Jordi Canal: "La monarquía en España no es un problema, sino una solución a los problemas"
El historiador analiza en un breve ensayo el papel de la monarquía española en las últimas décadas y el debate que la enfrenta a la república.
9 mayo, 2019 03:20Las aguas bajan más tranquilas en Zarzuela. Tras los escándalos de los últimos años —el affaire de Juan Carlos I con Corinna, Urdangarin y el caso Nóos, la abdicación...—, Felipe VI parece haber reconducido el rumbo de la monarquía gracias a su disposición efectista y sensatez, además de imprimirle un cierto cariz republicano. O al menos eso es lo que defiende Jordi Canal (Olot, 1964), doctor en Historia y profesor en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, en un breve ensayo titulado La monarquía en el siglo XXI (Turner), donde destripa el pasado reciente de la institución y las alternativas que se vislumbran para el futuro. ¿Reinará Leonor o verá España la proclamación de la Tercera República?
Juan Carlos I se sentó en el trono por la voluntad de Franco, un dictador que se había sublevado contra el anterior régimen democrático. ¿Qué legitimidad tiene la monarquía en esas circunstancias?
Hay una legitimidad de origen en la monarquía actual que nos lleva al franquismo. Franco, como dictador, decide que España debe ser un reino, aunque no tenga rey. Él instaura una nueva monarquía, porque no es una restauración de la vieja. Se la saca de la manga. Pero desde su muerte, la monarquía adquiere cuatro legitimidades que hacen que esa legitimidad de origen desaparezca.
Que son...
La primera es la dinástica: en el 77 don Juan renuncia a sus derechos a la Corona, con lo que Juan Carlos I ya no es algo que se salga de la sucesión dinástica normal. La segunda, la constitucional: la Constitución del 78 lo que hace es apartar esa legitimidad de origen en la dictadura y darle una nueva que viene de la Carta Magna, que introduce la monarquía parlamentaria como forma de Estado. Eso es lo que votan los españoles: votar la Constitución era votar la forma monárquica. Constitución y monarquía van a la par hasta hoy mismo.
Luego, hasta el 82, adquiere otras dos legitimidades: la democrática, porque la monarquía de Juan Carlos I ayuda a la consolidación democrática en España, y se convierten en algo inseparable; y la popular: los españoles valoran positivamente la actuación del nuevo Rey. Y esas cuatro legitimidades son las que la monarquía mantiene hasta tiempos de crisis, a principios del siglo XXI.
En el libro asegura que la monarquía era la única salida factible para España tras la dictadura. ¿Por qué?
En aquel momento era complicado pensar en una solución de otro tipo. Hay una evolución entre el final de la dictadura y el inicio de la democracia, y en esa evolución la monarquía es lo que venía, lo que Franco había dispuesto. Y algunos sectores fuertes, como el Ejército, no hubieran aceptado otra vía. Pero al mismo tiempo, en el 75-76-77, había una amplia memoria. A veces nos dicen que hubo mucho olvido en la Transición; yo creo que lo que había era mucha memoria, memoria de cómo había sido la última experiencia republicana en España. La Segunda República había terminado en una guerra civil y ésta en una dictadura. Volver a ponerla encima de la mesa podía ser visto como regresar al pasado, y en aquel momento nadie quiere hacerlo, la gente quiere mirar hacia delante, hacia el debate fundamental: si democracia o quedarse en sucedáneo de la dictadura. Y eso lo entienden los políticos de la izquierda que se llamaba revolucionaria, Santiago Carrillo el primero. Había que dejar algunas cosas de lado para consolidar lo que era verdaderamente importante, la democracia.
Son muchos los méritos de Juan Carlos, ¿pero teme que su reinado haya quedado mancillado por esa última etapa de escándalos, como las cintas de Corinna?
Sí, eso es un problema porque nuestras sociedades son muy presentistas, tienen muy poca memoria histórica. La gente en general se acuerda más de los escándalos de la última etapa que de lo que hizo Juan Carlos I y la Corona: la posibilidad de avanzar hacia una sociedad moderna, europea, más rica que en generaciones anteriores... Y claro, los escándalos del último momento oscurecen bastante ese reinado. Pero es un problema que tiene mucho que ver con nuestra propia sociedad y cómo pensamos en el pasado. Con el tiempo se tendrá una visión mucho más amplia y sosegada. No es lo mismo pensar en un momento de crisis que en uno sin crisis. Cuando esto se normalice, la gente será capaz de pensar más en el reinado como un todo.
¿Qué habría que resaltar de su heredero, Felipe VI? ¿Cuáles han sido hasta ahora sus grandes méritos?
Si hubiera que definir de alguna manera los inicios de reinado y al propio Felipe VI diría primero que es una persona muy bien preparada y muy bien rodeada. Es el mejor preparado de la historia de España sin lugar a dudas; y la segunda característica se puede sintetizar en la palabra rigor. Cuando pensamos en Juan Carlos I pensamos más en la campechanía, en la intuición; en Felipe la clave es rigor, la persona que se prepara los temas muy bien, se estudia todos los dosieres, calcula las cosas al milímetro… es otra manera de reinar que aprende de algunos de los errores de etapas anteriores. El rigor, la ejemplaridad, la transparencia… son fundamentales para una monarquía parlamentaria del siglo XXI. Felipe VI y su entorno lo han entendido muy bien y, en ese sentido, los inicios del reinado no han dado grandes problemas a pesar de que no ha sido fácil por la crisis catalana, por ese momento en el 2015-2016 que no había Gobierno y no era algo fácil de gestionar.
¿Es España más felipista que monárquica?
En otros países europeos, como Gran Bretaña u Holanda, la monarquía tiene una mayor continuidad en el tiempo. Algunos hablan incluso de constitución material. En España hay un problema, y es que la monarquía se interrumpe en 1931 con la llegada de la Segunda República —además, la última etapa en la dictadura de Primo de Rivera no es especialmente gloriosa— y luego llega el franquismo, que aunque defina a España como reino, su propia actividad es bastante antimonárquica. Ahí hay una ruptura en la idea de monarquía, y por lo tanto no hay una idea monárquica consolidada en España. A diferencia de lo que puede ocurrir en otros países como Gran Bretaña, en donde grandes escándalos terminan en nada —el de Lady Di parecía que iba a sepultarla—, en España las cosas son más complicadas.
No hay un verdadero sentimiento monárquico, hay que construirlo poco a poco. Juan Carlos I lo hizo bien, pero creó juancarlistas, y esos son los que sostienen la monarquía, pero es evidentemente que cuando el juancarlismo entra en crisis, también se hunde el apoyo a la monarquía. En el caso actual, posiblemente dentro de un tiempo hablemos de felipistas, porque Felipe VI puede consolidar la monarquía a partir de su propia actuación personal, pero eso no significa que consolide la monarquía en abstracto. Estamos consolidando monarquías concretas vinculadas a personajes concretos porque nos falta esa continuidad en el espíritu monárquico de otros países.
¿Cuál es la salud actual de la Monarquía?
Después de la crisis de los años 2010-2014, donde la popularidad de la monarquía se hundió muchísimo, sobre todo tras el escándalo Nóos por un parte y el del elefante y Corinna por otro, tras la etapa de deterioro y la abdicación, vuelve a haber una reconsolidación de la monarquía vinculada a la figura del Felipe VI o al felipismo. Las encuestas de los últimos tiempos apuntan en esa línea, a una recuperación de la monarquía. En aquella etapa de crisis dio la sensación que el republicanismo era más fuerte de lo que es realmente. España no ha sido, a finales del siglo XX y principios del XXI, un país de monárquicos, pero tampoco de republicanos. El republicanismo es muy minoritario hasta principios del siglo XXI.
El republicanismo es fuerte en el ámbito del populismo de izquierdas, en el del independentismo y en el de los jóvenes. Quizá esta tercera parte sea la más complicada de resolver. Ha faltado mucha pedagogía. No sé cómo tendría que hacerse, pero no se ha hecho ni en la escuela ni a través de las instituciones públicas para contar ese relato de éxito que propició la monarquía en la Transición; y ahora para muchos de ellos es un pasado muy lejano. En cambio, tanto el independentismo como el populismo en torno a Podemos, Izquierda Unida e incluso alguna pequeña parte de PSOE, no ha aportado grandes argumentos para defender la República más allá de quemar fotos, intentar reprobar al Rey o lanzar proclamas sin demasiado fundamento. La mejora de la crisis, la buena actuación de Felipe VI en sus inicios y el vacío intelectual del republicanismo hacen pensar que la monarquía tiene un buen futuro.
¿Ve factible una Tercera República en España?
No. La abdicación de 2014 sirvió para reempezar y rehacer las cosas. Los 4-5 años que llevamos, la actuación de la Corona ha sido muy correcta y, al mismo tiempo, la mejora de la situación general del país, y también un cierto freno en el crecimiento de algunos de los grupos que más se oponen a la monarquía hacen que no me parezca viable que a corto plazo vaya a haber una Tercera República.
Sostiene al final del ensayo que la monarquía podría ser parte de la solución de los problemas de España y no uno de los problemas. Explíquese.
En la etapa de la crisis se habló mucho de que la monarquía era un problema para que España avanzara, dejara de ser anacrónica, para que fuera normal, moderna... Esto ha sido mucha palabrería en el sentido de que si se pregunta realmente a los españoles por los problemas de España, prácticamente nadie dice que sea un problema. Otra cosa es que algunos grupos políticos hayan utilizado eso para sus propios intereses. A mí me parece que la monarquía no es un problema en la España actual sino todo lo contrario. Si tenemos en cuenta la experiencia de todo el reinado de Juan Carlos I, la del inicio del reinado de Felipe VI y la de las monarquías que nos rodean, la monarquía puede ser más bien una solución para los problemas que realmente un problema.