La Unesco censura los desnudos de esculturas con tangas y braguitas "para no ofender"
La institución ha instado a Stéphane Simon a cubrir las nalgas y los órganos sexuales de las figuras en cueros y él ha accedido. El resultado es ridículo.
30 octubre, 2019 19:38Reino Unido y Alemania censuraron, en febrero del año pasado, la obra de Egon Schiele por considerarla "pornográfica". En 2017, una campaña reunió en internet más de 10.000 firmas para que el Metropolitan de Nueva York censurase el cuadro Thérèse Dreaming, por ser considerado como "sexualmente sugerente". Facebook ya se cargó la Libertad guiando al pueblo por sus pechos desnudos: tiempo atrás había sucedido lo mismo con la vulva de El origen del mundo. El histrionismo puritano es cada vez más delirante: ahora viene a rizar el rizo la Unesco, que ha pedido a un artista plástico, Stéphane Simon, que cubra el desnudo integral de algunas de sus estatuas con braguitas y tangas para "no ofender" la sensibilidad del público visitante.
Se refería la institución a la instalación Memory of me, que se presentaba en los pasillos de la sede de la Unesco en París. Lo problemático, supuestamente, serían las figuras humanas desnudas, a pesar de que su intención no es erótica ni lúbrica. Por ejemplo, algunas aparecen en posición de hacerse un selfie, con el móvil mirando hacia la cara y el brazo estirado, para reflexionar sobre esta nueva tendencia: ¿es vanidad? ¿Es autoconocimiento? ¿Es amor propio? ¿Formará parte de nuestra memoria futura? ¿Por qué ya no necesitamos siquiera compañía para inmortalizarnos?
Cuando se instó al artista a censurar su propia obra, él respondió que prefería estar presente de forma continua en la muestra y atender a aquellos espectadores que se sintieran ofendidos: si así sucedía realmente, él cubriría con sus propias manos las zonas corporales 'provocativas' de las esculturas. Pero el responsable de la Unesco insistió y a Simon no le quedó más remedio que aceptar. Ahí están cubiertas las nalgas y los órganos genitales de su obra con minúsculos slips y tangas... en un golpe maestro del artista -aunque no parece voluntario-, con el que ha recordado a la institución que ahora "la obra sí tiene un efecto evidentemente obsceno".
Es una forma de demostrar que el cuerpo humano desnudo, en sí mismo, no ha de ser erotizado, sino vivido con naturalidad. Pero en su nueva forma, con esas pequeñas y juguetonas prendas, pretendidamente sexys, su trabajo sí ha adquirido un relieve lúbrico. Entre las redes sociales y algunos medios como Le Point o Le Figaro se han hecho eco de la anécdota. Las masas han acribillado tanto al artista como a la institución. A la segunda, por intentar censurar; al primero, por ceder a esa ridiculez. Ahora los responsables de la organización cultural de Naciones Unidas intenta reducir la polvareda y pasar página alegando que se ha tratado de un "error lamentable".