Alejandra Martínez: “Distingues a un machista en el sexo cuando presiona para no ponerse condón"
"El feminismo me ha ayudado a subir a un escenario y decir ‘yo me masturbo’" / “Parece que las mujeres tenemos que complacer al hombre siempre".
24 febrero, 2019 02:01Alejandra Martínez de Miguel tiene 24 años: es psicóloga, actriz y poeta escénica. Un auténtico torbellino dialéctico. Las palabras cobran relieve -se hacen cuerpo- cuando ella las pronuncia. Sus mensajes retumban en las salas. Es beligerante, irónica, divertida, y, con todo, honda y tierna. Se expresa digna y feroz y alza sus proclamas líricas como quien declara una guerra.
El año pasado su trabajo se hizo viral al ganar el certamen Poetry Slam con Cállate y déjanos bailar, un relato de tres minutos en el que hilvana estrofas machistas de hasta 20 canciones para formar un poema feminista. 19 días y 500 noches, de Sabina, La raja de tu falda, de Estopa, Carolina, de M Clan o Noche de sexo, de Aventura, eran algunas de ellas.
Otra de sus obras reseñables es Esta es nuestra manada, un texto que escribió al conocer la polémica sentencia del caso de San Fermín y fue recitado con rabia la tarde del 26 de abril, mientras las mujeres llenaban las calles. Ahí su dardo de justicia poética: “Que no se te olvide: yo sí la creo. Que no se te olvide: esta manada aúlla más fuerte que la vuestra”. Este verso social se convirtió en uno de los seleccionados por el ayuntamiento de Carmena y fue tatuado en una acera. Charlamos con Alejandra Martínez de Miguel sobre educación sexual, machismo en el sexo, relaciones abiertas y tabúes no resueltos.
¿Qué importancia tiene el sexo en la vida?
Durante mucho tiempo en mi adolescencia, por la poca educación sexual que había tenido en el colegio o con mis padres, el sexo ha sido bastante tabú. De hecho, yo recuerdo una experiencia que me gusta contar cuando hago poemas que están relacionados con la sexualidad: de pequeña lo pasaba mal hablando de masturbación. Me recuerdo un día, jugando a un “yo nunca”, en plan tomando algo, teniendo 15 años y diciendo “yo nunca me he masturbado”. Me puse colorada y pensé: “No puedo contarle esto a mis colegas”.
Tiempo después y cuando me he puesto a escribir sobre el tema, yo, creyendo que estaba muy liberada en el plano sexual y afectivo, me he dado cuenta de que tenía mucho tabú con mi propia sexualidad y con la sexualidad femenina. La sexualidad es parte de lo que somos y está en lo que hacemos día a día. Es importante ponerle voz y meterla en el lenguaje. Me doy cuenta cuando leo mis poemas con público. Siempre hay caras de “dios mío, es una mujer en un escenario diciendo ‘yo me masturbo’”. La primera vez que lo hice me morí de vergüenza, pero a raíz de decirlo y de decirlo, también te empoderas.
¿Por qué los padres dan por supuesto que su hijo varón se masturba pero no se plantean siquiera que su hija lo haga?
Es parte de la sociedad en la que vivimos. ¿Por qué en chicos está normalizado y en chicas no? ¿Por qué los niños, desde que son pequeños, en los urinarios masculinos se miran el pene y hacen gracias y se preguntan; y por qué las chicas no? Es parte de la cultura: parece que entre chicas está mal hablarlo. Yo lo vivía como si fuera un pecado, como si estuviera prohibido.
¿Fue por una educación católica?
Sí. Recuerdo el típico curso que nos daban sobre sexualidad en el colegio: era para cortarse las venas. Sí que siento que la masturbación femenina sigue siendo un tabú, aunque hablemos más de ello. Yo acabé Psicología, me especialicé en Psicología Social y mis prácticas fueron dar charlas de sexualidad en institutos de Leganés. Fue una experiencia genial porque tenía la oportunidad de dar los talleres de sexualidad que a mí me habría gustado recibir.
¿En qué se diferencian la educación sexual que recibiste y la que impartes?
La que yo recibí se basaba sólo en relaciones heteronormativas, basadas en la penetración, básicamente. Creo que ni siquiera nos hablaron de los preservativos. No lo recuerdo muy bien, pero creo que salí un poco traumada de clase. Todo era falocéntrico. Una visión naif del sexo: la semillita y todo esto, que no entiendes absolutamente nada siendo niño. En cuanto a los cursos que yo he impartido, he tratado de hablar de la sexualidad de forma natural, y no hablar de que tiene que llegar un momento en el que estás enamorado y quieres tener un hijo… sino: cómo disfrutar de la sexualidad de una manera libre y optar. Yo decía una frase en los cursos: “La masturbación es buena siempre y cuando tú quieras masturbarte”. Tú. Porque las niñas a veces me miraban como “pero… yo no me masturbo”… y yo decía: “Si decides practicarlo es una cosa sana, pero puedes elegir no practicarla”.
Y respecto a las relaciones sexuales, yo me refería a no esperar al príncipe, sino a querer a una persona y que los dos queráis tener esa relación. “Cuando llegue el momento, el chico y la chica, o las dos chicas, o los dos chicos”… Por ejemplo, yo hasta los 16 o 17 años no me planteé cómo tenían una relación sexual dos chicas. O qué era un preservativo femenino. Estas cosas son importantes. A veces parece como “le estás dando mucha información a los niños”. No. La información es poder. Los niños ya tienen esa información: la ven a través del porno, de las series, de sus amigos. Cuanta más información les des, mejor. No se van a traumatizar ni nada por el estilo. Hay que explicarles que la sexualidad no es sólo el coito, que es mucho más. Un beso, una caricia también es sexualidad. ¿Por qué no nos educan en eso? Yo hice mis prácticas gratis: no hay dinero destinado a esto en la Comunidad de Madrid, en los colegios públicos, ¿a dónde coño está yendo el dinero? De verdad. Algo tan básico como formar en igualdad sexual a los niños. Es la base primordial de una educación.
Pornonativos. ¿Cómo se puede neutralizar la influencia perniciosa del porno y cuáles son los riesgos que conlleva que la primera experiencia sexual de estos chicos sea con el tipo de porno que predomina en la industria?
El problema es lo que dices tú: si yo soy un adolescente de 12 años y mi primera experiencia con el sexo es a través de un porno heteronormativo, en el que el hombre siempre somete a la mujer, la visión que voy a tener de cómo es el sexo (siendo chica o chico) es una visión surrealista. No tiene nada que ver con la realidad. Yo he visto porno y a veces pienso: de verdad, si alguien tiene una relación sexual así, que lo grabe y me lo cuente. Quiero verlo (risas). No me siento identificada como mujer. Tiene un riesgo terrible. Pero claro: si no hay educación sexual en las escuelas y los padres no hablan de sexo con sus hijos porque se ponen colorados (lo máximo es “usa precaución, cariño”)… obviamente los chicos tienen inquietudes y se meten en internet. La educación debería dar un paso y llegar a los niños antes de que ellos lleguen al porno.
A mí en los coles me preguntaban: “¿Podemos ver porno?”. Las preguntas eran anónimas, me las metían en un buzón. Yo no les puedo decir a unos chavales “no veáis porno”. Lo que puedo decirles es: “Yo os recomiendo que busquéis y que preguntéis antes de ver porno, porque la información que os va a llegar es más real”. Eso hay que transmitirles a los chavales, porque además se crean unas expectativas (siendo chico o chica) que no van a poder llegar a cumplir.
Es cierto que este tema lo solemos enfocar mucho hacia el lado femenino, pero también el hombre puede sentirse acomplejado.
Yo creo que todas las primeras relaciones sexuales son un poquito… no traumáticas, pero sí se viven con cierto miedo. Yo lloré. Pensé: ¿es esto? Esto duele. Pero claro, vas tan tenso, no tienes ninguna información… los adultos tenemos que encargarnos de eso y hablar con los niños.
No sé cómo sería en tu instituto, pero en el mío, cuando una pareja empezaba a salir, se decía eso de “a ver cuántos meses tardan en hacerlo, porque cuanto más tarden, es que más se quieren”. Era una medida del amor. Era casi una prueba perversa para ellos: ¿cuánto sois capaces de aguantar?
No sé si eso sigue haciéndose así, porque hablo con chicas de institutos o en recitales y me da la sensación de que ha girado. Esto se está convirtiendo más en una competición: ¿quién es todavía virgen? “Hala, ¿tienes 18 y todavía no lo has hecho con nadie?”. Es horrible, pero claro: nos ponen Élite en Netflix. Nos muestran a unos chavales de primero de bachiller que hacen orgías y consumen drogas, y yo pienso: perdóname que te diga, yo en primero de bachiller no hacía nada de eso. Y Élite se hace popular. Se hace viral. Nos pone a María Pedraza, un icono visible que gusta a los jóvenes. ¿Qué va a pensar una chica de 16 años? Que no se está drogando, que no está haciendo una orgía, que lo está haciendo mal. Las referencias culturales son esas.
Lo veo a mi alrededor. Hay gente que sólo ha estado con una persona y sigue con esa persona. ¿Eso es saludable sexualmente o quizá no: no sabes lo que te gusta porque siempre has comido cereales?
Hombre, yo lo veo en primos míos que se han casado con su amor de los 14 años, y en amigas mías… y lo admiro. Si estás enamorado de una persona y quieres compartir toda tu vida sexual con esa persona, y es realmente tu elección, adelante. Lo veo bien. ¿Quién soy yo para decirte “prueba otras cosas”? Pero es importante diferenciar entre tener relaciones sexuales y estar profundamente enamorado. No creo que tenga nada que ver. Yo veo importante tener cierta confianza o conexión con esa persona, sobre todo un respeto.
El respeto lo puedes encontrar también en un chico o una chica que conoces una noche, y puedes consensuar el tipo de relación y no va a ser menos válido que si te acuestas con una persona enamoradísima después de un año esperando. Depende mucho de la persona, pero sí que la educación que tenemos ahora impulsa al “tienes novio y después tienes una relación sexual, y después te casas y después tienes un hijo”. Y eso es una puta mierda, porque yo pienso: ¿y si no me quiero casar, y si no quiero tener un hijo, y si tengo novio pero me quiero acostar con otras personas? ¿Dónde encaja todo esto?
¿Crees que caminamos hacia una sociedad de relaciones abiertas?
Pf… no. Me gustaría pensar que sí, pero no. No, no, no. Tenemos valores muy arraigados. Hay mucho miedo a abrir relaciones, nos han educado mucho en el amor romántico.
La posesión.
Totalmente. Yo ahora mismo tengo pareja y con él estoy hablando todas estas cosas como las estoy hablando ahora contigo, pero es la primera vez que me pasa. He tenido otras relaciones en las que si yo planteaba esta conversación, me miraban como “eres una puta”. Creo que a día de hoy mucha gente sigue pensando que no puede compartir su sexualidad con otra persona que no sea su pareja afectiva. Lo veo totalmente normal y válido, nos han educado así. Pero vamos cambiando. Yo he cambiado mucho en ese sentido, hace cuatro años, por ejemplo, era otra.
Creo que el usuario medio del sexo y del amor siente que si su pareja tiene sexo con otras personas, hay más riesgo de que le abandone. Como el sexo crea una complicidad especial… quizá los celos no son tanto por el sexo en sí como por el pavor a lo que puede generar.
A ver, que parece que estoy aquí muy liberada hablando de esto pero jamás he tenido una relación abierta ni nada por el estilo. Es algo que me gustaría probar en algún momento de mi vida porque creo que puedo estar enamorada de una persona, acostarme con otra y no dejar de amar a la primera. Pero en la práctica llegan los celos, llega la posesión, llega el “nunca lo he hecho”, llega el “¿y si me enamoro de la otra persona?”, y luego llega la otra persona también con sus inseguridades… es que el ser humano es un boom. Cuesta mucho llegar a eso, pero partimos de la base de que nunca nos han explicado que ese tipo de relación podría existir. Yo la primera vez que me lo planteé me explotó el cerebro. En plan: ¿soy promiscua por pensar esto? Entran un montón de dudas. Pero creo que es lícito preguntarnos esas dudas.
Viviríamos con más paz si no nos obsesionase tanto la posesión.
Sin duda. Y con más libertad. Pero libertad bien entendida, no esa libertad de “te quiero libre, pero te quiero mía”. No: libertad de “te amo, y te amo con todas tus decisiones, por tus decisiones también te amo”. Llegar a eso no creo que sea utópico, creo que es trabajo de honestidad. Amar a una persona como puedes amar a un amigo. Creo que las relaciones de pareja no son más que una relación afectiva como otra en la que también hay sexo. Si viésemos las relaciones de pareja como vemos nuestra relación con nuestros amigos, lo entenderíamos todo de otra manera. Por ejemplo, una amiga me cuenta un episodio de celos con su novio y le digo: “Piensa que esto me lo estás diciendo a mí. ¿A mí me dirías ‘no salgas con tus amigas del teatro’? ¿Qué me estás contando?”. “No, a ti no te lo diría, pero es diferente”. “¿Por qué es diferente?”. Claro, porque entra la posesión.
¿Cómo está revolucionando el feminismo el sexo?
Dado que el feminismo parte de la igualdad, si la sexualidad del hombre está tan empoderada y tan visibilizada, ¿por qué no va a estarlo la de la mujer? A mí el feminismo me ha ayudado a subirme a un escenario y a poder decir “yo me masturbo”.
¿Cómo se distingue a un machista durante el sexo?
Uf. Qué interesante. Molaría que hubiera un libro. Creo que tiene que ver con lo que hemos hablado antes de crear una base de respeto. Por ejemplo: una pauta muy clave. Tú vas a tener una relación esporádica (hablo de una relación heteronormativa) y de repente el chico no quiere ponerse el preservativo. Esa es una buena forma de distinguir al machista: la presión que hace para no ponerse condón. Te suelta el típico texto de “no, yo controlo, siempre lo he hecho así”… Estas cosas siguen. Luego le dices “¿y las ETS?”. Y él “no, yo estoy limpio”. “Estás limpio porque te duchas en casa, ¿no? ¿Te has hecho las pruebas o qué?”. Pues mira, si empezamos así en el sexo, empezamos mal. O esta idea de que el sexo oral sólo es de la chica al chico.
Hay cosas que están cambiando, a los chicos se les está educando cada vez más en el consentimiento, pero sin embargo… Yo un día le pregunté a mis amigos: “¿Vosotros estáis seguros de que cada vez que os habéis acostado con una tía, esa tía quería?”. Y no supieron contestar. O decían: “Yo creo que sí”. Vale, pero ¿lo crees, por qué? Si a un grupo de mujeres le preguntas “¿tú alguna vez has tenido una relación sexual sin querer?”. Y dicen que sí. Las cifras me están fallando. Yo por ejemplo no he tenido ninguna experiencia traumática, pero sí siento que he dado permisos que no me apetecían. Ahora, a día de hoy, digo “jamás volvería ahí”. Pero claro, si estás en una relación de maltrato, si eres una persona insegura, si no tienes educación… ¿dónde está tu autoestima?
Desgranemos algunos de los puntos que has citado. ¿Qué hay del chantaje del condón? Mi sensación es que la mujer a veces cedo porque tiene miedo de no complacer al hombre, y eso también es cultural.
Sí, y mira lo que iba a decir: “Miedo a que te deje de querer”. Qué cosa tan rara, porque en un primer encuentro dices “no va de esto”, pero sí es como “si no accedo a acostarme con él en estos términos a lo mejor no se quiere volver a acostar conmigo”. O “a lo mejor no me vuelve a llamar mañana”. Yo ahora miro ese miedo y abrazo a mi Ale del pasado y digo: “Joder, cariño”. Pero sí que es cierto que existe. Existe. Y no sólo en relaciones esporádicas, sino en relaciones de un año o de dos. Tienes que identificarlo primero en ti. Dónde están tus permisos, dónde está tu respeto. Cuando lo vemos en nosotras mismas, podemos mirarlo en el otro. Si me preguntas esto hace unos años, no habría sabido responderte a esta pregunta, porque entonces no tenía la información que tengo ahora.
Y en cuanto a lo que comentabas del sexo oral, ¿por qué se ha instaurado que lo normal es que la mujer lo practique y no viceversa: o que tarde más en hacerlo, o que sea menos habitual?
Porque vivimos en una sociedad falocéntrica, en base al pene, de alabar al pene, y de que la tía tiene que complacer al tío y viene desde siempre, desde antes de nuestras abuelas: la mujer tenía que estar dispuesta a dar placer al hombre cuando él quisiera. Y no al revés.
También hay por parte de la mujer cierta vergüenza a ese momento.
Claro, porque nos da vergüenza nuestro coño. No hablamos con otras mujeres sobre nuestro coño. No hemos cogido un espejo y hemos visto cómo es nuestro coño. Es un tabú. Claro, llega un momento en el que hay tantos tabúes, y a mí me han educado así como mujer… es que preferimos practicarle sexo oral al hombre y que él esté bien, aunque nosotras no nos corramos. ¿Cuántas relaciones sexuales hemos tenido las chicas en las que nosotras no hemos terminado de ninguna manera, pero él sí? O él termina y se acaba la relación sexual. Vaya mierda, ¿no?
¿Qué es lo que los hombres aún desconocen del placer y el orgasmo femenino?
Pues nada, es que no saben nada del orgasmo femenino, literalmente (risas). A ver, a día de hoy espero que muchos hombres hetero sí que sepan de la existencia del clítoris y tal, y que nos gusta, y todo esto. Pero realmente si no se crea una relación de confianza en el sexo en la que seamos capaces de comunicarnos y decir “esto me gusta, esto no”, no hay un aprendizaje. Hay que formarse en la sexualidad, porque si no, ¿cómo lo vas a saber? ¿Viendo porno? Pues no.
¿Crees que los hombres heterosexuales no se toman en serio el lesbianismo? Hubo una polémica columna de Sostres que venía a decir eso.
¡Hombre, claro, porque faltaba un falo ahí! (ironiza). Creen que van a venir ellos a arreglar algo. La rivalidad y la competencia y la posesión de un hombre no es lo mismo con una mujer que con otro hombre. Para ellos, si te lías con otra mujer te estás liando con una persona inferior y estás teniendo un sexo de calidad inferior: porque te falta un pene, un falo.
¿Cuál es el mayor tabú sexual que existe en la España de 2019?
Me salen dos. Uno es que una relación sexual puede ser placentera sin penetración: creo que eso es algo que la gente no se lo cree, no lo creen de verdad. La imagen del placer para mucha gente sigue siendo la penetración heteronormativa. La sexualidad abarca muchísimo más, puedes disfrutar de muchas maneras. El otro tabú es la masturbación femenina: porque además siempre pensamos en unos dedos, en una penetración a nosotras mismas, y no es sólo eso. Puede ser un roce y quinientas mil cosas más.