Escribió Vicente Aleixandre en su poema Los besos dados que “la memoria de un hombre está en sus besos, / pero nunca es verdad extinta”. “Contar la vida por los besos dados / no es alegre. Pero más triste es darlos sin memoria. / Por lo que un hombre hizo cuenta el tiempo”, lanzó el de la Generación del 27, antes de recordar que “la sospechada vida está en el beso”. El sevillano Aleixandre es uno de los creadores que más se encargó de reivindicar Málaga, llegando a bautizarla como “ciudad del paraíso”, pero ahora, 34 años después de su muerte, su segunda casa le expulsa por “machista”.
Todo comenzó cuando el dibujante Ángel Idígoras utilizó un extracto de este poema de Aleixandre para ilustrar un mural que recreaba El beso del ayuntamiento de Robert Doisneau -que, a pesar del romanticismo que destila, no fue más que un encargo de la revista Life Magazine al fotógrafo-. Idígoras volcó la imagen de los jóvenes labiándose en Lagunillas, un barrio de Málaga que ha empezado a llamar la atención de las financieras por su arte urbano, a pesar de que sus vecinos reivindican su identidad y luchan contra la gentrificación, como ya contamos en este artículo. “La memoria de un hombre está en sus besos”, trazó el artista.
La imagen, sumada al verso, no ha sentado muy bien a algún o alguna activista, ya que el mural ha amanecido intervenido con letras en color morado: “Y la memoria de las mujeres, ¿dónde está?”. Además, junto a la firma de Idígoras se ha colocado un “machirulo”. La intención del creador no era más que hacerle un regalo al barrio y colaborar con la iniciativa impulsada desde la asociación Fantasía de Lagunillas, donde vecinos y promotores culturales se agrupan para dar vida y relieve artístico a esa zona en paredes muertas.
La censura consiguió su objetivo
Los detractores, sean quienes sean, han conseguido su objetivo: editar la Historia de la poesía española y mundial, cerrarle el pico lírico a un Nobel de Literatura que siempre se caracterizó por su labor pacificadora. Idígoras se ha retractado porque, según ha comentado en sus redes sociales, su intención no es generar polémica. Primero comenzó diciendo que hace hoy siete años, mientras dibujaba, sufrió un infarto, así que le “importa casi todo un pimiento”: “No me afecta. No a la censura”.
Pero poco después ha dado un volantazo. “Cambié de planes. Ya no hay mural. Perdón a los que haya molestado el verso, aunque no lo entiendo. Nunca esperé que un beso fuera polémico y antes que borrar a Aleixandre, prefiero borrar todo, no importa. Espero que dejemos esto ya y nos pongamos a hacer otras cosas bonitas”, ha establecido a última hora de esta mañana.
“No pasa nada”, ha repuesto”. “Eliminándolo no podrán criticar al gran Aleixandre, el poeta que más ha hecho por Málaga. Quitar su verso sería ceder a la censura. No quitarlo, permitir que manchen su nombre (…) Vamos a ver las cosas por el lado positivo. Aleixandre es mi poeta de cabecera. Que nos critiquen juntos es un honor que nunca hubiera imaginado”. Más allá del chascarrillo, los indignados lo han devastado todo: Idígoras ha borrado la obra por completo, cubriéndola entera de blanco. Ahora el muro vuelve a ser vulgar; vuelve a estar desnudo.