Hay cierto miedo entre los autores de videojuegos a reconocer que el mensaje de sus obras es político. Ejemplo de ello es Ubisoft, una compañía que en sus últimos productos ha bromeado y criticado la política estadounidense y que en 'Watch Dogs: Legion', dibujará un Londres post-brexit.
La compañía francesa ha hecho viajes de ida y vuelta sobre la conveniencia de ofrecer algo más que puro entretenimiento. De lanzar mensajes afirmando que introducir política "es malo para los negocios", a defender que no están "llegando lo suficientemente lejos".
Es por ello que, de cara a reconocer al videojuego como la obra cultural que sin duda es, hay que aplaudir el trabajo de estudios como Naughty Dog. Por hablar de temas complejos y, más que ninguna otra cosa, por su manera de hacerlo. El último ejemplo de ello es 'The Last of Us: Part II', que se lanzará el 21 de febrero.
EL ESPAÑOL, junto a Vandal, ha podido probarlo y comprobar cómo el título del estudio californiano explora esa declaración de intenciones que realizó el año pasado cuando se mostró el beso de Ellie, la protagonista, con Dina, una chica que presentaban en el mismo vídeo. Éste se convertía en uno de los momentos más creíbles y naturales que ha disfrutado cualquier aficionado a los videojuegos. Un momento de belleza en un mundo de caos en el que un hongo ha infectado o provocado la muerte del 60% de la humanidad.
'The Last of Us: Part II' no sólo estaba cediendo el foco de Joel, protagonista de la primera entrega, a una mujer, sino que estaba mostrando abiertamente su homosexualidad. Algo que realmente no debía sorprender a nadie que hubiera jugado a 'Left Behind', una precuela en forma de contenido extra del primer juego.
Lo hacía tan sólo unas semanas después de que una parte sexista y muy ruidosa de la comunidad se llevara las manos a la cabeza porque en 'Battlefield V', un videojuego desarrollado por EA sobre la Segunda Guerra Mundial, se incluyera a mujeres.
Lo que consigue Naughty Dog va más allá de eso. En el primer juego no existían enemigos femeninos. Los cazadores, principales contrincantes, eran todos hombres. Esto se debía a una falta de capacidad técnica en cuanto a espacio del juego. No significa que no hubiera personajes femeninos, siendo Tess y Marlene dos de los más destacados. Y con un nivel de escritura muy superior al visto en algunos de los secundarios masculinos.
Ya con la secuela a los mandos, durante el rato que Dina acompaña a Ellie, se puede apreciar que ambos personajes cuentan con personalidades tan complejas como coherentes. Son personajes con los que empatizar, a los que no se muestra de manera forzada. Lo consiguen, por el contrario, de manera sutil. Tanto como la banda sonora del juego, a cargo del dos veces oscarizado Gustavo Santaolalla. Todo en medio de un entorno hostil, en el que el foco está en los seres humanos y cómo afrontan condiciones extremas.
La evolución del medio
Se acabaron esos personajes tan exagerados, y sexualizados, como la Lara Croft de antaño, repensada en los últimos años para seguir esta nueva línea. Ellie ya mostró el camino a seguir en cuanto a creación de personajes en 2013, cuando acompañaba a Joel en el juego principal. Naughty Dog dio un paso más con Nadine y Chloe, protagonistas de 'Uncharted: El Legado Perdido'.
Ambos personajes, secundarios en la saga, tomaban el testigo de Nathan para demostrar que había vida más allá de él para esta saga. Dos mujeres muy capaces y en las que el carácter se mostraba mediante pequeños detalles en las conversaciones o en sus acciones.
Lo mismo ocurre con Ellie y Dina, siendo ambas muy competentes de cara a sobrevivir ante el apocalipsis en un mundo lleno de infectados y al mismo tiempo precioso debido al avance de la naturaleza sobre lo que antes era la civilización. Y cómo la relación entre ambas va evolucionando de amistad a algo más, se enseña mediante pequeños flirteos, en los que se van derribando los muros de Ellie. La protagonista ya no es la joven de 14 años del primer juego. Han pasado cinco desde entonces y su carácter, ya icónico, se ha matizado.
No es la primera vez, desde luego, que los videojuegos incluyen personajes homosexuales. Pero mucho ha cambiado la cosa desde 'Fear Effect', con dos exhuberantes protagonistas cuya relación se sentía más propaganda que otra cosa. Lo meritorio es hacerlo sin forzarlo o sin que parezca simplemente una anécdota. Y también sin caer en clichés o tópicos.
La saga 'Life is Strange' también es un ejemplo en este sentido. La diferencia es que 'The Last of Us: Part II' es uno de los juegos más esperados por sus valores de producción y por ser candidato a mejor juego del año e incluso de la generación. Es en esta clase de obras en las que hay que aplaudir el tomar riesgos.
Los nombres detrás de todo
Durante una entrevista tras el E3 2018 a EL ESPAÑOL, Anthony Newman, codirector del juego, contó que para conseguir estos personajes y tratar estos asuntos de manera tan correcta "la clave es el respeto". De hecho contrataron un "experto en la cultura LGTBI y sus problemas para retratar esos personajes de manera realista".
Esta persona es el encargado de ayudar a Neil Druckmann, director creativo del juego y principal responsable, y Halley Gross, guionista en varios episodios de la serie Westworld y coescritora del juego.
El 'The Last of Us' original, que vendió 17 millones de copias, fue premiado incluso por 'La Alianza Gay y Lésbica contra la difamación' (GLAAD) que nombró a Bill, un secundario, el personaje gay del año. En aquel momento destacaron que "a través del diálogo y del trasfondo, el jugador descubre que Bill tuvo una vez un compañero amado". Alabaron que era un personaje gay único gracias al contexto y su forma de actuar.
Un galardón para un personaje secundario, con un guión detrás que eleva el listón de cualquier obra narrativa. Una de las principales razones, independientemente de los espectaculares gráficos, las divertidas mecánicas o las fluidas animaciones, por las que esperar con ganas el lanzamiento de un juego para el que existen unas grandes expectativas.