Susi Sánchez llegaba la primera a la alfombra roja de los Premios Goya. Es raro que una nominada a la Mejor actriz llegue tan pronto a un evento, pero ella, candidata al premio por La enfermedad del domingo, acudía para responder a las preguntas de la prensa, hacer la foto de rigor, e irse corriendo al teatro. El mismo día que podía ganar su primer cabezón, no faltaba a su compromiso con los espectadores sevillanos.
La intérprete, de 63 años, es una de esas presencias que dignifica cualquier película. Experta en robar las escenas con papeles pequeñitos, su amigo Ramón Salazar escribió para ella un personaje a medida. Duro, seco, incluso antipático, pero al que ella le ha dado una humanidad que hace que todos nos pongamos en su piel. La enfermedad del domingo era una de las olvidadas el día de las nominaciones, y sólo Sánchez salía airosa y con su candidatura bajo el brazo. Se enfrentaba a tres bestias, Najwa Nimri, Lola Dueñas, y Penélope Cruz. La suerte esta vez cayó de su lado.
Con el tiempo justo consiguió llegar a la gala antes de que anunciaran su nombre como ganadora. Se hacía justicia con una de esas carreras tan sólidas que a veces pasan desapercibidas. Sánchez por fin tenía el premio como actriz protagonista, unas palabras que nunca pensaba que se juntarían, especialmente cuando siendo joven siempre la rechazaban en los papeles por ser “demasiado alta”, como confesó cuando fue nominada.
“Es que es verdad… es verdad que soy muy alta”, decía ya entre risas con el Goya entre sus manos. “Antes era muy complicado para las actrices altas, porque no había hombres de esa altura, así que yo misma me contenía y hacía personajes que no eran demasiado humanos. Se lo comentaba a Ramón Salazar y nos reíamos, que yo hacía de fenómenos atmosféricos en el teatro, o de entes… Sólo cuando me hice más mayor, y cuando los chicos más jóvenes eran muy altos, incluso más altos que yo, pude hacer de sus madres, de personajes con sentimientos y emociones”, añadía.
Un cambio de mentalidad
Ha sido pasados los 60 cuando le ha llegado este primer protagonista, y cree que esto también se debe a que hay una cambio de mentalidad “sobre todo en los guionistas más jóvenes, tanto hombres como mujeres”. “Pero queda mucho, se ha dicho la estadística en la gala y es bochornoso pensar en ello. Pero bueno, todo lleva su tiempo y espero que entre todas y todos, no solamente todas, allanemos el camino para que se dé, para que se quite ese tapón masculino que hay en el mundo creativo”.
Queda mucho, se ha dicho la estadística en la gala y es bochornoso pensar en ello
Su trabajo en La enfermedad del domingo, una madre que se reencuentra con su hija a la que abandonó hace 20 años, es un salto sin red, porque tenía que “intentar entender al personaje” para que al espectador le fuera “cercano o reconocible”. “Ramón lo escribió par mí, pero en algún momento yo le dije que si él no hubiera dirigido la película no sé si hubiera sido capaz de hacerlo. Me parecía muy complejo entrar en ese mundo, y me asustaba, porque en nuestra sociedad tenemos una educación que nos hace pensar que las mujeres son malas madres si abandonan a sus hijos, ese prejuicio anclado a la sociedad me asustaba. Un hombre puede dar un paso así sin tanta dificultad y una mujer tiene que dar muchísimas explicaciones”, comentaba la actriz.
A pesar de los nervios consiguió sacar la función adelante, e incluso no pensar en ello mientras actuaba. Cree que es porque ha comprendido que “no hay nada más gratificante que vivir el momento y no quedarme anclada en cosas que ya han pasado y que no puedes hacer nada o en algo que todavía no ha sucedido, así que poder vivir el momento me ha tranquilizado mucho esta noche la verdad”.
Estreno próximo con Almodóvar
Lo próximo de Susi Sánchez está marcado en rojo en la agenda de cualquier cinéfilo, ya que saldrá en un pequeño papel en Dolor y Gloria, lo nuevo de Pedro Almodóvar que se estrena el 22 de marzo. Es la cuarta película seguida del manchego en la que sale, un honor que vive con alegría, ya que además su personaje ni estaba en el guion y Pedro lo escribió “según la marcha” para que pudiera salir.
Este Goya consolida a una de esas actrices que, además, disfrutan del riesgo, de esas películas y directores que apuestan y ofrecen algo alejado del cine más industrial. Por eso recordó en su discurso que el cine es un arte, algo que cada vez se contempla menos en un momento en el que sólo lo comercial parece que triunfa. Pero si aquella actriz, a la que rechazaban por demasiado alta lo ha conseguido, el arte más personal también sobrevivirá.