La tumba de Dolores Ibárruri, La Pasionaria, fue profanada ayer en el cementerio civil de la Almudena, junto a la lápida de Pablo Iglesias Possé, fundador del PSOE y del sindicato UGT. Este acto vandálico no ha tardado en generar revuelo y el nombre de la histórica dirigente del Partido Comunista ha resucitado en el debate social, precisamente en un momento de crispación política severa tras la manifestación del domingo en Colón contra Sánchez.
Ibárruri: he aquí un personaje irrepetible cargado de luces y sombras, un icono genuino en el imaginario sentimental patrio que ha adquirido intensidad de símbolo. Recuerden la mítica fotografía del 77 -firmada por Marisa Flórez y publicada originariamente en El País- en la que La Pasionaria baja, seria y sencilla, casi solemne, por las escalinatas del Congreso, agarrada bien firme del brazo de Rafael Alberti.
Vestida completamente de negro, con sus manchas de mujer mayor en la frente, con los cabellos cano recogidos en un escueto moño. Ahí una anciana revolucionaria aguantando en la nuca las miradas despectivas de los diputados. Esta imagen la recupera la obra Españoles... Franco ha muerto (Libros.com) de los fotoperiodistas Flórez y Raúl Cancio.
Manuel Vicent la llamó entonces “diosa de luto”. Blas de Otero le dedicó un poema: “Vasca desde la raíz /'luchó como el viento del Cantábrico, / amó a los mineros, a los obreros /campesinos; /es resistente como el hierro de Gallarta y / venerable como un roble de mi villa natal, / Orozco”. Heroína o villana -porque entre sus propias filas hubo quien la tachó de traidora e interesada-, encarnó desde su cuerpo enjuto una marca inconfundible de los albores de la democracia. Después de mucha guerra, con ella sólo pudo una neumonía, a los 93 años. Aquí diez curiosidades de la ídola profanada de la izquierda.
1. Su verdadero nombre
Nada de Pasionaria. Ni siquiera Dolores. El nombre con el que fue inscrita en el Registro civil en diciembre de 1895 fue “Isidora Ibárruri Gómez”. Octava de once hijos. Hija de Antonio -minero en Gallarta (Vizcaya), e hijo de minero muerto- y Dolores Gómez. Stanley G. Payne, cuando revisó su vida para la entrada pertinente del Diccionario Biográfico Histórico Español, señaló con malicia que “nació en una familia obrera, aunque no mísera”. Andrés Sorel señaló en Dolores Ibárruri Pasionaria, Memoria Humana, que se educó en “un viejo caserón sin luz, pringoso de humedad que estaba encima de la perrera, la cárcel donde permanecían los detenidos hasta que se ordenaba su traslado a la capital”.
2. La maestra que no fue
El sueño de Dolores era ser maestra: admiraba mucho a su profesora Antonia Izar de la Fuente, quien acabaría muriendo bajo las bombas en Gernika. Sin embargo, aunque sus padres la impulsaron a formarse hasta los 15 años, pronto le quitaron la idea de la enseñanza de la cabeza y le recomendaron que se pusiese a trabajar. Vendió sardinas, sirvió en casas de ricos y se dedicó a la costura: ahí su primer contacto con los obreros y obreras que empezaron a despertarle la conciencia.
3. Su amor oficial: Julián Ruiz
En primer lugar se enamoró de un joven ajustador llamado Miguel Echevarría, pero como el chico apenas hablaba de pura timidez, aquel romance no prosperó. A los 20 años se casó con el socialista púber Julián Ruiz Gaviña. Fue el 15 de febrero de 1916. De su mano entró en la Casa del Pueblo de Somorrostro, donde empezó a beber socialismo. En 1920, Dolores ya levantaba ampollas en sus mitines en la Agrupación Comunista: “Ya apenas puedo hablar de matrimonio. Mi verdadero matrimonio ahora es la política”.
Ruiz e Ibárruri estuvieron juntos 17 años y la ruptura del enlace vino a coincidir con la elección de la Pasionaria como miembro del comité central del PCE. Su hija Amaya dijo en un documental de TVE que su padre “se casó con la chica Dolores, no con la Pasionaria”: “Ella era mucha mujer para alguien tan sencillo”.
4. Sus hijos (y una gran pérdida)
Tuvo seis hijos: Rubén, Esther, Eva y las trilllizas Amagoya, Azucena y Amaya. Eva murió a los dos meses, Amagoya nada más nacer y Azucena a los dos años. Amaya se casó a los 11 años con un oficial soviético y fue la única que sobrevivió a su madre. El 3 de septiembre de 1942, su hijo Rubén, su ojo derecho, -que había combatido en la guerra civil española- murió luchando en Stalingrado. Fue condecorado como Héroe de la Unión Soviética.
“Desde pequeño se acostumbró a las prisiones: primero el padre, luego yo misma. Y a ganarse la vida. Y a continuar nuestra propia acción política”, diría ella sobre su vástago. Carrillo aseguraría que La Pasionaria renunció a “su vida personal” tras esta pérdida. No obstante, el machismo de la época siempre la acusó de “mala madre” por centrarse en lo que ella llamó “el único camino” -es decir, el comunismo-.
5. Su gran amor extraoficial (y vengado): Francisco Antón
17 años menor que La Pasionaria. Paul Preston aseguró que era “esbelto, moreno y guapo”. Llegó a ser comisario político del Ejército defensor. “Se enamoró de ella locamente un compañero estupendo, cosa que se puede entender (…) Vivieron juntos unos años. Francisco Antón sirvió para que la atacaran. Ella era la imagen de la Virgen, de una monja, yo qué sé, lo que era totalmente falso. Era una mujer fuerte, sana. Por tanto tenía no solo el derecho, sino la obligación de tener una vida sexual también normal”, explicó Irene Falcón, secretaria de la dirigente comunista, al respecto.
También señaló que sus compañeros de partido la respetaron siempre y nunca se atrevieron a reprocharle que engañase al marido. Eso sí: cuando él se enamoró de Carmen Rodríguez y se lo contó a La Pasionaria, la venganza fue terrible. Lo contó Gregorio Morán en Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985: Dolores lo depuró, dejando caer que podía ser un agente policíaco al servicio de un país imperialista. Lo desterraron a Varsovia para que fuese explotado en una fábrica.
6. ¿Por qué se llamaba ‘La Pasionaria’?
Cuando se trasladó a Madrid, comenzó a trabajar en la publicación Mundo Obrero. Su primer artículo en prensa lo firmó como “La Pasionaria” porque, sencillamente, era Semana Santa. Hasta hoy.
7. Extraña relación con la fe
A pesar de que la propaganda franquista la vendía como el anticristo, el jesuita Pedro Miguel Lamet señala en su libro Azul y rojo: José María Llanos que La Pasionaria comulgó y se confesó antes de morir.
8. Oradora feroz
Fue conocida por su verbo poderoso. Dejó algunas perlas para el recuerdo: recuperó la frase “¡No pasarán!”, antes pronunciada por Pétain, y la trajo a España. Se usa hasta a día de hoy -la última vez que se escuchó en el panorama político español fue tras los resultados de las elecciones andaluzas, con Vox asomando la cabeza-. También fue ella quien popularizó la mítica sentencia “El pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas” en sus discursos durante la guerra civil española.
9. Calle La Pasionaria
Conserva varias calles por toda España. Especial mención a la calle Dolores Ibárruri en Alcobendas, Madrid, el noveno municipio más rico del país.