Guillermo Rodríguez Godínez (Alicante, 1994) es Arkano cuando se sube al escenario a improvisar en las batallas de gallos y deja al mundo con los labios sellados. Tiene dentro la verborrea universal, una fuente de palabras afiladas e imágenes poéticas, un mensaje osado y resistente para una sociedad llena de fisuras. No viste de rapero, no se las da: va a reventar el género desde dentro, va a ensanchar sus costuras. Hace tres años ya que se hizo récord Guiness con un rap espontáneo de 24 horas y 34 minutos en la Puerta del Sol. Sólo paró tres segundos para beber agua. Más tarde presentó Asalto al vacío (Ediciones Martínez Roca), un diario de crecimiento, experiencias y valores en el que respondía a la pregunta de cómo había llegado hasta allí. 

Hoy persiste en su carrera musical y hasta presenta un programa en RTVE llamado Proyecto Arkano, donde debate con otros jóvenes sobre los temas que más preocupan a los millenials: de las redes sociales al machismo pasando por el sexo y el culto a la imagen. Lo más interesante de su trabajo y su discurso siempre ha sido su manera de esquivar los comentarios sexistas y homófobos que ha recibido en el mundo del rap. Y su modo de defenderse sin usar las mismas armas bajas. Ni siquiera ha llegado nunca a afirmar o desmentir su filia sexual: no es competencia de nadie. Guillermo gana reyertas verbales sin mancharse la lengua con machismos, homofobias o descalificaciones personales. Lucha por el contenido, como ese Chojin al que admira. Hoy charlamos con él sobre sexualidad. 

¿Qué es el sexo para Arkano? 

Pues el sexo para mí… es un camino en el que me queda muchísimo que descubrir. Me quedan muchos complejos, a nivel personal, que quitarme. Muchos estigmas con los que luchar. Cosas que heredas de la sociedad y reflejas en el sexo, y como no es algo de lo que se suela hablar, es más complicado quitárselo de encima, ¿sabes? Bueno, y por supuesto el sexo también es algo que disfrutar, pero en mi caso sólo puedo disfrutarlo cuando hay un vínculo de confianza, no me vale el “aquí te pillo, aquí te mato”. 

¿A qué tipo de complejos te refieres, y a qué herencias sociales?

El gran problema de mi generación es que hemos aprendido del sexo viendo porno. Parece que los cuerpos tienen que ser perfectos, y en cuanto tienes una imperfección, te rayas. “Ay, tengo barriga”, o “no la tengo tan grande”… es como: hostia. Te afecta. En cuanto a estigmas… la visión machista que hay del sexo es heredada del porno y, en general, de lo que nos han contado. Hasta hace poco, yo tenía en mente que era yo quien me tenía que correr, y que si ella no se corre es más normal. Hay que ir luchando contra esas cosas, contra esa visión tóxica que tenemos del sexo. Cuánto que aprender, todavía. Por ejemplo: la idea de que el sexo no es únicamente la penetración. “Venga, que eyacule el tío y ya está”. No. Hay millones de formas de tener sexo, nadie nos las enseña y al final eres tú en alguna conversación con algún colega quien las va descubriendo… encima, el tener la suerte de ser chico y poder hablar de sexo más libremente, porque también parece que está mal visto que una chavala comente sobre el tema. Te miran como a una guarra si hablas de sexo. Es una vergüenza. 

¿Cuál es tu relación con el porno y a qué edad empezaste a consumirlo?

Diez, once años… bueno, lo descubrí de esto que te ponías el ONO y un canal era X. Por la noche ahí había cositas. Además tampoco es que lo comentaras mucho con tus amigos. Alguna cosa básica como “si te haces una paja, tienes que seguir con la paja para seguir con el placer...”. Eran cosas sueltas, muy infantiles. Te ibas haciendo una idea o una imagen de lo que podía ser tener sexo con otra persona. Imagínate. Así hemos salido. 

¿Qué harías con este fenómeno cada vez más extendido y que cada vez afecta a niños más pequeños? ¿Lo regularías?

Es una buena pregunta. Yo no limitaría el porno, no intervendría en él… porque al final estás generando una ficción, como en las películas del cine, pero sí que es verdad que lo contrarrestaría con mucha información. Que el sexo fuera un tema del que se pudiera hablar, darle visibilidad, tirar tabúes. Que se abordase la sexualidad con una perspectiva sana, con capacidad crítica, no tomar el todo por el todo y decidir qué porno te gusta consumir. Siempre habrá porno de todo tipo igual que cine de todo tipo, pero lo importante aquí es que se respeten los derechos y la dignidad de los actrices y actores.

¿Cómo fue tu primera vez?

Mi primera vez fue por presión social. Con 14 años. Estaba empezando a rapear y mis amigos eran mayores, como de 17 o 18 años. Y siempre contaban “tuve sexo con ésta, pasó esto...”. Yo estaba ahí como: “Mierda, soy virgen”. En ese momento era como una losa. Ahora pienso “qué ridiculez”. Me creía que iba con un cartel de “soy virgen”. No fue nada especialmente bonito ni especialmente placentero, pero a nivel mental fue un descanso. Luego a lo mejor estuve como un año o dos sin tener sexo, no surgió, no salió, y yo ya no estaba preocupado. “Ya era un hombre”, por decirlo de alguna manera.

Esto de “ya eres un hombre” me recuerda a un conocido que me contó que su primera vez había sido con una prostituta porque lo había llevado su padre. Eso luego repercutió en su vida sexual. ¿Cómo convive tu generación con el sexo de pago?

Yo la prostitución la he percibido como algo de generaciones anteriores. Al menos en mi círculo no hemos vivido eso. Nunca ha estado la idea de “vámonos de putas”. A mí con esa imagen me viene a la cabeza un señor mayor y barrigón, con el puro y el whisky, que se va ahí con prostitutas… no lo he vivido de cerca.

La prostitución, ¿de qué te parece un síntoma social? ¿Eres más regulacionista o abolicionista?

Tal y como se está viviendo hoy en día, la prostitución es un síntoma social bastante negativo, es algo fruto de la desigualdad social que hay entre hombres y mujeres, de la relación de poder que hay, de sus desigualdades económicas… pero yo, desde mi punto de vista, no me atrevería a sentar cátedra sobre el tema. Sois vosotras las mujeres las que tenéis que decidir si abolicionismo o no, porque sois vosotras las que lo sufrís y algunas de vosotras las que os empoderáis cuando lo hacéis, como Virginie Despentes. Hay casos de ese tipo en los que una mujer se siente bien con su cuerpo y  quiere ganar dinero con ello. Lo hace y ya está. Es una minoría, está claro, pero esos casos también tienen que ser tenidos en cuenta. No soy yo quien está sufriendo con este tipo de cosas. 

¿Eres pro o contra Tinder?

Yo nunca lo he usado, pero me parece bien que la gente se conozca y folle a gusto.

¿Sientes que conlleva cierta deshumanización, a veces, ese “usar y tirar”? 

Yo lo veo como una evolución. Si eres capaz de concebir una relación de folleteo como lo que es: meramente un plano superficial, un plano físico, olé tú por disfrutarlo. Yo no he sido capaz de llegar a ese nivel, por esas cosas que te digo que arrastro. Pero hay gente para la que no es tan distinto disfrutar de comerse una tarta, jugar al pádel o tener sexo con un desconocido. Eso tampoco es incompatible con tener relaciones emocionales más profundas. No me parece que el hecho de que alguien esté preparado para follar con cinco personas a la semana vaya a ir en detrimento de su sentimentalidad.

¿Crees que somos más o menos felices que nuestros padres?

Sinceramente, creo que no somos menos felices. No sé cuánto de felices eran, pero siento que cada vez tenemos más herramientas de educación y de información. Cada vez somos más libres. Si tuviera que arriesgar, diría que somos más felices.

¿Crees que es posible la fidelidad en estos tiempos?

Bueno, he visto muchas parejas que duran mucho tiempo y que son fieles. 

¿Seguro?

Es verdad, en realidad no lo sé (risas). La fidelidad es una autoimposición que nos hacemos como sociedad porque es la manera de generar relaciones y mantener las familias. Es algo artificial, creado para que el Estado sobreviva. Hay que generar parejas fieles… es nuestro modelo de sociedad. Yo creo que va un poco por ahí. Es algo que nos ha metido en la cabeza el Estado y la Iglesia. Un modelo de familia “correcto” y lo tenemos interiorizado. 

¿Cómo erradicar el sentimiento de posesión?

Es complicado. Y el sentimiento de culpa, que viene de la posesión. Es la necesidad de que las relaciones que tienen algo de amoroso o de sexual tengan que tener más implicaciones. Se nos ha metido en las entrañas. Por eso a mí los poliamorosos me parecen gente evolucionada. Hostia, ojalá llegar a eso, a tener relaciones humanas libres que no estén basadas en la posesión, y si te apetece compartir camino con una persona mucho tiempo, adelante, pero sin establecer barreras artificiales que no tienen sentido. Yo todo esto lo veo muy claro en la teoría, pero a la hora de bajarlo a lo práctico, ay… 

¿Cómo se sabe cuando uno está enamorado; cuándo merece la pena la monogamia?

No estoy capacitado para responder a eso. No estoy capacitado… para identificar el amor. Ni siquiera estoy seguro de haber estado enamorado realmente, es difícil de saber. He tenido relaciones, pero no sé. La verdad es que eso es un tema que me tiene jodido y ahora estoy en un momento de investigación, de crecimiento personal.

¿Cómo ha cambiado tu vida sexual tu éxito como rapero? ¿Es cierto que existe ese aura de rockstar?

Bueno, con el rap es distinto. Pero yo he tenido bastante paranoia porque he sido muy estricto con lo de… si se acerca alguien a mí por el rap, si viene en plan fan… siempre he sentido que tenía que rechazar esa posible relación porque no te está buscando a ti, sino al artista. Cualquier mínimo síntoma de admiración o algo por el estilo me causaba un rechazo de pleno, pero llegó un punto en el que intenté buscar un equilibrio con esto. Una cosa es que te venga alguien en plan “tío, Arkano, te amo, eres lo mejor del mundo”, y sólo vea en ti a la figura del artista. Pero otra cosa es que le haya podido atraer tu arte y otras cosas, igual que a mí me puede pasar, por ejemplo, con el trabajo de una artista que hace una exposición, y, más adelante, se crea una relación emocional o sexual. No es algo para rechazar de golpe. Era muy nazi con el tema (risas).

¿Cómo ha cambiado el feminismo el sexo?

De manera muy positiva. Lo primordial es quitarnos esa idea de que el tío se tiene que correr sí o sí. O en el sexo oral: es una pena que tengamos interiorizado que ellas se lo hacen a ellos pero ellos a ellas… menos. O en la seducción. Lo de que tenga que ser el tío quien salga a cazar, y que tengáis que ser las mujeres las que estáis ahí, pasivas, esperando, y aguantar que os entren de manera activa e insistente un millón de tíos. El concepto “ligar” en mi cabeza no tiene sentido, porque suena a “engañar”.

¿Como a hacer trampas?

Sí. A “a ver qué voy a hacer para liar a la otra persona”. Si nos relacionamos como seres humanos, si somos bidireccionales… ¿te vas a comportar de otra manera porque te quieres acostar con esa persona? Si surgen cosas, estupendo, pero este comentario de los tíos de “me he follado a tal”. Bueno, ¿habréis follado, no? Ambos. Es machista. Y es perverso porque muestra una relación de poder en la que él está por encima. Él es el conseguidor y ella sólo el trofeo. Nos queda mucho por hacer, y el feminismo está ayudando a que eso cambie. 

¿Cuál es el gran tabú sexual de la España de 2019? 

Jugar con el culo de los chicos. Chicos, probad a que jueguen con vuestro culo, es una maravilla. Esto de “ahí no entra nada”…

¿Hay algo homofóbico ahí?

Sí, es esa cuestión de la relación de poder, de que el dominante penetra al dominado. Se ve mucho en las batallas de gallos, con lo de “te follo”. Cuidado con eso. 

¿Influye la ideología en el sexo?

Bueno, parto de la idea de que siempre encasillar o generalizar es absurdo, porque te puedes encontrar de todo. Sí que creo que en la izquierda el feminismo tiene mucho más calado e intuyo que esos cambios que está trayendo el feminismo será más fácil verlos en gente de izquierdas. Es posible que sus relaciones sexuales sean más sanas, pero ya te digo, imposible generalizar.