Decía José Luis Cuerda que a él le hubiera gustado reencarnarse -quién sabe si anda en ello justo en este instante- en sí mismo durante los mejores momentos que tuvo. “Si me hubieran dicho de pequeño que iba a hacer las películas que he hecho, que iba a escribir las cosas que he escrito, que iba a tener los amigos que he tenido y que iba a conocer a las personas que he conocido… nunca me lo creería”, chasqueaba la lengua, durante una charla con este periódico, hace ahora cuatro años. “Me muero ahora mismo y, vamos: he hecho todo lo que he querido. Tengo unas hijas que son lo mejor. Mi microscópica aportación al mundo… ha sido lo mejor que he podido hacer. Ellas: mis hijas y mi nieta. Son estupendas. Mi nieta se llama Manuela, tiene año y medio y tiras las cosas al suelo y dice "¡ahí va!". Y le digo: ‘Pero no seas cínica, si las has tirado tú’”, y entonces se reía.
Otras veces no entendía bien qué hacía aquí abajo: “Yo no sé para qué he venido al mundo: total, mi función aquí es cabrearme”. Mentira, mentira: don José Luis Cuerda era una greguería andante, un poemita cocinado en Albacete, un maestro -de la sensibilidad, del humor, del absurdo, de la travesura, de la disidencia- que, además, tuvo la deferencia de prestarnos unos tarros de lo genuino de su mirada y ahora a ver cómo hacemos las paces con esta deuda tan enorme. Él creía que tenemos más poder en la yema de los dedos que en los puños. Creía que, además de con el sexo, se ama con las manos; y que los Santos Lugares están en el cuerpo.
El cineasta entendía de las cosas verdaderamente importantes de la vida, como Don Gregorio -Fernando Fernán Gómez en La lengua de las mariposas- cuando decía: “Si te entran prisas, mira los árboles”. Sabía “cagarse en el misterio” y poner los puntos sobre las íes, como en Amanece que no es poco, cuando hay que “sacarse la chorra”: la cosa es avisar. Decía que los libros “son como un hogar”, que “en ellos podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío”. Respetaba la labor docente como la auténtica “luz de la República”.
Tenía memoria y, aún mejor, la usaba. No dejaba que le tomaran por tonto. Citaba a Machado y bromeaba contando que, cuando salía con Marilyn Monroe, lo que más les gustaba era sentarse en un banco allá en y hablar de sus cosas. Conocía, muy profundamente, que lo del infierno nunca existió, que “el odio, la crueldad: eso es el infierno”, que “a veces el infierno somos nosotros mismos”. Conocía que “la libertad estimula el espíritu de los hombres fuertes” y arrastraba una ternura terrible de fondo. Expresaba que gran parte de su trabajo respondía al principio de Hitchcock de que lo narrado, por un lado, debe tener gracia, y por otro, “maldita la gracia que tiene”.
Quería morirse sin darse cuenta y sin que le vieran, pensaba que “la música tiene que tener el rostro de una mujer a quien enamorar” y cada dos por tres le tiraba de las orejas a las estructuras de poder: “Han tenido la desfachatez de llamar ‘libre’ al mercado, pero de libre nada: el mercado es esclavo de muy pocos señores”, lanzaba. También se bautizaba como “antisistema”: “¿Cómo no voy a serlo? Por honradez, coño. Por decencia”, lanzó en otra ocasión. Aquí algunas de las reflexiones que nos dejó José Luis Cuerda en su charla con nosotros:
1. El hombre no es un lobo para el hombre, es mucho peor. Es un hombre para el hombre. Dónde va a parar.
2. No es que dios se enfade si tenemos orgasmos, es que no los entiende, está el hombre ya mayor. cuando le da una cosa de esas, debe pensar que es unas cosquillas... que le ha pasado sin darse cuenta y tal. No tiene por qué enfadarse: no los entiende. No sabe lo que es el placer del orgasmo, creo yo, porque no lo hubiese penado como lo tiene penado. A poco que lo entiendas, te quedas con él de por vida. Dices: ¿esto? Todos los que vengan.
3. Si dios existiera, sería de izquierdas, pero el que nos venden es de derechas.
4. La fe es una inconsciencia; no hay ninguna razón para tener fe. Pero la mayor certeza que tengo en la vida es que es muy arduo conseguir tener una convicción argumentada y que, además de todo eso, encierre algo de razón.
5. Los capitalistas no van al infierno, se quedan viviendo en el Ritz de por vida. Son los animales más tontos de la creación, los capitalistas. Se van a morir, pero no se dan cuenta. No quieren darse cuenta. Todo el día acumulando capital... pa ná.
6. La vida eterna sirve para aburrirse.
7. No hay justicia en la tierra ni en ningún sitio. Si no la hay en la tierra, que es donde tiene que haberla… a mí que más me da ya que la haya o no la haya por ahí. Las cosas etéreas son buenas pa' respirar, pero sólo para eso. Justicia poética sí hay, claro: hay buenos poetas y malos poetas.
8. La patria es un pretexto para hacer una serie de bajezas injustificables (…) Mis amores son mi patria. Las cosas que yo amo son las cosas de las que me gustaría proceder y donde me gustaría vivir siempre. La patria y la bandera son una simplificación insoportable. No se puede pretender que eso justifique algo por lo que uno da la vida. ¡Están locos! Yo no he visto a generales corriendo delante de sus ejércitos, ondeando una bandera y diciendo "A por ellos". "¡Seguidme!"... además, como siempre tienen cierta edad, corren poco. Es fácil seguirles.
9. El amor se reconoce porque te dan cosas… te dan carrasperas al hablar, se te hace un nudo en la garganta. Y tienes excitaciones sexuales, y te gusta ver y oír a la persona a la que quieres... hay muchos signos. Te quita el sueño... el amor tiene repercusiones muy espirituales.
10. Se ama con el sexo, desde luego, y con la cabeza y con las manos.
11. Todos somos bisexuales en potencia, pero lo ejerces o no lo ejerces. Una cosa está en que te guste la práctica bisexual... Yo, a mis 69 años, me pegaría un susto si viera que me entran ganas homosexuales. Estaría sorprendido, pero vaya, que se puede vivir en la sorpresa. Yo, probar, a estas alturas no me apetece.
12. Nuestra libertad depende de nosotros. Otra cosa es que en el ejercicio de la libertad te corten el cuello, pero son opciones. Hay cortapisas evidentes, claro: mira la Ley Mordaza. Escribí una cosa yo sobre el liberalismo: "El rico es perfectamente libre de hacer lo que quiera con el pobre".
13. La cultura es esta mierda en la que vivimos. Cultura viene de cultivo y es lo que hemos cultivado, lo que hemos hecho que sea como es y como somos. Vivimos en una cultura de mierda, totalmente cuantitativa, que no contempla los aspectos cualitativos para nada y se satisface cuantitativamente. Otra cosa es la producción cultural, que, como toda producción, necesita unas reglas de juego que hagan que sea un beneficio para alguien. El que escribe un libro, lo que gana es el 10% del precio del escaparate. ¿Qué mierda de cultura es que el que hace la cosa es el que menos gana con la cosa? Ganan más los que la comercializan: el librero, el editor, el distribuidor… Mierda, es una mierda.