Cristian Olivé enseña a sus alumnos con Rosalía.

Cristian Olivé enseña a sus alumnos con Rosalía.

Cultura

El profesor rebelde que no cree en los exámenes (y que enseña a sus alumnos literatura con Rosalía)

El profesor de lengua y literatura Cristian Olivé publica 'Profes rebeldes' sobre el reto de educar a los jóvenes a partir de su propia realidad: de 'Juego de Tronos' a Instagram. 

1 febrero, 2020 02:54

Hubo un tiempo en el que los profesores castigaban a los alumnos de cara a la pared; o arrodillados, con garbanzos bajo los ligamentos; hubo un tiempo en el que la jerarquía era tan cruenta que hasta podían insultarlos o humillarlos, como si nada: afortunadamente, hemos ido dejando atrás esas prácticas bárbaras -y sus consignas, como "la letra con la sangre entra"- para alumbrar otras formas más sanas y dignas de conocimiento. Quizá los codos no eran la solución a todo, quizá no había que presionar a los jóvenes para que se tragasen bulímicamente el temario, quizá lo fundamental era hacerles crecer con espíritu crítico y poder abolir para siempre la camiseta aquella de "school kills artists". 

Por eso el maestro Cristian Olivé acaba de publicar Profes rebeldes. El reto de educar a partir de la realidad de los jóvenes (Grijalbo), un manual donde explica sus métodos para cambiar la educación desde dentro, potenciando el talento de los alumnos y dirigiéndose a ellos desde sus mitos inmediatos: Rosalía, Juego de Tronos, las series de Netflix, Instagram o las pancartas de las manifestaciones del 8 de marzo. Charlamos el educador rebelde -licenciado en Filología Catalana, da clases de lengua y literatura en un instituto de Barcelona- sobre cómo serlo -en los tiempos del aborregamiento y la alienación-. 

¿Cómo surge la idea de meter elementos de la cultura popular y la realidad en el temario?

Bueno, mi manera de trabajar es a partir de los intereses de chavales: lo que les interesa, lo que les remueve por dentro. Eso lo traslado al aula y no les juzgo negativamente por lo que les interesa, que esa es una actitud muy de adulto. El segundo mensaje que les envío es que se puede aprender con cualquier elemento de la realidad. Por ejemplo: usamos Instagram para trabajar la lectura obligatoria del trimestre. Les pido que conviertan la trama de la novela en una cuenta de Instagram. Como si convirtiesen al protagonista de la obra en un instagramer o un influencer, y mediante las publicaciones van relatando su proceso, su viaje, a quién va conociendo, con qué personajes se va encontrando… también el lenguaje de Youtube lo tengo presente en el aula, porque es una red social que los chicos utilizan muchísimo, por afición. Yo quiero sacarle a eso un provecho educativo, y lo hago con el apartado del discurso. Analizamos el discurso del Youtuber, sus características lingüísticas, sus géneros y tipologías textuales… y lo convertimos en vídeo.

¿Y cómo se introducen Juego de Tronos o Rosalía?

Pues con Juego de Tronos fue en la última temporada. George R. R. Martin no ha escrito la última novela, pero ya tenemos la última temporada emitida. Así que les pedía a los chicos que redactasen cómo sería el primer capítulo del libro, y los más fanáticos de la serie lo hacían de forma voluntaria. Y con Rosalía trabajamos porque ella, para El Mal Querer, se inspiró en una novela medieval llamada Flamenca: cada canción es un capítulo y cuenta la historia de un amor tóxico por parte del hombre hacia la mujer. Habla de la dominación, de la posesión, y sirve para entender cuál es el verdadero amor saludable que debemos potenciar en el aula. En clase analizamos las letras y buscamos las figuras literarias, donde Lorca y su Bodas de sangre o la poesía trovadoresca están muy presentes.

¿Crees que es importante que los chavales de instituto lean periódicos?

Me gusta muchísimo trabajar con noticias de actualidad, con artículos de prensa, para desarrollar el espíritu crítico de los chicos, para que sean capaces de reconocer las fake news, tan presentes en nuestro día a día… Gestiona la información y distinguir la que es válida de la que no. En el aula debatimos sobre las noticias del día y lo convertimos en algo rutinario.

¿Cuáles son los dogmas de la vieja escuela que crees que hay que superar ya o que han quedado obsoletos?

Yo soy un detractor de los exámenes, de que el sistema de evaluación se base en una prueba y se obvie toda esta experiencia vivencial que es el aprendizaje… y se resuma todo a una nota. Eso está obsoleto. No genera ganas de saber más, al revés, genera rechazo. Acostumbramos a los jóvenes a aprender para demostrar cuando hay que aprender para gozar. En otros aspectos sí que bebo de la educación tradicional, porque estamos donde estamos también gracias a ella y a lo que hemos ido aprendiendo pero critico la memorística. La memorización no sirve para nada, no potencia el crecimiento personal. Cualquier talento que puedan tener ellos… no lo potencia, sino que trabaja en un concepto para luego olvidarlo. No hay ninguna emoción.

¿En alguna ocasión los padres se han puesto exquisitos contigo o se han mostrado escépticos respecto a tus métodos de enseñanza?

Algún temor sí me he encontrado alguna vez. Por ejemplo, con el tema de Instagram: hay quien lo puede interpretar como que estoy fomentando el uso de Instagram, pero lo que hago en verdad es utilizar el elemento prohibido y subvertirlo. Para ellos es su día a día. Saben que no deberían usarlo tanto porque genera adicción, así que la idea es darle la vuelta y convertirlo en una herramienta educativa. Eso se recibe con sorpresa por parte de mis alumnos, y con algo de emoción, porque es algo que les divierte y así el aprendizaje es mucho más auténtico, más significativo. A partir del mundo digital, luego en el aula hay mucho que trabajar en aspectos más reflexivos. La idea es no quedarnos sólo en el titular.

¿En qué tipo de profesor crees: en el autoritario de corte tiránico que infunde temor y, a la vez, respeto; en el colega de los alumnos…?

En el libro diferencio entre autoridad y autoritarismo. Creo que lo fundamental es ganarse la autoridad en base a la confianza y el respeto. Hay que mirarles a los ojos y tratarles como a personas que están creciendo y evolucionando. Pero es importante evitar el colegueo. No ayuda demasiado. Somos adultos y educadores. Que haya autoridad no quiere decir que tenga que basarse en el miedo. La manera de trabajar, de pensar y de actuar que se basa en el miedo detiene más que hace avanzar.

Recuerdo que cuando entrevisté a José Antonio Marina decía que el cachete es “necesario” y que no “traumatiza a ningún niño”. ¿Qué opinas al respecto?

Creo que esa es una reminiscencia muy lejana que sigue dando coletazos, pero, afortunadamente, la vamos superando: la manera de aprender debe ser basada en el respeto y en la comprensión, no en imponer la fuerza ni el miedo. Yo, en ese sentido, no soy para nada defensor de la violencia, ni por parte de las familias. Porque esto es violencia. Creo que podemos recurrir a otras estrategias más saludables y más sanas que generen más confianza en el adolescente para ganarnos su respeto, más allá de la colleja o la bronca.

¿Por qué las nuevas generaciones están tan mal consideradas a ojos de los adultos? Siempre se les representa como en la fotografía esa donde unos chicos salen mirando el móvil en vez de atender a un cuadro en el museo. ¿Crees que es justo eso?

Eso me duele mucho. Yo también veo esa degradación en mi entorno; hay muy poca empatía por parte de los adultos y hacia los adolescentes. Tenemos que ponernos en su lugar e intentar recordar cómo éramos nosotros cuando éramos adolescentes. Yo siempre lo digo: los chicos son exactamente igual que siempre, se emocionan con lo mismo, son igual de intensos, viven al límite como se ha hecho siempre… vale, que ahora hay una nueva extensión de su cuerpo que es su teléfono, bien, pues nuestra labor es educarles en su uso responsable. Buena parte de las relaciones sociales se basan en ese imaginario digital, así que debemos darles respuestas de siglo XXI, que es donde estamos. Cuando se critica de manera gratuita y peyorativa a los adolescentes nos estamos alejando de ellos y estamos siendo muy poco empáticos. Nosotros nos sentíamos igual que ellos… pero ahora les rechazamos. Es una crítica peyorativa y sin sentido.

¿De dónde viene el talento y cómo potenciarlo? Los disidentes dicen que la escuela es experta en matar la creatividad y en alienarnos.

La idea de los conceptos teóricos está muy sobrevalorada, para mí. Yo defiendo que lo que se ha de defender es la creatividad, el descubrimiento de la persona, el potenciar el talento oculto que ni siquiera sabíamos que teníamos… la educación está fracasando cuando los chicos acaban bachillerato o secundaria y no saben a lo que se quieren dedicar. Eso debería esta siempre presente. Y las familias, porque si los chicos deciden dedicarse a una disciplina artística necesitan ser escuchados por los suyos, y apoyados.

¿En qué se diferencia la educación de un niño rico de la de un niño pobre? Leí que Gregorio Luri decía que el niño pobre tiene acceso a muchas menos palabras al día. ¿Dónde te posicionas respecto al debate de educación privada – educación pública?

Una de las mayores dificultades es que la escuela que tenga una situación socioeconómica complicada, o más adversa, tenga un buen potencial de recursos económicos o logísticos. Y no tiene sentido, porque las necesidades de esos alumnos van a ser mayores. Cuando se hacen ránkings como el de Pisa, etc., obvian y dejan de lado estas diferencias. Criminalizan al alumno sin tener en cuenta las diferencias sociales y económicas. Soy muy crítico con esos ránkings. Se debería poner el foco en el sistema educativo, no en los resultados académicos de los chavales.

¿Dónde te posicionas en el debate generado por Celáa de bajar la nota de aprobado al 4?

Bueno, cuando hablamos de notas yo me siento muy incómodo. Los docentes tenemos ese papel de decir la nota que tiene una persona… deberíamos fijarnos más en el proceso que en el resultado del alumno. En el camino que ha recorrido para llegar a donde ha llegado. Algunos tendrán unas metas y otros, otras. Con el tema del 4, del 5… volvemos a los números. A reducirlo todo a una nota numérica que obvia lo que te comentaba antes: el despertar la creatividad, el crecimiento, la reflexión.

¿Qué hay del pin parental?

Para mí ha sido un debate que he vivido de manera muy triste, se ha utilizado la educación como arma de confrontación, cuando la educación está justo para evitar las confrontaciones. Lo que hacen los políticos no es lo que yo quiero enseñar en mi clase. Cuando hablamos de esa manera de enseñar vivencialmente y de que haya espacio para todo tipo de temas… hablamos de tolerancia y de respeto, de cuidar el entorno de las personas, del autoconocimiento del alumno… pero esto no tiene que trabajarse sólo en talleres, sino que todas las materias tienen que estar dirigidas. Hay que normalizarlo.

¿Y en cuanto a la educación sexual en los colegios?

Debe estar muy presente. Las series ayudan, por ejemplo, Sex Education. Invito a las familias a verla con sus hijos y a comentarla, porque muestra una realidad, aunque en este caso británica, muy cercana a la española. Los adolescentes están perdidísimos, necesitan respuestas y las escuelas deben darlas. Muchos alumnos no las piden, pero las necesitan. Luego nos encontramos actitudes y situaciones adversas que en ese sentido deberíamos evitar.