Ni otros ni otras, 'otres': Tina, la académica que reclama la "e" para hacer el lenguaje más inclusivo
La correspondiente de la Academia Norteamericana lamenta la falta de debate en el Congreso de la ASALE sobre la invisibilización femenina.
8 noviembre, 2019 02:11Noticias relacionadas
En Sevilla esta semana se suceden largas jornadas de comisiones en las que los delegados de las 23 academias de la lengua española debaten el futuro de un idioma compartido por 580 millones de personas. Discuten e incluyen nuevas palabras en el diccionario, recalcan la peculiaridad de lo panhispánico, un patrimonio común, pero se han olvidado (conscientemente) del tema que mayor actualidad presenta en los ámbitos sociales: el lenguaje inclusivo.
Solo una de las conferencias detalladas tanto el programa académico como en el cultural del Congreso de la ASALE aborda esta disyuntiva, y con un título suficientemente enrevesado como para superar los filtros: Entre la satanización del masculino “incluyente” y la sacralización del femenino “excluido”, a cargo de Luis Barrera Linares, de la Academia Venezolana de la Lengua. Según él, el lenguaje está vivo, no es algo inamovible por mucho que los gramáticos de la RAE se enroquen en sus posturas.
El presente discurre a lomos de una ola de reivindicaciones feministas, y una de las más potentes tiene que ver con combatir la invisibilización del femenino en el lenguaje. “Es un tema extremadamente polémico porque hay una tendencia a mitificar el idioma, a protegerlo en función de componentes vinculados con la gramática originaria, con el concepto principal de economía del lenguaje”, asegura Tina Escaja, correspondiente de la Academia Norteamericana. “Esos son algunos de los argumentos que se esgrimen para no reflexionar sobre el origen social de ese proceso que le da prioridad al masculino como universal sobre el femenino como particular”.
Tina, natural de Zamora, ejerce la cátedra de Literatura y Cultura Iberoamericana en la Universidad de Vermont, además de ser directora del programa Gender, Sexuality and Women’s Studies; y lamenta que en este congreso se esté perdiendo una magnífica oportunidad para aproximarse a esa necesidad que se está reclamando en la calle y viene impulsada por los nuevos medios tecnológicos: “Estamos en un dilema, y esa es la diatriba que tenemos que discutir. Es un debate que tendría que estar aquí y no está de ninguna manera. Veo en la RAE ese elemento conservador que no avanza”.
“La cuestión es que no ven cuál es la raíz de ese hecho, que el lenguaje está construido desde un punto de vista fundamentalmente masculino, todo es un patriarcado”, añade Escaja, pionera en la literatura electrónica en español con un proyecto de robopoética. ¿Entonces el lenguaje es machista? “El idioma lo que hace es reflejar; es la sociedad la que es machista, no el idioma mismo”, responde.
Las alternativas
El académico venezolano Luis Barrera Linares, el único osado en asaltar públicamente —porque en los corrillos sí tiene algo de presencia— un tema más político e ideológico que gramatical, habla de la necesidad, al menos, de contemplar la utilización de la letra “e” como género neutro, una postura que ha irrumpido con fuerza en países Latinoamericanos como Argentina, donde el presidente electo Alberto Fernández ya se dirige a “todos, todas y todes” los ciudadanos y donde empiezan a utilizarse estas fórmula en documentos oficiales en ámbitos académicos.
En una sociedad que nos educó para la vergüenza, ser libres es la mejor respuesta.
— Alberto Fernández (@alferdez) November 2, 2019
Vamos a construir una Argentina con más derechos, en la que reinen el amor y la igualdad. Vamos a construir una Argentina para todos, todas y todes.#Orgullo pic.twitter.com/ocibpdPBhj
“No puede ser que tengas 3.000 mujeres y viene un hombre y todas se convierten en hombres, porque aunque parezca una cuestión económica sigue un postulado masculino que da prioridad al hombre”, reflexiona la profesora y poeta Tina Escaja, que respaldada por la ANLE está trabajando en la publicación de una serie de ensayos en la que se da la oportunidad a personas de diversas esferas de que planteen estrategias para un lenguaje inclusivo.
Ella también se muestra favorable a utilizar la “e”, aunque reconoce que no tiene por qué ser la única alternativa válida para dar presencia a las mujeres, pero sí para otros grupos sociales: “Hay unas identidades de género a las que se les está dando mucha visibilidad y que no pertenecen al género binario. ¿Qué pasa con ellas? Por una parte la exclusividad tendría que ver con eso; sin embargo, como feminista, como luchadora de los derechos de la mujer, ese es un problema: en el momento que se establece una neutralidad, se invisibiliza el componente femenino”. Según la catedrática, el género neutro valdría para el colectivo queer, por ejemplo, pero no solventaría la invisibilización femenina.
Por lo tanto es necesario valorar otras alternativas que ofrece la lengua, como las grafías, la “x” y la “@”, que a su vez conllevan otras problemáticas de uso: sirven para la comunicación escrita, pero es imposible pronunciarlas en una conversación sin que resulte forzado. O los nombres colectivos, la persona en vez de hombre, por ejemplo; aunque Tina lamenta el conservadurismo general de los académicos.
Dentro de la RAE, según asegura su director, la postura en cuanto a la feminzación del lenguaje es unánime: no se puede aceptar ahora mismo conceptos como Consejo de Ministras si se llega a dar el caso de que hay más mujeres que hombres. Para Félix de Azúa, por ejemplo, se trata de una “moda política” del feminismo que “no tiene que ver con la ciencia lingüística y se terminará tarde o temprano”. Sin embargo, la escritora y académica Carme Riera sí que considera necesario que el español sea “más feminista”. En otros niveles de la institución tampoco se comulga con la postura oficial.
“No tiene ningún sentido que no lo haya, independientemente que se esté de acuerdo o no, pero es una oportunidad para el debate”, cierra Tina Escaja. Hay una nueva construcción, necesitamos orientación y para eso están las academias. Estamos confundidos, no sabemos qué dirección seguir”. En Sevilla se tratan los emojis pero no el lenguaje inclusivo.