El Museo Van Gogh de Ámsterdam cuenta en su página web con un listado de 125 preguntas que indagan de forma didáctica en la personalidad y en detalles concretos de la obra del pintor neerlandés. El encabezado de la número seis es directo: "¿Por qué Van Gogh se suicidó?". La respuesta, sin embargo, no es tan manifiesta: se hipotetiza con que el artista decidió quitarse de en medio por ser una carga económica para su hermano Theo o porque este, que ya había formado su propia familia, no pudiese seguir manteniéndole en el futuro.
Lo que da por sentado el museo es que Vincent Van Gogh, asediado por los ataques de locura, decidió poner el punto final a su vida con un disparo en el pecho en julio de 1890. Esta creencia se vio corroborada por el hallazgo de un agricultor, hace unos 75 años, del supuesto revólver de 7mm de tipo Lefaucheux con el que el artista impresionista se suicidó en un campo cercano al pueblo francés de Auvers-sur-Oise. El arma se subastará este miércoles en París por un precio estimado de entre 45.000 y 67.300 dólares.
El regreso al foco de interés público de la pistola, corroída y oxidada, ha reabierto el debate sobre los misterios sin resolver que se ciernen sobre la muerte del pintor impresionista. ¿Se suicidó realmente o fue otra persona la encargada de apretar el gatillo? Los responsables de la casa de subastas francesa lo tiene claro y la publicitan como el arma que mató al artista, cómo no; sin embargo, los expertos en la vida del pintor barajan diversas teorías.
La versión más extendida (y oficial) es la del suicidio —Van Gogh murió a las 30 horas de recibir el impacto de la bala—, llevado a cabo con el mencionado revólver por varios motivos: el calibre, de 7mm, se corresponde con el de la bala encontrada en el cuerpo del artista; el gatillo se encuentra en posición abierta, lo que significa que acababa de ser disparado; y su mal estado de conservación se explica por el hecho de que haya permanecido bajo tierra entre 50 y 80 años, lo que nos remontaría hasta el año 1890.
Además, su limitada potencia ofrecería una explicación a cómo es posible que Van Gogh siguiese con vida más de un día a pesar de recibir una balazo a una distancia tan corta. Según su hermano Theo, las últimas palabras que pronunció antes de morir fueron: "La tristeza durará para siempre". Y este sería un final creíble para un hombre que en los últimos dieciocho meses de su vida había transitado entre vaivenes de genialidad artística y locura, llegando a cortarse una oreja durante el enfrentamiento con su colega Paul Gaugin en Arles en diciembre de 1888.
Después de este incidente, el pintor quedó ingresado en un asilo psiquiátrico durante un año de asombrosa lucidez pictórica —fue en esta época cuando ejecutó La noche estrellada, uno de sus lienzos más icónicos—. En mayo de 1890, dos meses antes de su muerte, a los 37 años, se instaló en un albergue de la localidad de Auvers-sur-Oise, al norte de París. El domingo 27 de julio se pegó un tiro en el pecho con el revólver que le había sustraído a su anfitrión. El 29, la muerte puso fin a la agonía y el sufrimiento.
Este es el relato de los hechos que se expone desde el Museo Van Gogh, pero que otros investigadores han tratado de refutar. Gregory White Smith y Steven Naifeh, autores de Van Gogh: la vida (2011), defienden que el pintor impresionista no se suicidó, sino que recibió un disparo, de forma accidental, de un joven de 16 años de nombre René Secrétan, que se encontraba en el pueblecito francés durante sus vacaciones de verano.
Según la versión de los investigadores estadounidenses, que tuvieron acceso a los fondos del museo Van Gogh y a las cartas inéditas que el artista escribía a su familia, Secrétan y su hermano se granjearon la amistad del pintor, a quien también supuestamente habrían intimidado. A pesar de los misterios que envuelven sus últimas horas, Smith y Naifeh sugirieron que Van Gogh recibió una bala fortuita que había sido disparada por el joven. En un acto, no se sabe muy bien si en un gesto de paternalismo o estupidez, el artista habría preferido decir que se había autodisparado que inculpar a los chicos.
Martin Bailey, otro experto en la vida de Van Gogh, al mismo tiempo que ha calificado de "excelente" la biografía de Smith y Naifeh, no comparte sus conclusiones en cuanto a la causa de la muerte: "Estoy convencido de que se trató de un suicidio, no de un asesinato. Es lo que creen los familiares y los amigos cercanos de Van Gogh". El autor de Starry Night. Van Gogh at the Asylum, cree, asimismo, que es "muy probable" que el revólver que este miércoles se subasta en París es el mismo que escupió la bala que acabó con el neerlandés.
Sin embargo, Naifeh, ganador de un Pulitzer con Smith por su biografía del pintor americano Jackson Pollock, ha asegurado al portal LiveScience que no hay ninguna prueba que la conecte con la muerte de Van Gogh de forma irrebatible: "¿Qué evidencias forenses hay para relacionar a Van Gogh con esta arma? Y aunque las hubiera, ¿qué dice esto de quién apretó el gatillo? Esas son las dos grandes preguntas y yo no veo ninguna respuesta posible".