Valerie Solanas, la primera y última feminazi: así quería exterminar (de verdad) a los hombres
Alerta a los machistas que llaman 'feminazis' a las mujeres que luchan por la igualdad: Solanas sí tenía un plan radical. Crear una sociedad sin hombres.
7 marzo, 2019 19:29Esta es la historia de la más radical de las feministas. Valerie Solanas nació en Nueva Jersey en 1936, mientras en España se desencadenaba una feroz guerra civil: ella, para no desmerecer en la causa de la polarización que lleva a la autodestrucción, hizo lo propio con su vida, esquizofrénica y sangrante, ideológica y bélica, lésbica, lectora y creadora. Mujer menuda con los cabellos cortos y la boina calada; los ojos rabiosos e inquietos, el mentón grueso y apretado. Andrógina, compleja y, al final de todo, desencadenada. Siempre escrutando, siempre en desacuerdo, siempre a punto de encañonar al macho.
Se la recuerda en las instantáneas que le tomó la prensa cuando en 1968 disparó contra Andy Warhol y fue detenida por la policía. Se la recuerda con la mirada desafiante y la lengua fuera, como una severa estrella del rock. Fue la mañana del 3 de junio cuando la activista, escritora y feminista radical acudió a The Factory -el estudio del artista, situado en Manhattan- y se lo encontró en el ascensor. Cuentan que él la notó cambiada: ese día, extrañamente, se había maquillado.
Mientras él atendía a una llamada, ella sacó un revólver y le disparó tres veces, hiriéndole de gravedad. En las dos primeras ocasiones falló, en la tercera acertó de lleno: hígado, estómago, esófago y pulmón. Fue declarado clínicamente muerto. Los médicos tuvieron que abrirle el pecho para masajearle el corazón y revivirlo. Las espectaculares secuelas pueden observarse en las fotografías firmadas por Richard Avedon: todo un busto hecho cicatrices. Un artista cosido a venganzas.
Solanas y Warhol se conocían desde hacía cuatro años, y ella estaba furiosa porque le había entregado al rey del pop art un guion de su autoría, titulado Up to ass, y no sólo no le había dedicado atención -nunca se planteó siquiera producirlo en teatro ni cine-, sino que además lo había extraviado, de puro desinterés. Tampoco contestaba a sus llamadas cuando ella le reclamaba el manuscrito.
Muera la estética, viva la política
Había más matices: Valerie estaba obsesionada con Warhol, como una fan irascible y descontrolada, pero lo odiaba a la vez por la forma en la que había representado a la mujer en su trabajo, envasándola y dulcificándola como un objeto más de consumo. La propuesta de Warhol simbolizaba, en el fondo, todo lo que Solanas detestaba: el capitalismo artístico, la obra vacía de contenido político. Pura estética, puro brilli-brilli, pura tralla mercantil.
La misma tarde del intento de asesinato, Solanas se entregó. El artista prefirió no presentar cargos ni testificar en su contra; sólo dijo que ella era una persona “interesante y divertida” a la que se le había ido de las manos “el acoso”. Fue benévolo, o quizá sólo cobarde. El juez inhabilitó legalmente a Solanas y la envió a un psiquiátrico, tras ser diagnosticada de esquizofrenia paranoide.
He aquí un gesto pop: disparar al celebrity, como hoy cantan Los Chikos del Maíz en su nuevo tema. “En el futuro, todo el mundo será famoso durante 15 minutos”, había dicho Warhol, y ella lo tomó al pie de la letra. Pero no se conformó sólo con beber del aura del artista. Hizo algo más y alargó su propia leyenda. Valerie no es únicamente la mujer que atentó contra un dios mediático, sino un personaje fascinante y enfermo que parió manifiestos propios, ideas propias, ofensas propias. Proclamas incendiarias para defenderse de una sociedad que la expulsaba. Era “feminazi” -como llaman los reaccionarios a las mujeres que luchan por la igualdad- pero ahora sí que sí, ahora de verdad, ahora la figura temible se hizo carne, porque su plan era exterminar a los hombres en el sentido estricto de la palabra.
Una vida de abusos y marginación
Valerie era radical porque el mundo la hizo así. De niña sufrió abusos sexuales por parte de su padre. Más tarde fue maltratada por su abuelo alcohólico. Nunca tuvo referentes masculinos que le tendiesen una mano: al revés, fue vituperada y herida por ellos, por eso dedicó su vida a la revancha. A los 15 abandonó su casa y quedó embarazada. Dio a su hijo en adopción. Mendigó. Vivió en la calle y, a pesar de ello, terminó sus estudios superiores, llegando a cursar un postgrado en Psicología. Fue ahí donde elaboró su tesis contra-freudiana: mantenía que no es la mujer quien envidia el pene del hombre, sino el macho quien recela a la hembra porque es una versión deficiente de ésta.
“El hombre es un accidente biológico. El cromosoma Y no es más que un cromosoma X incompleto (…) El hombre es una mujer fallida, un aborto ambulante, una desgracia congénita. Ser hombre es tener algo de menos, es tener una sensibilidad limitada. La virilidad es una deficiencia orgánica. Los hombres con seres disminuidos, incapaces a la emoción”, escribió. Hay voces que creen que se prostituyó un tiempo para poder sobrevivir; de hecho, su obra Up your ass -la que Warhol ignoró- trataba sobre una joven prostituta y drogadicta que mendigaba y detestaba a los hombres. Esa mujer sabía que su situación no era fruto de la mala suerte, sino de un sistema machista que le ponía la zancadilla continuamente.
Su ideario se convirtió en plan de acción cuando lo canjeó en el Manifiesto SCUM (Society for cutting up men), que propone una sociedad sin varones. “El macho, como la enfermedad, ha existido siempre entre nosotras y no debe seguir existiendo (…) SCUM no se consuela con la perspectiva de las próximas generaciones. SCUM quiere actuar ya. Si una gran mayoría de mujeres fueran SCUM, tomarían el mando total de este país en pocas semanas, simplemente rehusándose a trabajar, paralizando así a toda la nación”. El deseo de Solanas era que los avances genéticos pudiesen colaborar con las hembras para que no necesitasen, nunca más, el semen para reproducirse.
Su plan: un mundo sin hombres
A su parecer, el hombre es “psíquicamente pasivo”: “Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre). Su principal medio para intentar demostrarlo es tener relaciones sexuales (un Gran Hombre con un Gran Pene desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, el suyo, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sexuales es un intento desesperado y compulsivo de demostrar que él no es pasivo, que él no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo”.
Y hay más: “El hombre, por naturaleza, es una sanguijuela, un parásito emocional, y por lo tanto no es apto éticamente para vivir, pues nadie tiene el derecho de vivir a expensas de otro”, relataba, y, aún más, amenazaba: “SCUM arremeterá contra las parejas mixtas, es decir, de hombre-mujer, que encuentre a su paso y las deshará”.
A los machistas que hoy tildan las reivindicaciones por la igualdad de “feminazismo” les aliviará comprobar que, aunque las cosas pueden llevarse realmente lejos, el ideario de Solanas no es suscrito por el movimiento feminista actual. Se trata de una propuesta hembrista y extrema que no tiene cabida en la manifestación del 8 de marzo. Respiren tranquilos: ya no está, ya se fue, ya descansa en el cementerio de la iglesia de Saint Mary en Virginia, muerta por una neumonía, la mujer que quiso revolucionar el sistema y “cortar en pedazos a los hombres”.