
Una imagen poética que resume el simbolismo de estos chicos. Recuerden cuando emocionaron a todos con su discurso en los Feroz, donde se hicieron con el Premio a Mejor Comedia. Sus palabras sentaron cátedra: “La llamada habla del valor de ser tú mismo, de encontrar tu camino y de, pese a quien le pese, ser quien tú quieres ser”, explicó Javier Calvo. “Yo soy gay”, anunció. Ambrossi respondió, entre risas generales: “¡No me digas! Cariño, lo sabe todo el mundo”.
Profesores de OT, reyes del voto joven
Calvo siguió: “Tengo un novio que me quiere, una familia que me apoya y estoy cogiendo este premio. Si alguna persona, si algún niño o niña me está mirando, y siente que tiene miedo, siente que está perdido…”. Se detuvo, con la voz entrecortada, y repuso: “Si siente que no le van a querer, que sepa que le van a querer y que va a encontrar su sitio. Va a cumplir su sueño. Nosotros vamos a escribir historias para que tú te sientas inspirado. Siempre”. Hasta la lagrimilla.
Ellos son la distensión, el despiporre cañí. No pueden invitarles a ninguna fiesta, porque ellos son la fiesta. No sólo lucen como creadores -ojo también al éxito de su serie Paquita Salas, comprada por Netflix-, sino como unos relaciones públicas potentísimos. Siguieron acumulando el cariño del público gracias a su papel como profesores de interpretación en Operación Triunfo; siempre carismáticos y cercanos con la generación de jóvenes que ha movido masas. Pedro Sánchez gana: aquí está el target poderoso y volátil de la juventud. El actual presidente quiere apuntarse el tanto para las próximas elecciones: pretende hacerse con todos sus seguidores, tanto los que ya sean mayores de edad como los que voten por primera vez. Veremos si los jóvenes sienten La llamada del socialismo.