'El Pelayo', la obra de teatro que enardecería (y decepcionaría) a Vox si conociera la historia
La obra de Manuel José Quintana se enfrentó a las censura de sus coetáneos por presentar a un Don Pelayo sin idealizar.
13 abril, 2019 02:19El escenario elegido por Vox para poner punto de partida a su campaña electoral ha sido Asturias. Bajo la estatua de Don Pelayo, Santiago Abascal ha mencionado el "potente simbolismo" que ofrece un lugar como Covadonga. "Cientos de compatriotas en la cuna de España para acompañar a Vox en el arranque de la campaña electoral. Comienza la reconquista para España de su unidad, de la libertad y del sentido común", ha escrito Abascal en su red social de Twitter.
El pasado histórico de España es uno de los recursos que emplea el partido de extrema derecha en sus discursos políticos: "No queremos, ni debemos olvidar, (...) la liberación de Granada por las tropas españolas de los Reyes Católicos, poniendo fin a ocho largos siglos de Reconquista contra el invasor musulmán". Y es que la expulsión de los musulmanes de la Península Ibérica es uno de los temas que con más orgullo abanderan. Al igual que el 2 de enero de 1492, fecha en la que se 'recuperó' Granada, la batalla de Covadonga es otro de los acontecimientos clave para el partido presidido por Abascal.
Dicha batalla tuvo lugar en algún momento entre el año 718 y 722 —los pocos datos verificables se conocen gracias a las crónicas astures de la época— y significó el principio del fin para Al-Ándalus. Pese a las referencias poco concretas de la batalla, muchos historiadores, principalmente a partir de la dictadura franquista, ensalzaron y engrandecieron el suceso acontecido con motivo de enriquecer el patriotismo español y sus hazañas.
En el año 1805, el poeta español Manuel José Quintana y Lorenzo publicó Pelayo, una tragedia de cinco actos en el que la historia del aclamado protagonista dista mucho de la adulación de Vox hacia su héroe astur. En esta obra que solamente cuenta con nueve personajes, se muestra el conflicto musulmán y cristiano personificado en Pelayo y Munuza, gobernador musulmán del norte de la península.
El texto muestra un claro rechazo a Munuza: "Tú, arrogante musulmán, te engañas cuando en la fuerza y el poder fiando, piensas que todo a tu querer se allana. No cuanto sabe ansiar logra un tirano; talar los campos, demoler las casas, inundarlas en sangre, esto le es fácil; mas degradar por miedo nuestras almas, mas mover nuestro labio a tu albedrío, bárbaro, a tanto tu poder no alcanza".
La obra insiste en su marcado carácter patriótico: "¿Temblaréis, cederéis? No, vuestros brazos aleen de los escombros que nos cercan otro estado, otra patria y otra España más grande y feliz que la primera". O: "Siglos y siglos duren las contiendas; y si un pueblo insolente allá algún día al carro de su triunfo atar intenta la nación que hoy libramos, nuestros nietos su independencia así fuertes defiendan, y la alta gloria y libertad de España con vuestro ejemplo, eternas sean".
El Pelayo que se presenta a manos de Quintana también es descrito como "grande", "virtuoso" o "admirable". Sin embargo, nunca aceptará el matrimonio entre su máximo enemigo y su hermana Hormesinda. "Esa infame mujer a quien mi labio no puede sin horror nombrar hermana; esa mujer frenética nos vende", dice Pelayo enfurecido. Incluso culpa a su propia hermana de la conquista musulmana de las ciudades de Toledo y Mérida. "Ella al poder del moro nos arrastra". Tendrá la oportunidad de decírselo personalmente a Munuza en el acto tercero: "Yo te aborrezco, y te persigo; y ella... ¿Cuál delito es mayor?, ella te ama.
Por su parte, Hormesinda se defiende de las acusaciones de su hermano y se siente decepcionada ante sus severas palabras: "Pelayo, agravia cuanto quieras mi fe: nombres atroces busca, y aflige a tu angustiada hermana..."
La tragedia no solo muestra a un Munuza humanizado y hasta misericordioso con sus enemigos en ciertos aspectos, sino que destaca porque Hormesinda muere a manos de Pelayo. Se cambian las tornas y es el héroe español por antonomasia quien termina siendo el 'villano' de la tragedia. "¿Quién fue el hombre atroz?", le pregunta a Leandro. Este, sin querer confesar su posición, es obligado por Pelayo a pronunciarse. "Dilo", le insiste el astur en una escena repleta de intriga. "Tú mismo", responde Leandro. Así, Don Pelayo, el primer rey de Asturias, gana un trono pero pierde a una hermana.
Como era de esperar, la obra de Quintana jamás se vio con buenos ojos. El periodista y dramaturgo José Mor de Fuentes le escribió para que fuese Munuza quien diera muerte a Hormesinda. Así, ante las críticas de intelectuales de su entorno, Quintana reescribió la obra en 1821 con la nueva versión; una versión que volvía a magnificar la imagen de un Don Pelayo del cual se desconoce gran parte de su vida y que los escritores han dado rienda suelta a su imaginación en pos de sus intereses ideológicos, históricos y literarios.