-Elio Berenguer Úbeda (Córdoba, 1929) falleció en Madrid el 24 de enero.
-Referente de la moda en España, presentó más de un centenar de colecciones y más de 22.000 trajes. Actrices de Hollywood como Ava Gardner lucieron sus diseños, además de la Reina Sofía o aristócratas como la duquesa de Alba. Junto con Ángel Schlesser, Antonio Pernas, Devota&Lomba, Jesús del Pozo y Roberto Verino, fundó en 1998 la Asociación de Creadores de Moda de España.
-Entre otros reconocimientos, recibió el premio Cadillac al mejor diseñador del año de Estados Unidos (1960); el premio Isabella d'Este, que concede el Gobierno de Italia (1968); la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (2002) y el Premio Nacional de Diseño de Moda (2011).
-Casado con Mercedes Lotero, con quien tuvo dos hijos: Pablo Elio y Juan Carlos.
Para recordar
"Moriré con las botas puestas y enamorado de mi profesión, la costura", dijo en una de sus últimas entrevistas. Creció fuera de la escuela, repartió leche y bregó con vacas y cerdos, pero pronto, gracias a su sensibilidad innata y a su sentido de la belleza, se sobrepuso a su origen humilde y vivió el lujo desde primera fila.
Su romance con la moda comienza con tan solo 17 años, cuando sale de su Córdoba y se instala en Madrid, donde empezó a trabajar como escaparatista en una peluquería de Elisabeth Arden y después, como creador de vestuario de teatro junto a Gustavo Pérez-Puig. Convencido de su talento y sensibilidad con los tejidos y diseños, en 1960 abrió su propia casa de costura.
La fama le volvió algo excéntrico y llegó a tener dos guepardos en su jardín, más de cien gatos y numerosas pinturas y esculturas de valor incalculable, además de un lujoso Rolls Royce. Siempre vestía en tonos blancos y negros y lucía la kipá (usado por los judíos practicantes, especialmente en los actos religiosos). Según él, así expresaba "la convivencia pacífica de las tres religiones" durante el Califato de Córdoba.
Conoció a Balenciaga en Madrid durante una cena en casa de una amiga común y con gran sentido del humor, el maestro de Guetaria se dirigió a él y le dijo: "Jovencito, véngase conmigo a París, que le sentaré en una silla y aprenderá a hacer ojales". En su empeño de tener identidad, ni aceptó la proposición de Balenciaga ni la de Yves Saint Laurent. "No quería trabajar bajo ninguna influencia y no me arrepiento", zanjó.