¿Podrá conocerse algún día la identidad de la persona que se escondía detrás del sanguinario Jack el Destripador? Si se pregunta a los investigadores de la Universidad John Moores de Liverpool, su respuesta será afirmativa, incluso dirán que han conseguido revelarla. Ellos acaban de encontrar una pista desconocida para todos los forenses genéticos que se han embarcado en la utópica misión de ponerle nombre al asesino, de desenmascarar al misterioso sujeto que mutiló a al menos cinco mujeres en el barrio londinense de Whitechapel a finales del siglo XIX.
El nuevo estudio se ha centrado en analizar un chal de seda de una de las víctimas de El Destripador, Catherine Eddowes, que supuestamente habría sido retirado de la escena del crimen por un policía. La prenda está salpicada de aparentes manchas de sangre y semen, y tras conducir los pertinentes análisis de ADN, los investigadores han dado con un viejo conocido: Aaron Kosminski, un peluquero polaco emigrado en Londres cuyo nombre ya engrosaba la larga lista de sospechosos.
Para llegar a esta conclusión, el test genético ha consistido en examinar los restos de ADN extraídos del chal y compararlos con los descendientes de Catherine Eddowes, así como con el del propio Kosminski. "Por primera vez, describimos un análisis sistemático a nivel molecular de la única evidencia física existente relacionada con los asesinatos de Jack el Destripador", han apuntado los autores del estudio en la revista Journal of Forensic Sciences.
Se trata de la primera afirmación de tal envergadura sobre la identidad de Jack el Destripador que aparece en una revista científica, lo que ya ha provocado bastantes dudas en otros sectores de la comunidad científica. Turi King, de la Universidad de Leicester, que ayudó en la investigación de los huesos del Rey Ricardo III, ha cuestionado los hallazgos, calificándolos de "mala ciencia" debido a la falta de detalles sobre la metodología y al hecho de que los autores no publicaron las secuencias de ADN en las que basaron sus afirmaciones, según informa The Times.
Sin embargo, la conclusión de los autores del estudio es bastante clara: "Todos los datos recopilados apoyan la hipótesis de que el chal contiene material biológico de Catherine Eddowes y que las secuencias de ADN [mitocondriales] obtenidas de las manchas de semen coinciden con las secuencias de uno de los principales sospechosos de la policía, Aaron Kosminski".
Lo que les critican es no hacer público el análisis de ADN del chal y de los familiares vivos de Catherine Eddowes. En lugar de esto, han representado sus hallazgos en una simple tabla de bloques de color, explicando que esto es mucho más útil para el público general. También se justifican por "las restricciones establecidas por la La Ley de Protección de Datos: la información detallada de ADN de individuos vivos no debe ser publicada". Más elementos de debate para un caso que lleva 130 años esperando conocer la identidad del asesino.