En la sesión de investidura de esta mañana en el Congreso se ha vuelto a celebrar uno de esos rifirrafes culturales que tanto gustan a los adversarios políticos, una de esas reyertas de citas, de viejas cartas y de personajes históricos echados a la cara. Todo comenzó con Abascal afeándole a Pedro Sánchez que no hubiese leído con suficiente atención a Azaña -cosa que sí han hecho, a su juicio, Casado y él-.
“Usted es más de Largo Caballero y de Negrín, que, por cierto, aquí [señalando la obra Mis recuerdos, de Ediciones Unidas] nos cuenta muy bien Largo Caballero cómo en París, con el dinero que le daba Stalin, con el dinero de los españoles y el Banco de España, se dedicaban a hacer lo que parece que ya es tradición socialista con el dinero de todos: ir acompañado (en palabras del señor Largo Caballero) de ‘señoras con las que no tenían ninguna relación familiar”, ha lanzado.
La alusión de Abascal no es exacta: no se refería, en realidad, a que Sánchez fuese “más de Largo y Caballero y de Negrín” que de Azaña, sino de Negrín, quien en esas cartas que el líder de Vox cita era acusado por Largo Caballero de ser poco transparente con el dinero público y de gastarlo en actividades ilícitas como la prostitución. Así lo explicaba el político marxista en una misiva escrita para un amigo y titulada Envío de oro a Moscú, donde arremete con dureza contra Negrín. Empieza puntualizando que “el caso Negrín necesitaría que se le dedicase un libro para explicarlo en toda su amplitud”.
“Se afilió al Partido Socialista más que por convicción porque a él pertenecía un íntimo amigo suyo. Hombre de pocos escrúpulos, de espíritu aventurero y donjuanesco y con una osadía sin límites. Fue Ministro de Hacienda en el Gobierno que formé, a propuesta de la Ejecutiva del Partido, sin ninguna satisfacción por mi parte”, escribe. “Las circunstancias porque atravesábamos y mi deseo de no tener rozamientos con la Ejecutiva, me obligaron a contemporizar con él. Desempeñaba la cartera con un gran desenfado, dejando a los altos empleados proceder con entera autonomía. La asiduidad en el trabajo le enfadaba. En estas cartas de íntima confidencia tengo que acusarme de excesiva condescendencia con sus extravagancias, genialidades y deslealtad”.
Qué pasó con el dinero
Poco después relata que cuando “los facciosos estaban ya a las puertas de la capital de España”, Negrín solicitó del Consejo del Ministros autorización “para sacar el oro del Banco de España y llevarlo a sitio seguro, sin decir a dónde”: “Esto era una cosa natural en evitación de que, en un caso desgraciado, el tesoro fuese a parar a manos de los sublevados, pues sin armas y sin oro para comprarlas la derrota de la República sería inevitable. Si no recuerdo mal, España era la tercera nación en cuanto a garantías en oro depositadas en el Banco de España”, continúa. Como primera medida se trasladó a los fuertes de Cartagena, pero luego, temiendo un desembarco, Negrín decidió trasladarlo fuera de España.
“¿Dónde? Inglaterra y Francia eran el alma de la «No Intervención». Además, esta última se había negado a devolver a la República el oro que desde la época de la Monarquía se tenía en depósito como resultado del sobrante por la desvalorización del franco hecha por Poncairé. ¿Se podía tener confianza en alguna de ellas? No. ¿En dónde depositarlo? No había otro lugar que Rusia, país que nos ayudaba con armas y víveres”. Y aquí algo fundamental: a Rusia se entregó. Largo Caballero subraya que le “consta” que llegó “íntegro y sin dificultad”, pese al “milagro” de que atravesase el Mediterráneo, el Estrecho de Sicilia, el Bosforo y de que llegase a Odesa en el Mar Negro y a Moscú “sin novedad”.
Con ese dinero, explica, se pagaba “el material que enviaba Rusia” y se utilizaba “lo necesario” para otras compras: las operaciones se hacían con un Banco de París situado en la Avenida de la Ópera. “Las cartas para las extracciones, teníamos que firmarlas Negrín y yo. Firmé dos o tres. Después, sin darme explicaciones, las firmaba solamente Negrín. ¿Cuánto se ha gastado de ese oro durante y después de la guerra civil? ¿Qué oro quedó todavía después de la guerra? Eso lo sabrá el
señor Negrín, quien, aunque se le ha reclamado reiteradamente, aún no ha dado cuenta de ello a nadie”, acusa.
Y continuación viene la cita rescatada por Abascal con la que ha intentado golpear a los socialistas, acusándoles estar inmersos en una tradición putera: “Dos o tres veces que pregunté por el señor Negrín, me dijeron que estaba en el extranjero. Para esas salidas no había pedido permiso ni advertido nada al Presidente del Consejo. Yo guardaba silencio, suponiendo que habría ido a resolver asuntos relacionados con los gastos de material de guerra y que debía guardarse el secreto. Después supe que se marchaba con pasaporte falso, con nombre supuesto, en magnífico automóvil y acompañado de señoras con quienes no tenía ningún parentesco, y que había estado en París y Londres”.
No obstante, hay que recordar que, a pesar de la fama de Negrín de haber sido un prenda, esto es, un epicúreo, un sátiro, un orgiástico sexual, lo cierto es que sus biógrafos más solventes señalan que no existen pruebas fiables con las que sustentar estas acusaciones. Ahí el experto en Negrín Gabriel Jackson, quien sugiere que, con la presión de la guerra, algunas de sus costumbres personales “pasaron a ser algo irregulares”, pero que eso es lo máximo que puede decirse.