Gabriele Kuby (Alemania, 1944) es una intelectual reaccionaria que propone un regreso al modelo tradicional de familia como garantía de felicidad. Hoy levanta las cejas ante el feminismo moderno, el colectivo LGTB y la liberación sexual, pero un día fue marxista y alzó el puño en las manifestaciones del mayo del 68, fumó marihuana y recorrió el mundo buscando su vocación. Al romper su matrimonio se convirtió al cristianismo: necesitaba encontrar un camino. No se inmuta cuando sus detractores la tachan de homófoba o tránsfoba. Recuerda siempre que es creyente y que ama al prójimo como a sí misma. En su libro La revolución sexual global (Didaskalos) pone patas arriba todas las conquistas sexuales y emocionales conseguidas hasta la fecha.
En su ensayo señala que la "ideología de género" está "destruyendo la libertad en nombre de la libertad". Quiere regresar al modelo conservador de familia y renunciar a la revolución sexual.
Yo nací en 1944, el último año de la guerra. Fue hace bastante tiempo. En ese momento el mundo era totalmente diferente y se trataba de otra manera la sexualidad. El sexo no estaba por todas partes, como ahora. Como mucho, en el cine se veía un beso con los labios cerrados. Incluso para acceder a un hotel y pasar una noche allí con una pareja, tenías que acreditar que estabais casados con el certificado matrimonial. Lo que todo el mundo pensaba es que el sexo era algo que practicar en el matrimonio.
La pornografía estaba prohibida. Hay que recordar que gracias al cristianismo y a la idea de que la sexualidad tenía sentido dentro del matrimonio, fue posible la familia. Una familia necesita un padre y una madre: sin eso, la familia se rompe. Todo eso cambió en 1968: la idea fue que la libertad sexual nos iba a dar la felicidad, pero la verdad es que… si miras un poco el mundo, ves mucha libertad sexual y poca felicidad. Tenemos que buscar una nueva forma de vivir: el sexo tiene que ser una respuesta al amor. Todos tenemos ese anhelo en el corazón. Todos los niños biológicamente quieren que sus padres estén juntos para toda la vida. Así que: ¿qué podemos hacer como sociedad para que ese anhelo tenga respuesta en la sociedad?
¿A qué precio? ¿Podemos obligar a esos padres a quererse para siempre con tal de preservar el núcleo familiar?
Primero el precio, luego la obligación. No hay nada bueno en la vida humana que no tenga un precio. Pagamos precios altos por ser buenos atletas, buenos músicos, buenos abogados, buenos periodistas. Lo que sea. Hay mucho esfuerzo detrás de las cosas valiosas. Esa idea de que las cosas buenas son baratas es una idea falsa de esa revolución sexual. El filósofo Herbert Marcuse escribió que la liberación sexual creará una sociedad sin estructuras de poder. Pintó ese paraíso, y es mentira. Para construir una buena familia y un buen matrimonio… hay que trabajarlo, eso tiene un precio. Pero claro, eso no puede obligarse. Estamos más allá de eso. Tiene que ser una visión y una inspiración para las personas, el conseguir ese matrimonio. Mira Juan Pablo II: en su doctrina de teología del cuerpo realmente expresa cómo deberíamos estar viviendo como hombres y mujeres para ser felices.
Usted vivió la revolución de mayo del 68 y entonces tenía tendencias marxistas. ¿Por qué se convirtió? ¿Qué fue lo que le cambió el chip: qué es lo que le parece malo de este sistema?
Creo que realmente nunca he sido comunista, digamos que me dejaba llevar por la masa en aquel momento. Estudié en Berlín, en la Universidad Libre, pero cuando empezó la revolución yo ya me había ido de ahí. Mi padre era un periodista de izquierdas muy reputado, muy influyente, así que básicamente le imité a él y acabé en el movimiento. Mi primera manifestación fue en Berlín con mi padre. El rector de la universidad había prohibido a mi padre dar una charla y nos manifestamos para quejarnos por esa censura. Digamos que no fui una hija rebelde, sino muy obediente.
En el 77 vi algo mal en el feminismo, y era que el feminismo iba en contra de la madre. Y si el feminismo iba en contra de la maternidad, ¿dónde estaba el futuro? Fue tan claro para mí como que dos más dos son cuatro. Soy madre de tres hijos. No me atraía la libertad sexual. Pensé que esa gente tan desaforada era asquerosa.
Bueno, pero puede haber mujeres que deseen tener hijos y otras que deseen no tenerlo. La maternidad no es lo único que te convierte en mujer.
¡Por supuesto! Estamos en tiempos de libertad, de hacer elecciones, pero creo que algunas elecciones no deberíamos hacerlas, como por ejemplo matar a niños antes de que nazcan. Creo que son seres humanos y no se deberían matar. Este tipo de cosas me cambiaron en la cabeza. Siguiendo por mi giro ideológico hacia el cristianismo: yo estaba bautizada, pero no tendía hacia ninguna religión en concreto. Me sentía incómoda, miraba la situación de Berlín Occidental como desde fuera. Tenía un máster en Sociología y no paraba de leer cosas para inspirarme… buscaba y buscaba. En el 73 yo estaba viajando por el mundo y arrancaba el movimiento hippie.
Viajé a España, a la India, a Marruecos, fumé marihuana… una vez, en Cadaqués, en la Costa Brava, tuve una experiencia religiosa. En ese paisaje increíble me vino a visitar dios. De nuevo, ese dios que había conocido de pequeña, estaba ahí. Y a partir de ahí, comencé un viaje muy largo de 20 años en busca de dios. Busqué también fuera de la Iglesia: ya te digo, por psicología, o por esoterismos, por todas partes. Me casé civilmente, tuvimos tres hijos y mi matrimonio se rompió después de 18 años. No teníamos ninguna visión. No habíamos aprendido nada. No teníamos inspiración y nada de fe real. Así que nos separamos con tres niños adolescentes… y fue el momento más bajo de mi vida. Había invertido veinte años en eso… y lo único que tenía como resultado era ese matrimonio roto. No tenía respuesta a mi pregunta vital: ¿cuál era mi vocación?
Recuerdo que en ese momento una vecina mía tocó a mi puerta y me entregó un libro de oración. Me dijo que rezase. ¡Y lo hice delante de una estatua budista! Y más objetos que había ido recolectando en mis viajes. Y después de haber rezado la novena entendí que quería ser católica. Ahí sentí mi vocación: comencé a escribir y a hablar públicamente sobre esto, a dar conferencias… y a apoyar lo que creo.
Me sorprende que después de una experiencia tan dolorosa como la separación de su marido, en vez de tender más al feminismo y decir “bueno, soy una mujer autosuficiente, tengo tres hijos y puedo hacerme cargo de esto”, comenzase a rechazar lo que usted llama “ideología de género”.
Es que son cosas diferentes: la teoría de género y el feminismo. Por supuesto, el movimiento feminista hace 50 años era necesario. Somos iguales. Tenemos la misma dignidad, nuestra inteligencia es diferente. No sólo el cuerpo es distinto entre el hombre y la mujer, sino el cerebro, la mente. Los hombres dicen que los cerebros femeninos son más pequeños, pero la verdad es que entre los dos hemisferios del cerebro está el corpus callosum y en las mujeres es más grande, por lo que permite que haya más actividad entre un hemisferio y otro. La mujer tiene más conexión entre sus hemisferios que el hombre. Pero hombres y mujeres somos asombrosamente complementarios. Por supuesto necesitamos el mismo pago por los mismos trabajos, por supuesto necesitamos la misma educación y tenemos que tener las mismas oportunidades, pero nuestra sociedad debería dejarnos ser madres. Darnos esa posibilidad de tener tiempo para nuestros hijos y decir “es bueno que seas madre”, ¡reconocer todo eso hermoso…!
Ahora si vas a una fiesta o lo que sea y tienes tres niños, te van a preguntar “¿dónde trabajas?”, y si dices que cuidas a tus hijos ellos sienten que no estás haciendo nada. Tengo una prima que tiene títulos muy importantes, uno de Oxford, por ejemplo, y es madre de seis críos. Bien, pues le da vergüenza decir que su trabajo es cuidar a sus hijos. Simone de Beauvoir decía que nadie nace madre, sino que te conviertes en una madre, y dice también “salte de la esclavitud de ser madre”. Ese es el feminismo radical. Y por eso tenemos una crisis demográfica en toda Europa.
La maternidad está en la agenda feminista. El movimiento actual está peleando fuerte por su protección y conciliación. Creo que el punto es que las feministas entienden que hay muchos modelos de familia más allá de la tradicional. No creen que un matrimonio roto sea un fracaso. El niño puede ser igual de feliz y desarrollarse con plenitud si su madre es madre soltera o si sus padres están divorciados.
A ver, quiero dejar claro que soy una mujer autosuficiente. Vivo sola desde 1993. Gano mi propio dinero y no dependo de nadie. No soy una mujer que esté perdida ni que esté esperando a que un hombre me salve. Respecto a lo que dices, creo que es pura ideología: si miramos los datos científicos de cómo se crían los niños de familias divorciadas, vemos que tienen heridas en el corazón toda la vida. Si ves la vida de las madres solteras, el 60% necesitan ayudas del Estado porque no pueden ser autosuficientes. Ahora nos están diciendo que no pasa nada porque los niños tengan dos padres o dos madres, y sí pasa. No necesitamos datos científicos para demostrarlo porque todo el mundo lo sabe en su corazón: necesitamos una idea triangular. Necesitamos un padre y una madre y tener claro qué es ser mujer y qué es ser hombre.
Hay estudios de Ciencias Sociales que lo confirman. Y sí que es verdad que se puede dar perfectamente que homosexuales deseen tener hijos porque tienen mucho amor en su corazón. Pero, ¿qué es más importante: lo que los adultos creen que hace feliz al niño o lo que realmente hace feliz al niño? Un niño tiene derechos. Y un niño tiene el derecho de conocer a sus padres biológicos. Ahora vivimos en una sociedad que le roba a los niños esos derechos y eso es una injusticia horrible. Todos los niños adoptados quieren saber quiénes son sus padres biológicos. ¡Son comprados! ¡Tienen que saberlo! Es el horror de la gestación subrogada. ¡Es todo dinero!
Estoy de acuerdo con usted en la cuestión de la gestación subrogada, pero la adopción es distinto. Esos niños necesitan amor. Y el amor es amor, independientemente de la condición sexual de la persona.
Amar es muy difícil. Es algo que hay que aprender, que construir. Construir tu vida sobre el amor es una obra de arte. Pero ojo: el sentimiento de estar enamorado no es el amor. Empezamos por ahí, pero luego viene el trabajo duro. Un hombre y una mujer juntos forman un solo cuerpo y pueden dar vida, como dice la Biblia. Se pueden mirar a los ojos en un acto sexual.
Bueno, los homosexuales también pueden.
No durante el acto sexual.
Claro que sí. ¿No ha visto La ley del deseo de Almodóvar?
Disculpa, pero no. En fin, no nos metamos en esto. El punto es crear un cuerpo, que es una expresión bíblica. Una plenitud. Una unión que puede dar vida a un nuevo ser. Qué alegría es eso. Y eso no puede suceder entre las personas que sienten atracción por gente de su mismo sexo. Además, que haya una relación monógama y duradera entre dos hombres es muy raro.
También es raro entre un hombre y una mujer, cada vez más. Donde está el hombre está el peligro (risas).
Pero no es lo mismo. La infidelidad es mucho más frecuente entre hombres homosexuales que entre parejas heterosexuales. Ahora incluso las parejas heterosexuales se están rompiendo en un 50% y todo el mundo queda herido, tanto los niños como los adultos. Y ahora de repente todos los homosexuales están diciendo que quieren el derecho a casarse, pero las estadísticas dicen lo contrario: tienen un derecho y apenas lo usan. Aproximadamente unos 25 países lo han legalizado, España es uno de ellos, Alemania también. Pero menos del 10% de la comunidad homosexual utiliza el matrimonio.
También hay países donde la homosexualidad sigue estando penada con muerte. Incluso en países desarrollados como el nuestro sigue habiendo agresiones homófobas cada pocas semanas.
Pienso que es terrible que en esos países islámicos siga estando penada con muerte la homosexualidad. Es una locura. En estos tiempos todos tenemos que tener la libertad de vivir nuestra sexualidad como queramos. Pero algo totalmente diferente es lo que se hace ahora, que es enseñar a nuestros hijos en educación infantil que pueden tener todo el sexo que quieran.
¿Pero esto sucede en alguna parte?
¡Sí! Les explican que pueden tener sexo oral, sexo anal… que ellos simplemente tienen que elegir. Hay pedagogos sexuales que se encargan de esto y están empezando a formar a los profesores. La OMS indica que a los niños hay que enseñarles a masturbarse desde muy pequeños.
¿La OMS?
Sí. Sé que es realmente sorprendente. Y desagradable.
Hay una cuestión preocupante que no se puede obviar y es el acceso temprano a la pornografía. Creo que la media de edad en España está en los 11 años. Es un problema incontrolable, tan incontrolable como internet. ¿Cómo rebatimos o explicamos esa pornografía para que los jóvenes puedan tener en el futuro una salud sexual adecuada?
Primero tenemos que saber a qué nos estamos enfrentando respecto a la pornografía. La pornografía es una adicción que provoca los mismos cambios en el cerebro que las drogas duras, por ejemplo, la heroína. En la mayoría de los casos de divorcio, la pornografía ha sido una de las razones predominantes. La pornografía es culpable de los fracasos matrimoniales. Me parece hipócrita decir que la pornografía está bien a partir de los 18 años y antes no. Está mal siempre.
Es mala para todos, para niños y adultos. Es una explotación de mujeres horrible que destruye su dignidad, pero también la dignidad del consumidor de pornografía queda destruida. Que la primera experiencia de un niño con el sexo sea la pornografía… es algo que me rompe el corazón. Y desde que tenemos los móviles ya no podemos protegerlos. ¿Por qué no hay campañas de la Unión Europea contra la pornografía? Hacen campañas fuertes contra el tabaco… ¿dónde están sus campañas contra la pornografía? Nadie la critica.
El feminismo radical sí hace campañas contra la pornografía.
Es cierto. Algunas feministas sí lo hacen. Pero también los países deberían colgar anuncios pornográficos que pongan “esta podría ser tu hermana”, o “esta podría ser tu hija”. Esto tocaría a la gente, pero no pasa nada. Hay intereses en nuestro mundo que quieren eso. Sé que mi lucha es quijotesca.
En cualquier caso, sí puede haber una educación sexual adecuada que ayude a los niños que ya consumen pornografía a gestionar mejor su libertad, ¿no?
Por supuesto. El problema es que no hay apoyo político, ni institucional, ni eclesiástico para hacerlo bien.
Usted ha dicho en alguna ocasión que los niños están sometidos a un “adoctrinamiento LGTB”.
Absolutamente. Están siendo adoctrinados. Hay un programa de la OMS que reza que de los 0 a los 4 años hay que enseñar masturbación, y enseguida después contarles que hay diferentes orientaciones sexuales. Les dicen que el sexo oral y anal están genial. Y esto es la OMS y la UNESCO.
Pero no se “adoctrina” a nadie para ser gay. Igual que los gays no se han vuelto hetero a pesar de que la educación tradicional sólo les ha mostrado un modelo de sexualidad: la heteronormativa.
Yo lo que quiero decirte es que la consecuencia de decirles que el sexo oral está bien es el cáncer. Los jóvenes en EEUU están empezando a tener cáncer en la garganta y en la boca no por fumar, sino por practicar sexo oral. Claro que eso no causa la orientación sexual de nadie. Las causas de las orientaciones sexuales de alguien son varias y muy diferentes. Y deberíamos interesarnos por esto: ¿por qué existe esta orientación sexual; por qué no puede investigarse? Las investigaciones están siendo violentamente oprimidas. Yo quiero vivir en un mundo donde se pueda estudiar sobre todo, pero las teoría de género dicen que eso es “tu identidad”. Pero la identidad humana es mucho más que la sexualidad. Quiero que tengamos libertad.
¿Qué haría usted si diese a luz a un niño y un día le contase, con dolor, que en realidad es una niña?
Le amaría. Y actuaría dependiendo de su edad. Estudios científicos dicen que muchos de los niños que tienen estas tendencias en la pubertad… al final se les pasa. Le apoyaría y le haría entender qué es lo que significa ser niño. De repente hay un subidón de niños que dicen que no se identifican con su género. Y les están dando hormonas para parar la pubertad que les hacen estériles de por vida y tienen consecuencias muy severas como el cáncer o el derrame cerebral.