En la escena final de Balada triste de trompeta, la película de Álex de la Iglesia, los dos payasos que pretenden a la trapecista Natalia se enzarzan en una lucha a muerte sobre la gigantesca cruz del Valle de los Caídos. El escenario, el mausoleo de Cuelgamuros, suscitó la atención del fotógrafo Toni Amengual, que decidió plantarse en la explanada del monumento con su cámara para "tratar de entender qué es lo que hay allí". No se refiere a los restos de las 33.833 personas enterradas, sino a las sombras artificiales que ocultan parte de la historia reciente de España.
Aquella primera vez fue en 2011, y Amengual volvería tantas veces al Valle de los Caídos entre esa fecha y 2014 para ir moldeando su proyecto que no recuerda cuántas fueron en total. "Era un lugar sin un trabajo en profundidad y con un aura bastante particular. Por eso decidí ir allí a fotografiarlo", cuenta a este periódico. Y empezó a disparar: un charco en el que se refleja la cruz de piedra de 150 metros de altura invertida, turistas jugando con la perspectiva, un monje benedictino paseando entre los árboles del bosque... ¿Pero qué muestran esas instantáneas?
"Quería capturar lo que no se ve con los ojos. Ver el ambiente, la atmósfera, ir más allá", explica el artista. "Tenía la voluntad de hacer una cierta arqueología visual y entender lo que no se nos ha contado a los que nacimos después del franquismo". O lo que se ha contado de forma partidista, según el bando. Es decir, el Valle de los Caídos como símbolo de silencio, un paraje espectral, lleno de fantasmas, y que ensalza, más de 40 años después de su muerte, la figura de un dictador.
FLOWERS FOR FRANCO. Toni Amengual from Toni Amengual on Vimeo.
Todas esas imágenes —un total de 47— se recogen ahora en el libro Flowers for Franco, editado en forma de misal, de libro de rezos, con las instantáneas impresas en las páginas impares, y con un papel en blanco en las pares que deja entrever lo que se esconde a la vuelta de la hoja. "Es como ir pelando una cebolla: ir quitando capas para ver lo que se esconde debajo", apunta Amengual.
¿Y qué es lo que alberga el Valle de los Caídos? "Todo ese lugar está concebido para aterrorizar a quien venga, para generar terror en el visitante. Tiene una carga de muerte muy clara y la arquitectura está inspirada en el libro del Apocalipsis. Es la cristalización perfecta de una historia de terror", dice el fotógrafo, que durmió varias noches y algún 20-N en la hospedería monástica aledaña al monumento "a los caídos en la Guerra Civil".
Toni Amengual recondujo su proyecto al pisar Cuelgamuros, donde se encontró con dos tipos de personas: las que acuden un fin de semana por interés turístico, atraídos por la monumentalidad del lugar y que se dedican a hacer fotos jugando con la perspectiva al más puro estilo torre de Pisa; y las que peregrinan anhelando una conexión sentimental con el régimen difunto. "Hay gente a la que el Valle de los Caídos le parece un parque temático y otra que busca cierta nostalgia, cierta vinculación con el sitio", añade el autor de Flowers for Franco.
El título se revela como un homenaje a Leonard Cohen y la ironía que vierte en su libro de poemas, Flowers for Hitler. "Pensamos que hay cosas que están superadas pero la gente sigue llevando flores a Franco y a José Antonio Primo de Rivera", continúa el fotógrafo, que reclama la necesidad de contextualizar el lugar: "Aquello, así como está, no tiene nada de reconciliador; no hay ningún tipo de contexto. Sería interesante usar el monumento para explicar la historia que no se nos ha contado".