Amor Romeira: "Quiero acostarme con Abascal, quitarle las tonterías y que vea lo que es una vagina"
"Nunca eyaculé cuando tenía pene, por eso soy tan femenina"/ "Me he acostado con muchos futbolistas del Real Madrid, y de uno me enamoré".
2 junio, 2019 02:16"Ubikaína, mi amor, pa' tu envidia", canta la arrolladora Amor Romeira para ir amasando el verano que se acerca. Es una mujer carismática, divertida, lúcida y deslenguada que llena de sol y de alegría la última planta de todos los rascacielos de Madrid. Con 18 años dio el salto a la vida pública por su participación en Gran Hermano, donde ningún concursante la identificó como una mujer transexual: es toda feminidad, toda poderío, toda belleza. Desde entonces no ha parado de dar guerra.
Cuenta que de niña soñaba con ser protagonista de telenovela y llevarse al galán, cuenta que su aparato reproductor original nunca llegó a eyacular, cuenta que su madre siempre fue su confidente. Jamás arrastró un trauma, Amor, porque la educaron en la libertad y en el respeto. Porque lleva las ganas de merendarse el mundo dentro.
¿Qué es el sexo para Amor Romeira?
Pues el sexo durante un tiempo de mi vida fue algo muy complicado, pero ahora es una experiencia maravillosa.
¿Y el amor?
El amor es mi nombre. Muy bonito. El amor es, como digo yo, un arma de doble filo. Puedes estar en lo más maravilloso del mundo creyéndote que es la felicidad plena y en lo más profundo de la mierda, creyendo que no vas a levantar cabeza jamás. Hay que tener cuidado.
¿Crees en el amor para toda la vida?
No. Creo en el amor para toda la vida sólo en tiempos de mi abuela, cuando la mujer era callada y tenía que soportarlo todo y aguantar. Ahora las mujeres somos libres, somos autodidactas, nos lo hacemos, nos lo comemos… por eso creo que no hay amor para toda la vida, porque hemos decidido dar un golpe en la mesa y no aguantamos infidelidades.
¿Crees en la fidelidad?
Sí, esto sí. De hecho, aunque cueste creerlo, todavía hay gente que es fiel. Yo por ejemplo nunca le he puesto los cuernos a ningún novio mío y he sido una chica súper free, que hago lo que me da la gana en cualquier momento de mi vida, pero siempre que he tenido pareja he intentado ser fiel.
¿Recuerdas tu primera masturbación?
Sí, perfectamente. Pues era una manera muy graciosa: bocabajo, con las dos manos apoyadas en mis partes, y haciendo un círculo. Así me excitaba.
¿Con qué edad?
Desde que tengo noción, creo. Era como un juego que me hacía sentir placer. Luego me di cuenta de que eso se llamaba masturbación. Pero sí, desde que soy pequeña, desde los 9 o 10 años.
¿Y pensabas en algo?
Sí, pensaba siempre en ser la protagonista de la telenovela y que el guapísimo viniese a tener sexo conmigo. Eso no era normal.
¿Y la primera vez que sentiste placer con otra persona, cómo fue ese despertar sexual?
Yo empecé muy pronto a niveles sexuales. Yo siempre he tenido una personalidad muy grande, y a niveles sexuales en mi casa nunca ha existido el tabú. Yo nunca conocí la historia de la cigüeña. Nunca me educaron con el miedo de preguntar. Yo preguntaba y mi madre me respondía con la verdad. Creo que mi primera experiencia fue a los 12 años. Fue con una persona mucho más mayor que yo que a día de hoy me pongo a pensar y digo “a ver, es un poco heavy”. Considero que él tenía que haber dicho que no, pero yo también era muy espabilada. Surgió. Yo tenía 12 años y él tendría 25 o 26. Era mayor. Recuerdo perfectamente que estaba en el sillón de casa de mi padre, estábamos viendo la tele, y él vivía en casa de mi padre porque era su compañero… y con el pie empecé a tocar, a tocar, a tocar, aquello se levantó y al final me lo tuve que trabajar (risas). Lo recuerdo con cariño. Cuando eso sucede, yo tengo 12 años y voy a casa de mi madre y le cuento lo que ha pasado.
¿Y tu madre qué te dice?
Se traga el orgullo de madre y actúa de amiga. Es verdad que cuando me voy mi madre rompe a llorar. Era un poco chocante. Pero si mi madre no hubiese actuado así yo habría salido tres mil veces peor. He sido muy echá’ pa’lante, muy “me quiero comer el mundo”, “que nadie me pare”, “vuelo sola”, “nadie me dice nada de mi vida”… mi madre supo llevarme. Manejaba mi vida sin que yo supiera que la manejaba. ¿Y cómo sucede esto? Porque yo cuando soy mayor me doy cuenta de que ella siempre estuvo, de que todas las cosas que no me sucedían eran por culpa de mi madre. ¿Cómo me entero? De mayor mi madre me cuenta que lo que ella ha pasado conmigo, tela. Se tenía que despertar a las tres de la mañana para ir a casa de Fulanito o de Menganito para montarle el pollo y que no tuvieran contacto conmigo.
Yo le contaba todas mis cosas y esa era su ventaja: tenía la información y actuaba. “Mamá, el sábado he quedado con Fulanito”. Fulanito tenía 30 años y yo 14. Y mi madre: “Calla, hija mía, ¿tú le haces caso a esa gente? Esa gente te escribe y luego se olvidan”. Y yo: “Mamá, te estoy diciendo que me va a venir a buscar el sábado”. Yo me quedaba dormida y mi madre salía para casa de Fulanito y le decía: “Si quedas con mi hija te arranco la cabeza, ¿tú qué te has creído? Que mi hija tiene catorce años. ¡Te denuncio!”. Y llegaba el sábado y yo “hola, ¿por qué no me hablas?”, y no me contestaba. Y mi madre: “Te lo he dicho, que esa gente un día están con una y al otro día con otra”. Claro, mi madre me manipulaba de manera inteligente.
Para protegerte.
Totalmente. Y desde aquí le doy las gracias. Con mi madre la relación ha sido muy especial desde que tengo noción.
¿Cuál es la mejor experiencia sexual que recuerdas?
¡Buá! Es un poco complicado, tengo bastantes maravillosas. Recuerdo una: yo me pegué una temporada viviendo en China, en Shangay, y evidentemente la calidad sexual era una mierda. No podías tener sexo con la gente de allí por lo del tamaño, que es real. Lo tienen pequeñito. Y no te llamaba la atención. De repente apareció un grupo de españoles y ahí había un español maravilloso que me metió una empotrada rica y sabrosa y siempre la recordaré. Era enfrente del estadio de Shangay, en ese hotel. Fue maravilloso.
¿Y el peor momento?
No sé. Realmente no es que digas “ay, qué horror”. No creo que una persona me lo haya hecho pasar mal. Bueno, hace poco… a mí por ejemplo me gusta el sexo un poco salvaje, pero ya eso de una mordida gigante que te está doliendo hasta el brazo, no. Hace poco una persona me mordió el pecho y me hizo un moratón gigante, me hizo daño y me enfadé, le bloqueé de todas partes. Una cosa es salvaje y otra cosa es el sadomasoquismo. No me gustó nada.
¿Sientes que la sociedad te ha puesto alguna traba para vivir tu identidad sexual?
Pues no sé cómo explicarte que nunca he tenido un obstáculo de la sociedad. Creo que por esa faceta de mi vida y el proceso que yo he llevado la gente cree que he sido infeliz, o que he tenido una vida triste de ataques, de insulto, de desprecio… y todo lo contrario. Yo he sido una niña súperfeliz de pequeña. A mí se me educó siendo lo que soy, con respeto, con cariño. El error de la sociedad no está en mí, está en esos padres que no saben educar a sus hijos. Si tú a tus hijos les das la normalidad de que a un niño puede gustarle el color rosa y jugar con las Barbies; o que una niña puede ser futbolista o torera… ahí está la diversidad. Ya no hablamos de sexo, sino de sexualidad, de ir más allá del hombre y la mujer. Lo mejor que me ha pasado a mí ha sido tener unos padres tan libres. A mi padre le costó un poco más, pero lo tuvo que acatar. Una persona no nace y por gusto dice que se siente así, te toca y te tocó. Creo que la sociedad está mejorando. Los padres de ahora no son iguales que los de antes.
¿Cómo era el sexo antes de la operación y cómo ha sido después?
Pues antes de la operación era un sexo siempre anal, yo nunca he usado lo que tenía antes. Nunca he tenido relaciones sexuales con el aparato reproductor con el que nací, entonces no te puedo decir. Siempre me hacen esa pregunta: “¿Sentías más antes o ahora?”. Antes no sentía nada, y lo que siento ahora es maravilloso, es pleno, es gratificante. Pero las pocas relaciones sexuales que he tenido antes de someterme a la operación de cambio de sexo eran anales. Estaba rico, pero prefiero por delante.
¿Quieres decir que nunca has eyaculado cuando tenías pene?
Nada. Y de ahí viene la explicación de por qué soy tan femenina. Porque no había yacimiento de semen en los testículos, no hay testosterona y no te transformas en hombre. Por eso la voz, las manos, el pelo…
Pero en tu experiencia en Gran Hermano…
Yo no me excitaba. Y yo estaba encima de una persona. Si me hubiera excitado hubieran notado que había algo. Jamás he eyaculado. Creo que eso ha estado tan desconectado de mi cabeza que nunca se llegó a conectar. Mi desarrollo nunca fue de niño a hombre, sino de niño a niña. Mi mente estaba tan segura de que yo era una niña que no hubo más. Y de hecho el doctor me hizo firmar un papel para seguir investigando: cómo es posible que en el escroto de los testículos no hubiese yacimiento de semen. Yo nunca me he tocado. Te conté antes cómo lo hacía: bocabajo y sin erección. Nunca he tenido una erección, una eyaculación ni una penetración.
Yo no dejaba que me vieran ni que me tocaran. Nunca. De hecho, para tener mi higiene bien a mi madre le costaba muchísimo, porque yo no quería. “Amor, tienes que lavarte tus partes”. Y yo me negaba. El doctor explicó que al no haber yacimiento de semen no se despertó la testosterona del desarrollo masculino. Te cambia la voz y el pelo, y tal, cuando empiezas a tocarte y vas segregando. Yo nunca he tenido pelo en la cara, nunca he tenido una voz diferente a la mía. Se lo agradezco a la vida. Porque podría haber sido peor, pero dentro de lo malo he salido guapísima (ríe).
¿Y cómo recuerdas esa primera experiencia con sexo vaginal?
Maravillosa, pero con mucho miedo. Salí muy asustada. Yo no sentí la primera vez. Fui a mi casa preocupada y le dije “mamá, yo no he sentido”. Y mi madre “¿y tú te crees que yo sentí la primera vez?”. Sólo recuerdo que mi pierna tenía párkinson. Y yo siempre le decía mis amigas “ay, si yo tuviera coño, sería más puta que las gallinas”. Y bueno: nada que ver. Las entendí a tantas. No te puedes imaginar la sensación de decir ¿qué va a pasar? Eso va a entrar ahí… y no sabes. Era miedo, angustia, preocupación por si iba a doler…
¿Estabas enamorada?
Te cuento cómo fue: yo siempre supe que quería estar con una persona, pero nunca pude entregarme. Y cuando supe que estaba ya dispuesta a entregarme cien por cien como yo soy, como yo me reconozco, lo busqué y le dije “mira, quiero que seas tú”. La persona flipó en colores, claro.
Eso es romántico.
Ya. Y así fue. Él me decía “tranquila, tranquila...”. Estaba tan nerviosa. De esa mi madre me aconsejó que primero me conociera a mí misma. Descubrí dónde estaban mis cositas y a partir de ahí el sexo fue mejor.
¿Cuál crees que es el mayor tabú sexual que existe en la España de 2019?
Pues que la mujer se masturba libremente. Tenemos por costumbre que el hombre se masturbe desde pequeño, pero ¿y la mujer? La sexualidad de la mujer está llena de tabúes. No podemos consentir que las niñas se sientan sucias por masturbarse, eso es horroroso. Hay que darle normalidad a las cosas. Un niño se siente más hombre al masturbarse… y nosotras no. Basta.
¿El tamaño importa?
Sí y no. Hay algunos penes muy pequeños que, la verdad, para eso me meto el meñique. Pero influye todo: el juego, el roce, el contexto… también te digo que grandes, grandes, no me gustan, porque al día siguiente pareces Clara, la amiga de Heidi. Me gusta lo estándar. 18-16, incluso 14-15 no me molesta. Un punto medio.
Decía la activista Válery Vegas que hay mucho hombre hetero que utiliza a la mujer trans para el ocio, para la noche, pero que luego vuelve a casita con su esposa y con sus hijos. Tienen un deseo que se niegan a sí mismos. Luego no se atreven a contarlo a la sociedad. ¿Cómo valoras tú esta situación?
Yo lo que veo ahí es que hay un deseo sexual, una fantasía que a lo mejor cumple los requisitos de la noche y no del día. En ese aspecto hay tabúes: que un hombre reconozca que le gusta una mujer con pene es duro en la sociedad. Siempre lo catalogarán como si fuera maricón, al tío. Yo creo que esto cada vez va mejor y cada vez veo más transexuales integradas. Mujeres trans trabajando, con su pareja, con su casa, que tienen hasta hijos… yo creo que es poco a poco. Pero seguir encasillando a la mujer transexual sólo en prostitución y noche es un error que cometen hasta ellas mismas. No todas son prostitutas ni son de la noche: conozco transexuales concejalas, diputadas, barrenderas, cajeras, dependientas, empresarias… el encasillamiento de la trans es horroroso.
Pero es cierto que ha habido un estigma social y una tasa de paro muy alta entre el colectivo transexual que ha obligado a algunas mujeres a tener que dedicarse a la prostitución, ¿no?
Sí, pero toda esa falta de tolerancia hacia el mundo transexual en el mundo laboral viene porque no había una ley que no te dejaba identificarte con lo que tú eras. Si tú ibas a pedir trabajo con este físico (se señala a sí misma) y en tu carné pone que te llamas “José Juan”, evidentemente creas un rechazo. Eso era lo que nos hacían las leyes. Hoy hay una ley de identidad de género que te avala y te reconoce como quien eres tú. Ahora las transexuales están integradas y las ves trabajando en cualquier lado. ¿Que cuesta más? Sí. Pero ya lo estamos consiguiendo.
Cronología de tus mitos sexuales.
Son todos de telenovelas (risas). Me encantaba el que fue míster España, que era bombero, que era gallego… Salía en la Súperpop (risas).
¿Y algún mito famoso que hayas tenido y que luego hayas podido conseguir?
Muchos (risas). Con muchos futbolistas lo he conseguido, eso está claro.
¿No me dices nombre? Algún nombrecillo…
Te puedo decir equipos.
Venga, vale.
Futbolistas del Real Madrid.
¿Y te has enamorado de alguno de ellos?
Sí. Y con drama incluido. Ser mujer de un futbolista es ser el padre de Bambi. Tienes que estar mentalizada de que vas a llevar el Chanel, vas a tener una buena casa pero vas a cargar buenos cuernos también. No todos… me he encontrado con gente muy respetuosa y muy guay, pero los demás son de “fiesta privada en mi casa, tráete a tus amigas”. ¿Sabes lo que me da rabia? En el mundo en el que estamos siempre se critica a la mujer. Por ejemplo, yo: que si yo soy la cazafamosos, que si busco futbolistas, que busco el chollo, el lío… pero no se habla de que ellos son los que buscan a la persona que sale en televisión, porque la quieren tener, porque es una medalla más en su tributo al hombre.
Porque ellos son los que te escriben, te buscan, te mandan al mejor amigo para que te saque conversación… eso me toca un poco las narices. Yo no llego a él porque yo quiera. Y aquí todos con sus consecuencias. Si un día me da la gana hablar, hablaré, pero estoy en una etapa de mi vida muy tranquila en la que digo “ay, ¿por qué tuve que hablar de esto o de lo otro?”. Pero, ¡es mi vida! Al fin y al cabo. Siempre se nos machaca a nosotras como las buscafamosos, pero ellos buscan a la chica del reality. Yo salí de Gran Hermano y aquello era un sinvivir. Todo el mundo quería estar conmigo. Pero me pasó a mí, le pasó a Indira, le pasó a Nagore… es así.
¿Y cómo fue esa relación profunda que tuviste con ese futbolista? Sin dar nombres, si lo prefieres.
Pues mira, tuve una relación con un futbolista muy, muy famoso. Era una relación que yo tenía oculta. A lo mejor sólo lo sabían dos amigas mías íntimas. De repente me entero que este futbolista se ha enrollado con Yola Berrocal. Y yo digo: ¿hola?
¿Te enteraste por la prensa o te lo contó alguien?
Me lo contó ella. Esto era 2013, yo estoy en China, y no paramos de hablar, no paramos de hablar… yo me bajo el Snapchat porque él me lo pide, porque así los vídeos se borran. El Snapchat era para guarrear. Y yo estoy con él en plan “gordi, amor, amor, te amo”. Y él: “Ay, que estoy en en Mundial de Brasil” o “Me van a dar un premio no sé dónde”… “Vente conmigo”. Y yo: “No puedo, estoy en Shangay”. Pues llego a Madrid y él me iba a venir a buscar, pero antes quedé a cenar con mis amigas por mi regreso. Todas mis amigas famosas. Y les digo: “Chicas, me voy que me viene a buscar mi novio”…
¿Pero ahí ya habíais tenido algo él y tú o era sólo contacto telefónico?
Sí, nos habíamos liado ya previamente en Madrid, antes de irme yo. Y él todos los días intensidad total de amor. Me hacía entender que yo era su novia. Bueno mis amigas rollo: “Uh, quién es, quién es”, y me dice Yola “dime quién es que a lo mejor lo conozco”. Y le digo: “Es imposible que lo conozcas”. Pues cuando le dije quién era… me soltó todo el show. Me contó cómo era su casa, exactamente, con toda la distribución. Y yo en ese momento le escribí a él y le dije “ni se te ocurra venir a por mí, eres lo más despreciable del planeta”. Y él: ¿qué pasa, qué pasa? Y empecé a pasarle fotos de Yola todo el rato. “Sí, me enrrollé con ella, pero estoy muy arrepentido, no sé qué...”. Nos perdonamos. Volvimos a estar juntos. Luego nos peleamos otra vez porque salió una en Interviú diciendo que era su amante… lo volvimos a dejar… yo ya no sabía qué hacer. De repente me entero de que tiene novia y de que la tiene embarazada.
Me quejo, obviamente. Y ahí empezó una parte que no me gustó nada: como él ya era consciente de que yo lo sabía, me hablaba con naturalidad de ella, rollo “ahora no te puedo hablar, estoy con ella”. Me volvía loca. ¿Y qué pasó? Que ella pilló el teléfono de él y vio mi conversación. Él me llama y me dice “lo he dejado con ella, dice que te va a buscar así que dile que todo es mentira”. Qué egoísta. Sólo pensaba en él. Ahí ya dije “se acabó” y lo bloqueé de todos lados. Hasta que un día me lo encontré en Madrid, en el Tiffanys. Hasta que llega una persona y me dice “hola Amor, que los jugadores del Madrid están aquí”. “Ah, qué bien, gracias”, y me quedé en mi mesa.
Como la táctica no funcionó, vino la maitre y me dice “Amor, que esta mesa de imagen en la que estás la vamos a necesitar para otras niñas que vienen, pero te vamos a reubicar en otra mesa”. Vale, vale. Y la mesa era dentro de la fiesta del Real Madrid. Yo pacté con mis amigas no hablar con nadie. Y todos atacados, porque no les hacíamos caso. Luego vino otro como a presentarme al mío, nos dimos dos besos y nos dijeron: “Ah, pero, ¿no se conocen?”. Y yo: “No, no. Encantada”. Y me fui. Y lo dejé ahí con toda la cara de perro. Se acabó yendo, porque estaba solo. Y luego al que nos “presentó” otra vez, le dije: “Oye, pero, ¿tú sabías que nos conocíamos?”. Y me dijo: “Claro, pero él me había pedido que nos acercásemos a ti”.
¿Quién crees que es el político más sexual?
Por juventud, Errejón, que tiene pinta de empotrar bien. Casado también está bueno, pero llevar el espíritu de Fraga dentro del cuerpo es asqueroso. Imagínate despertarte y que te diga “buenos días, viva España”. Rivera está bueno, pero está con Malú, y yo respeto a las parejas. Pedro está bueno, pero, no sé… eso de que apoye a los independentistas no me hace mucha gracia. Rajoy ya es Papá Noel… ¿quién más? Pablo Iglesias, no. Pero, ¿sabes con quién me gustaría acostarme? Con Abascal. Para quitarle todas las tonterías. Le voy a enseñar lo que es una vagina.