Antonio Escohotado desconfía de quienes no fuman ni beben. "¡De algo hay que matarse! ¿Quieres una cerveza? ¿Un porro?". Viste un pijama de cuadros y 77 años vividos muy en serio -del cuerpo hacia afuera y hacia adentro-, ríe con un tintineo y mezcla nostalgias, lucidez, ironía salvaje, ternura mundial y mala baba. Es el hombre que lo ha probado todo y que celebra sus excesos, pero, muy especialmente, es quien se hace responsable de ellos desde su esqueleto enjuto y sabio. Hoy tiene una certeza que sobrevivió a todas las fiestas: el amor era admiración y los genitales nunca fueron más que accesorios.
Su nuevo libro, Rameras y esposas, es un ensayo bien viejo: lo publicó por primera vez en 1978, lo reeditó en 1993 y ahora resucita en 2019 con escandalosa vigencia (disponible en laemboscadura.com y Amazon, y en algunas librerías físicas: Antonio Machado, Círculo de Bellas Artes y Con Tarima). Son cuatro mitos sobre sexo y poder capaces de resumir los engranajes del mundo y las devociones de varones y hembras, desde Mesopotamia al cristianismo. Especial mención a su interpretación de la Virgen, un "símbolo de la rebelión femenina" -por no ceñirse a identificaciones sexuales y vivir insonorizada de la manipulación del hombre-, y de San José, un "cornudo apaleado".
Del mito a la realidad, ¿pueden clasificarse aún las mujeres como en el título de su libro, “rameras o esposas”? ¿Qué clases de mujer hay?
Fíjate tú el peso que ha tenido en la mujer la consideración social. El qué dirán. Es difícil de calcular. Mira antes y después de los colegios mixtos. ¡Es una diferencia colosal! Me contaba mi padre que había tal represión libidinal en su tiempo que tuvo una polución involuntaria, un orgasmo involuntario, viendo el tobillo de una señorita al subirse a un autobús. ¡To-bi-llo! Ya le gustaría a las señoras actuales tener una carga libidinal parecida en los varones. 1905-1910… sería entonces.
Y yo creo que las mujeres, el “qué dirán” de los hombres lo han tomado muy en cuenta. Y la que quería ser decente, era una menor recluida. Pero no durante un año y en España. Durante tres milenios y no sé si en toda la cuenca mediterránea para empezar. Ha tenido muchísima fuerza en vosotras el qué dirán. Ahora en los censos de rameras vemos que había muchas mujeres que no ejercían, que no necesitaban zorrear.
En el libro dice que había prostitutas que no lo hacían por dinero, sino por vocación de libertad.
Yo entonces no lo sabía, pero al estudiar la compilación de leyes del derecho romano me encontré con edictos del emperador Tiberio: había uno que prohibía que las mujeres de rango ecuestre y senatorial se inscriban en el censo de rameras.
No hay nadie que prohíba algo que nadie hace. Eso significa que lo hacían, y bastantes. Y llegó cierto momento que dijo Tiberio: bueno, ya está bien de que aprovechéis el resquicio que os da el censo de rameras para ser libres y poder entrar, salir, viajar, comprar, vender… ¡como si fuerais un hombre! Evidentemente, no sé qué proporción de mujeres estaban ahí de verdad ejerciendo y cuáles no.
¿Por qué el valor de las mujeres se ha ligado a su vida sexual y el de los hombres no? ¿Por qué el hombre puede ser libre sin ser puto?
El hombre lleva el destino desdichado del que regala esperma, y la mujer el noble destino de seleccionar espermas. Son destinos muy diferentes. Esa ventaja evolutiva tiene la mujer: “Aquí hay cinco chalados que están queriendo follarme”. ¿A que no le pasa lo mismo a los hombres, salvo a Marlon Brando? No sé si te parece una respuesta sensata.
En el mundo de hoy, ¿se puede ser una prostituta libre? ¿O siempre se sirve al llamado “patriarcado”? ¿Puede ser emancipador el sexo de pago?
Yo creo que lo del patriarcado es una chorrada de analfabetos, pero claro que se puede ser una mujer puta y libre. Simplemente seleccionando la clientela. Yo cuando he viajado en ciertas épocas de la vida he pensado que la mejor forma de conocer un país es ir a sus burdeles. En Iberoamérica, por ejemplo, me he ido a conocer burdeles y he aprendido mucho de ellos.
Hay cierto tipo de mujer con una astucia perfecta, hace dos pasadas por el local y ve si le interesa alguien. Se torna inaccesible, todos la miran… y cada noche se hace a uno o dos hombres de los que le apetecen.
Normalmente estas mujeres suelen ser multiorgásmicas y muy simpáticas, con lo cual se llevan el gato al agua. Muchas veces acaban encontrando el esposo más adecuado en esos lugares. Naturalmente, esto no lo puede creer el Obispado, que más bien querría tener rameras de su estilo, es decir, mujeres que castiguen al cliente con anorgasmia, con prisa, con avidez económica… esas no van a ser retiradas. Son mujeres que nacen en familias muy pobres, medio analfabetas.
Para centrar al hombre asalvajado en Mesopotamia se usaban prostitutas. ¿Es que el sexo puede civilizar?
Según los mesopotámicos, sí.
¿Y según Antonio Escohotado?
Bueno, a mí me parece que pasar la noche con una mujer inteligente, con una colosal puta, con una cortesana sagrada, parecida a la diosa Ishtar, te va a instruir mucho más que tres meses de mili o de monasterio budista. Lo doy por hecho.
¿Qué opinión le merece el feminismo radical, que pide la abolición de la prostitución? ¿Qué consecuencias tendría?
Bueno, esa es una posición muy semejante a los que tenían los celotes varones judíos, que fueron los primeros fanáticos registrados históricamente. Esa actitud de las personas que no son capaces de creer en lo que creen y quieren obligar a terceros a creerlo. Dices “uy, qué poca confianza tienes en tus criterios, ¿no?, que tienes que obligar a terceros”.
Usted sostiene que la mujer no se ha liberado mediante una revolución feminista, sino gracias al capitalismo.
¡Hombre! Se puede llamar capitalismo, se puede llamar mercado. Yo entiendo por “mercado” que no te mandan qué hacer ni qué consumir. O puedes atribuir su liberación al desarrollo tecnológico y científico. Pero es que no se puede separar nada de nada… Todo está interconectado: lo que quiero decirte es que cualquier esfuerzo por subrayar una relación se hace siempre en detrimento de las otras. Es como el que subvenciona un campo y no se da cuenta de que con eso está agraviando comparativamente a todos los demás. Al no subvencionarles a ellos, dicen los demás “¿por qué el dinero público va a ese y a mí no?”. Pues lo mismo pasa con la liberación de la mujer.
Pienso en Mary Shelley, qué mujer tan ilustre. Pero también ha habido locas como las sufragistas. ¡Y traidoras! Porque llegaron a votar a través del Partido Liberal Inglés, y cuando se pusieron a votar, recomendaron el voto para los laboristas y los conservadores, que se habían negado al voto femenino. Hicieron esa maravillosa traición de “haz que vote y ahora yo voto que desaparezcas”. El Partido Liberal Inglés desapareció por ellas. ¡El mismo año que votaron, es acojonante…! Y llevaba cinco años gobernando.
Entonces: la mujer, como el hombre, se puede decir que no tiene una libertad regalada. Porque la libertad no nos la regalan a nadie. Y la mujer ha conquistado su libertad, obviamente, pero hay que mirar “lo demás”. La verdad es que las anticipaciones palidecen ante las realizaciones, y lo que sí tenemos es una mujer entera y completamente liberada. Desde la píldora, por ejemplo, esa ventaja colosal. Y se van a descubrir más cosas. Y la emancipación de derecho, complementada por el voto… ¿qué más se puede pedir? En fin, a mí me parece que el 90% de las mujeres occidentales estáis encantadas.
Igual legalmente sí, pero socialmente aún hay conquistas pendientes, ¿no? Cierta mirada misógina.
Ya. No creo que haya políticamente nada que hacer distinto de lo que tú individual y particularmente puedes hacer. Claro que hay tíos que son más brutos que un arado, pero hay tías que son arpías. La igualdad, la igualdad… pero, ¿hay alguien a quien le interese la igualdad? La igualdad sólo importa para no agraviar comparativamente en el derecho. Hay que tener igualdad de derecho, pero en todo lo demás la igualdad no es la liberación, es la muerte térmica, figúrate: ¿qué es una corriente eléctrica? ¡Una diferenciación! Si hubiera uniformidad, no habría corriente.
El mundo igualitario es el mundo muerto, el mundo inexistente; es por una parte una entelequia y por otra parte, una maldad. Son ganas de tocar las pelotas. Por una parte es imposible, por otra parte es indeseable y, sin embargo, una serie de analfabetos van por ahí voceándolo como si fuera lo mejor. Qué ridículo, por dios. Lorena, la ventaja de la inteligencia es que es elocuente, la desgracia de la memez y del fanatismo es que no es elocuente, por eso necesita censores, cárceles… recursos externos.
¿Cuándo ama más sinceramente el hombre: antes del sexo o después?
Yo diría que después. Yo he estado tirado a la calle. Me han gustado muchísimo las experiencias carnales, creo que he perdido en el sexo muchos años… si hubiera sacudido menos camas, sabría más cosas ahora, habría leído más. Han sido miles y miles de horas dedicadas a esto. Y lo he hecho con auténtica pasión. Para mí el asunto del sexo ha sido un auténtico misterio, algo sacramental. Ahora en la senectud las hormonas cambian, la libido se sublima… y estoy más tranquilo. Sobre todo nos pasa a los hombres.
Las mujeres en este sentido siempre habéis llevado el timón. Lo que quería aclarar es que ahora sé que el amor es siempre admiración. Puedes tener un arrebato, un gusto, y las cosas bellas son alegría eterna, y por tanto una forma bella, un buen arco de culo, unos labios graciosos, unos ojos profundos, todo esto te puede fascinar, pero en realidad sólo se ama lo que se admira. Y en cuanto no hay admiración, el amor muere. Yo creo que esa es la causa del 99% de las separaciones.
¿Cómo fue su primera vez?
Pues mira, perdí la virginidad con una tal Dorita, una prostituta de la calle de la Ballesta. Recuerdo sus carnes fofas y blancuzcas. A los 23 años yo era virgen, y poco antes de casarme me dio vergüenza serlo, y me fui a la calle de la Ballesta, y Dorita era la menos monstruosa que había haciendo la calle. Era todo muy abyecto. Pobres. Muy triste. Yo entré allí y creo que ni siquiera erecto del todo, es decir: una situación perfectamente tramada por el Obispado. Aquella mujer era un secreto miembro del clero e intentó disuadirme en lo sucesivo de cualquier tipo de acción parecida. No sabía que mordía en hueso duro, pero desde luego me dejó bastante tocadito durante bastante tiempo.
¿Con cuántas mujeres ha estado usted? Una aproximación.
(Ríe). ¡Eso es una impudicia, no pienso decírtelo…! Corramos un tupido velo.
¿Y alguna experiencia homosexual?
Pues mira, de milagro un par de veces. Yo estaba de buenas pero no acabó de concretarse. Por circunstancias exteriores. Accidentes. Yo en aquella estaba completamente abierto a ello, pero los accidentes hicieron que ese par de ocasiones (que se presentaban interesantes) no se efectuaran. Nada, me voy a morir virgen por ese lado. Qué le vamos a hacer.
¿Y qué hay del peor encuentro sexual de su vida?
El de Dorita ya te digo que fue muy malo, pero hubo otro… quiero darte una respuesta veraz, pero haría daño. Mira, es que era una persona que tenía un deseo de reproducirse, ¡y no es lo mismo follar con responsabilidad de reproducirte que follar sin responsabilidad! Ese fue el más difícil. Ese desembocó en una violación, pero mía.
¿Fue usted violado?
Sí.
¿Y le ha quedado algún tipo de trauma?
Ninguno. Al día siguiente fui a la comisaría a denunciar a tres mujeres que me habían violado, porque con la broma de atarme a las patas de la cama… lo lideraba todo una novia guapísima que tenía yo, y las otras eran dos feorras asquerosas, y me hicieron todo tipo de vejaciones. Me metieron el dedo, me pusieron los genitales por la cara, en fin, cosas aberrantes. Esto en Ibiza en el año 71. Están muertas ya: Concha la fea y Ana. La jovencita todavía vive, gracias a dios, muy guapa.
La violación al hombre no se suele tomar en serio por el tema de la erección.
¡Ya! Si se lo tomaron a coña en comisaría. “Me han estado haciendo felaciones involuntarias”, dije, y nada.
¿Cómo cree que ha cambiado la seducción?
A mí me parece que ha cambiado en que ahora la tiene que emprender, más que nada, la mujer. ¡Por contraste! Es que en nuestro tiempo todas estaban poniendo el freno, como en el baile. Realmente la mujer era muchísimo más codiciada antes. No hacía falta que fuese de clase superior. La doncella de una casa podía ser codiciada por el dueño de la casa y sus hijos y los amigos de los hijos, con una intensidad muy superior a la de la dueña de la casa o las hijas. La mujer siempre ha tenido ese gancho hermético. Las que lo tienen, por supuesto, las que no lo tienen están ahí diciendo “ven aquí, que te voy a cortar el clítoris”, y son abuelitas morales. Eso siempre lo ha habido, por supuesto.
Dioniso, el dios del vino, tenía mucho gancho sexual pero era fiel. ¿Ese mito es aplicable a la vida: el hombre monógamo por siempre?
Yo es que lo veo indeseable. La mujer con la que estoy y con la que volvería a estar toda la vida me dijo, al poco de conocerme: “Oye, tú y yo no nos vamos a separar nunca por una cuestión de cuernos, ¿verdad?”. Y dije: “¡Oh, dios mío!”.
Dijo: “Es ella”.
Exacto. Pensé: “Llevo toda la vida deseando escuchar esto. Es la mujer de mi vida”. Es que me parece accesorio… si te tocas o no los genitales con alguien que no es tu pareja es accesorio. Sentirlo como algo muy importante es siempre signo de tremenda inseguridad en uno mismo, de debilidad. ¿Cómo podría ser una causa de divorcio…? Una causa de divorcio es que a ti te guste el tomate y que él lo odie. Los genitales son una cosa muy accesoria: útiles para la reproducción. A mi juicio, lo que nos rige es la admiración. O el desprecio.
¿No le daba miedo que ella pudiese enamorarse de otro en una de sus relaciones sexuales libres?
¡Claro! Pero ahí está el punto de la educación, también. Sucede lo mismo con las inversiones, por ejemplo: coges un socio para hacer un negocio y también el socio te puede salir chungo y traidor. Siempre hay que arriar. O hay libre albedrío o no hay libre albedrío. El amor tiene, entre otras cosas, ese encanto: el de apostar.
O sea que usted es poliamoroso, que lo llaman ahora.
(Ríe). Puede ser. Le he dado una importancia colosal en mi vida. Eso contrasta con la tranquilidad que tengo ahora.
Asurbanipal, Asumarsipal, Sargón… todos decían “nadie resiste el impulso de mi falo”.
¡Sí! Pero en las traducciones lo ponen en letra muy chiquita, porque es muy políticamente incorrecto. Decían cosas como “mi falo es muy poderoso, más poderoso que mi espada”. Ese es el tono que tiene la virilidad antigua, imperiosa.
Y decía usted que a los hombres así, que creen que su falo es nuestro faro guía, deberían ver un poco de porno para bajar al barro.
Y tanto. Imagínate, en Ibiza, cuando empezábamos a ir a las playas en pelotas… se empezó a poner de moda en los setenta. Quienes más se miraban eran los hombres unos a otros, para compararse.
¿Cuánto importa el tamaño?
Qué sé yo, si al final me voy a morir virgen… (risas). Pero supongo que sí, que algo muy pequeño puede afectar a la vida, y si tienes algo como un clítoris desmesurado también, si eres medio hermafrodita… y no sabes si tienes clítoris o pene o qué, ¡hay esos casos! Antes era una gente con una proporción altísima de suicidio, superior al 90%, cuando llegaban a edades púberes. Ahora ojalá dejen de hacerlo, es lo único positivo que le veo yo a las campañas de los trans: que no se suiciden, que es lo que les está pasando durante milenios.
Siguen padeciendo marginación social y laboral.
¡Ya te digo! Bueno, pero lo que me parece delirante es que quitarte una muela te cueste dinero y cambiarte de sexo no. Eso me parece una monstruosidad, una discriminación salvaje, al menos hacia los que tienen dolores de muela frecuentes. Por supuesto, estas personas me evocan una gran compasión, yo sé que nacer así no es ninguna bendición. Primero porque hay esa presión humana hacia el conformismo, porque somos gregarios, pero aun siendo excepcionales (ponle que son como Aristóteles o como Rembrandt), ni siquiera en ese caso, una diferencia tan extensible como no acabar de definirte… es muy difícil. Me alegro de que cada vez salgan más adelante. Es absolutamente respetable pero, lo siento mucho, es una desgracia.
“Los dioses no son impotentes. Los hombres tampoco. Pero ciertas ideologías les pueden hacer impotentes”. ¿A qué ideologías se refiere?
Todas las ideologías que parten de que como dios no tiene cuerpo, todo lo que venga del cuerpo es concupiscente. Y todo lo concupiscente es impuro, y todo lo impuro tiene que ser descartado.
¿Y cree que la ideología política condiciona la forma de practicar sexo? ¿Será que los comunistas son más generosos?
¡Bueno! En principio, los grandes libros de liberación sexual son comunistas. La mujer y el comunismo, que es el libro nuclear, fundamental, que se publica justo a comienzo de siglo XX, y coincide con los libros de Engels, estos sobre la familia. Ahí por primera vez se manifiesta en el comunismo (algo que se había manifestado en la República Platónica) esto de “las mujeres se comparten”. Yo lo veo una atrocidad, lo de compartir las mujeres, ya lo decidirán ellas si quieren ser compartidas o no, ¿qué es esta salvajada?
Primero te peleas con la territorialidad, que son los celos, que a ver quién lidia ese toro (es un toro muy serio, causa el 100% de los crímenes pasionales, para empezar). Y luego esto de “comunidad de mujeres”… mira, no, eso será si ellas quieren, idiota, porque la mujer tiene mucho más claro con quién se acuesta que el hombre. El hombre está ahí dispuesto a acostarse con cualquiera que abra las piernas.
¿Dónde están las mejores orgías?
Las mejores orgías fueron las de los setenta, porque se puso de moda disfrutar, hacer el amor en vez de la guerra, no odiar… y por alguna razón, los feos quedaron excluidos.
Eso es una crueldad.
Fue un fenómeno fáctico.
También los feos tienen derecho a la carne.
Sí, pero es que el feo, como el guapo, es un estado de ánimo. De modo que cuando coges el buen estado de ánimo, dejas de ser feo. ¿Es feo Woody Allen? Pues debe de ser de lo más feo que ha parido el siglo XX. Chiquitito, endeble… y sin embargo ha ligado lo suyo. Cuando nosotros nos reunimos en los setenta montamos la tribu, que es la única que ha hecho la revolución buena, la revolución tierna, la revolución triunfante y compasiva, que es la revolución sexual, y que no ha matado a nadie ni quiere hacerlo. Y la tribu se autodisolvió igual que se construyó a sí misma: sin violencia, sin victimismos. Fue la época más entretenida, vistosa y jugosa de la edad moderna. Y claro, ahí el feo estaba excluido porque era feo moral. Y la fea igual. Pero en el momento en el que sacaba su alma, dejaba de ser fea.
Qué esperanzador.
Te lo dice alguien con experiencia justo en eso. Ojalá ahora el mundo se quite esa asquerosa capa victimista que ha asumido en los últimos 10-15 años, cada vez con mayor fuerza. Victimista porque nadie asume responsabilidad por sus actos. La gente se conduce como “ay, soy una víctima”, pero dentro de cada víctima hay un victimador, alguien con aspiraciones de hacer víctimas a otros, porque odia, odia mucho. Hay que decirle “mira, odio no”. En las casas de Ibiza lo poníamos en el cartel.
¿Qué gran tabú sexual cree que sigue existiendo en la España de 2019?
Creo que ese tabú sexual se ha manifestado claramente en el caso de La Manada. Se ha decidido tomar partido en él sin informarse. Muy poca gente opina tras leer la sentencia. Y cuanto menos han leído la sentencia, más seguros están de que ellos podrían poner justicia en el caso. Esto me da tanta vergüenza. Es un indicio tan claro de parcialismo, de fanatismo, de maldad. Me ha parecido la peor noticia con mucho. Está claro que esos chicos son más brutos que un arado, pero pensar que en un juicio se ha prohibido emitir grabaciones ¡por la presión popular y la presión del fiscal…!
O sea, que se ocultan pruebas. Esto es una salvajada desde el punto de vista jurídico, comparable a la de la discriminación indefinida. A mí me parece muy bien que para compensar que ha habido discriminación por parte del hombre, durante un rato, como un péndulo, se vaya para allá intentando acabar en una posición central, justa, ecuánime. Pues no: ahora viene el señor Zapatitos y te dice que discriminación indefinida. ¿Pero no se ha dado cuenta que discriminar es ofender? Discriminar es una ofensa, un asesinato. Discriminar es la esencia de lo que no se puede hacer. ¿Quién necesita la discriminación positiva: las occidentales? ¡Anda ya, Zapatitos! La necesitan las islámicas, para que te enteres, pero eres lo bastante cobarde, y fanático, y sectario.