La Filarmónica de Viena quiere enviar un mensaje de "paz y amor" con su tradicional Concierto de Año Nuevo 2019, un rito para decenas de millones de personas en todo el mundo que inauguran el 1 de enero al ritmo de las polcas y los valses de la saga Strauss.
El director alemán Christian Thielemann (Berlín, 1959) dirige por primera vez el más mediático de los conciertos, transmitido en directo desde la Sala Dorada de la Musikverein de Viena por televisiones de 91 países y con una audiencia potencial de cientos de millones de personas.
Thielemann, conocido por sus grandes actuaciones en Bayreuth, el festival wagneriano por definición, ha dirigido a la Filarmónica de Viena en numerosas ocasiones, lo que le abrió las puertas a llevar la batuta en esta ocasión.
Desde 1987 dirige este concierto un director invitado, seleccionado por los propios filarmónicos entre los maestros con los que mejor relación tienen y cuya elección es, en sí, una muestra de admiración.
Para el maestro alemán la ocasión llega cuando la compenetración con la Filarmónica es la mejor, según explicó en una rueda de prensa hace unos días en la que no faltaron los elogios mutuos.
"Estoy aprendiendo mucho, esta orquesta ofrece una música propia de tal manera y a tal nivel que tengo nuevas ideas todo el tiempo". afirmó el director alemán.
Por su parte, el presidente de la Filarmónica, Daniel Froschauer, prometió un "concierto muy especial" que pretende convertir "el mundo en una sala de música" para tratar de enviar "un mensaje de paz y amor".
La agilidad de las polcas y marchas del recital se combinan con la ligereza y ensoñación de los valses con la intención de ofrecer dos horas de magia musical que ayuden a empezar el año con vitalidad.
El repertorio de este concierto mezcla piezas ya clásicas como el vals Transacciones o la polca Con franqueo extra, con otras piezas de compositores poco conocidos como Carl Michael Ziehrer (1843-1922), que abre el concierto con su Marcha Schönfeld.
Thielemann describió el repertorio como "un paisaje montañoso" lleno de variaciones de tempo y color, en el que se combina la energía de ciertas piezas con otras más melancólicas y reflexivas.
Entre los aficionados musicales existe curiosidad por ver cómo Thielemann, uno de los más valorados directores actuales por su interpretación de Wagner y Beethoven, se adapta a la ligereza y el ritmo de los Strauss.
Fuera del repertorio están las dos propinas ineludibles que se han convertido en el final de fiesta tradicional: "El Danubio azul" y "La Marcha Radetzky", acompañada por las palmas del público.
Y como el concierto es mucho más que solo un acontecimiento musical, se ofrecieron algunos detalles de la emisión en directo a cargo de la televisión pública austríaca (ORF).
Un equipo de 14 cámaras se encargará de que acompañar la sinfonía musical con otra de imágenes que transmitan el ritmo adecuado de la música y los colores de las 30.000 rosas, orquídeas y lilas que decorarán la Sala Dorada.
En el intermedio del concierto se emitirá un documental rodado para conmemorar el 150 aniversario de la Ópera de Viena, uno de los templos líricos más prestigiosos del mundo.
Y en un concierto con incontables ecos culturales, ORF incluye durante el recital imágenes de varias piezas de ballet desde el Palacio Grafenegg y la Ópera de Viena.
La Filarmónica de Viena aprovechó la afluencia de medios para la presentación del Concierto de Año Nuevo para anunciar algo novedoso: la creación de una academia para formar a jóvenes talentos que aporten savia nueva a la orquesta.
"Nos gustaría ayudar a formar a nuestros sucesores", dijo el presidente de la Filarmónica, Andreas Froschauer
El objetivo de esta academia, a la que cualquier músico joven de hasta 27 años puede aspirar a entrar, es transmitir el "sonido vienés" de la Filarmónica, una característica técnica que la hace única en el mundo.