Tomamos un café en Lavapiés: es fácil sentir a Carlotta Cosials y a Ana García Perrote como a colegas antiguas en una tarde de martes. No sólo por los años que llevan disparando desde el escenario con la banda Hinds -hoy faltan Ade y Amber en la mesa-, sino porque se expresan con naturalidad, con frescura, con inteligencia y con el gamberrismo necesario para que estar aquí abajo en la tierra resulte divertido. Desde las cuestiones más punzantes a las más llanas: como en sus conciertos, consiguen que la gente se sienta en casa. Mejor: en una fiesta en casa con cervezas y guitarras. Aquí dos mujeres chispeantes para ponerte los puntitos sobre las íes, pero sin perder el buen humor -y vaya patrimonio es ese-.
En Hinds, uno de los grupos españoles más internacionales, se acostumbraron a ser profetas primero fuera de España, pero este tercer álbum, The Prettiest Curse -que presentan en un mes- ya huele a consagración dentro y fuera: también porque vienen a hacer guiños patrios incluyendo, por primera vez, algunos versos en la lengua materna; y porque hablan de todo eso que conocemos tan íntimamente -relaciones disfuncionales, traiciones y aislamiento, pero también poder y amistad-. Suena distinto: atención a la producción de la estadounidense Jennifer Decilveo y al abrazo a los acústicos o a la neopsicodelia. Hacen lo que quieren, para eso han venido, y les da igual ocho que ochenta. Por ahora ya han lanzado dos temazos para ir abriendo boca, Riding Solo y Good Bad Times.
Son, además, unas artistas profundamente conscientes de la trascendencia de su trabajo: dicen que la política late debajo de todo lo que hacen -igual en sus letras que en su ropa que en su forma de defender sus ideas- y sienten que “la función del arte es acercar a la humanidad entre sí”. “Ahora que están triunfando en el mundo tantas políticas de derechas donde se considera que ciertas personas son inferiores a otras personas, se nos revuelve el estómago, porque nuestro curro va de todo lo contrario, de decir ‘oye, tío, todos somos geniales’, y si eso pudiera influenciar a las generaciones venideras, sería más que bienvenido”, comenta Carlotta.
Otros días, cuentan, sólo les apetece hablar de amor. Entre ellas se confiesan las crisis y escriben a pachas: es fácil identificarse y encontrarse en los secretos y las historias de las otras. Hay fraternidad espesa aquí, hay complicidad y alegría. Un ejército de cuatro mujeres armadas con instrumentos y labia para seguir conquistando el mundo por las buenas.
¿Por qué creéis que es tan difícil vivir de la música en un mercado como el español?
Carlotta: Vivir de las artes, en general, es bastante complicado. Cuando una se mete en este tipo de negocios sabes que no te vas a hacer millonaria. Nunca el objetivo fue hacernos ricas, la verdad, somos chicas listas, habríamos elegido otro trabajo. Pero creo que en concreto en España no se valora la cultura como una industria, no está bien estructurado y no está bien valorado. Una anécdota que nos vale de ejemplo: fui como durante dos meses enteros a que me hicieran curas porque tuve un accidente de moto, y el otro día fui al médico de nuevo y me encontré a la enfermera y me dijo “¿cómo estás, cómo te va, terminaste la carrera?”. Y le dije: “No, la verdad es que no”. “Vaya, bueno, pero, ¿estás bien?”. “Sí, tengo un grupo de música”. Y ella me dijo: “¿Y no haces nada más?”. Como diciendo “pobrecilla”.
El pensamiento inminente es el de “precariado”.
Carlotta: Sí, tuve como asegurarle lo de que “sí, de verdad, me va muy bien” (risas).
Ana: Claro, está la pregunta de “¿y no tienes otro trabajo?”, como si tuviéramos que convencer. Para empezar no podríamos tener otro trabajo por tiempo.
¿A qué os dedicabais cada una antes de vivir de la música?
Carlotta: Yo empecé Medicina y lo dejé, luego empecé en una academia de actores. La RESAD.
Ana: Yo Publicidad y Relaciones Públicas. Y Ade estudiaba Arquitectura y Ámber estaba en un módulo de fotografía.
¿Cómo creéis que lo habéis conseguido? Tantas bandas se preguntan hoy en España si durante al menos un tiempo podrán dedicarse a esto puramente… Autodiagnóstico, en este sentido.
Carlotta: No creo que haya unas pautas…
Ana: Cada grupo es diferente, no hay dos historias iguales. Es difícil decir “tú sí, tú no”. Lo que hicimos nosotras nunca se había hecho y funcionó, luego vendrá algo nuevo que no nos podemos imaginar que funcionará. Lo que es seguro es que es muchísimo trabajo, somos muy currantes… no sólo artísticamente. Hoy día nadie se puede permitir ser sólo artista y no mandar mails, estar diseñando cosas, ¿sabes?, estar encima de todo. Somos empresarias a todos los niveles. Todos los músicos hoy en día nos tenemos que ajustar a eso porque hay muchos más grupos en un intervalo más pequeño. Antes si eras Madonna, eras Madonna, que trabajará seguro mogollón pero igual no tenía que hacerse su merchandising. Hoy hay muchos grupos y vamos todos corriendo.
Quería preguntaros si os planteáis hacer canciones enteras en castellano.
Carlotta: Bueno, en este álbum hay cositas… no canciones completas, pero sí muchas barras que son en castellano. Ya cuando terminamos el segundo álbum nos apetecía, coño, al final, lo hablamos perfectamente.
¿No os da la sensación de que en algún momento en España la gente sintió que tenía que cantar en inglés porque si no, no había futuro?
Ana: En nuestro caso no fue intencionado, fue porque en aquel entonces la mayoría de la música que escuchábamos era en inglés, y cuando empiezas, empiezas haciendo covers y te suena bien porque te suena más parecido a Bob Dylan y a Los Parrots que a otra cosa que escuches menos en español. Fue por inercia. Obviamente, tuvimos mucho más éxito fuera y durante los dos primeros discos era aplastante el éxito que teníamos fuera comparado con España. Luego ya con el tercero nos hemos pensado y hemos dicho “vamos a hacer esto, nos apetece, y volvemos a las raíces de cantar al menos un poco en español”. Ha salido mucho más natural de lo que pensábamos, después de dos discos escribiendo sólo en inglés. “¿Sabremos hacerlo, se nos dará bien?”.
Carlotta: Es más abrumador porque un par de barras… cuatro, o una estrofa, o lo que sea. Dices “bueno, conocemos todo el diccionario”, no es como en inglés, que tienes ciertas limitaciones y esas limitaciones te hacen rebuscar y esforzarte de un modo diferente a la hora de plasmar en el papel lo que quieres transmitir. En castellano, como es nuestra lengua materna, es como “si esta frase la digo así, sé que es de un modo juvenil, si la digo asá… tal”. Los matices. Era como “todo mi cerebro me vale”.
Ana: Decíamos “si decimos tres frases en castellano, van a ser importantísimas, porque, ¿cómo resumes todo el mensaje de la canción…?”.
Leí una entrevista en El Mundo donde vuestra compañera decía que “teníais todo lo que odia España”. ¿A qué os referíais y por qué creéis que al principio fuisteis más incomprendidas aquí?
Carlotta: Creo que la industria española funciona un poco así, por lo menos funcionaba así cuando empezamos nosotras. Ahora ha cambiado la cosa y Madrid tiene una escena muy fértil, salen mogollón de grupos nuevos a los cuales nadie tiene ningún asco y se va a verles a conciertos y vas al Café la Palma y está llena todos los viernes, monten lo que monten. Está muy activa la ciudad y eso es genial, pero quizá cuando salimos nosotras… no tanto. Éramos un grupo nuevo y de pronto nos íbamos a girar a EEUU…
Aquí se siente raro el éxito ajeno.
Ana: Sí, era como “¿quiénes cojones son éstas y qué hacen ahí?” (risas).
Carlotta: “¡Si no tienen ni álbum!”. Sí, y éramos jóvenes y somos mujeres y somos felices, que es algo que no sé por qué cabrea a tanta gente. El estar de buen humor pone a la gente de mal humor.
¿Qué es España para vosotras?
Carlotta: Es casa. Cada vez que tocamos aquí nos sentimos tan arropadas… es un gusto. El otro día dimos un concierto para una cosa de una marca, que no había ni escenario, tal… estaban los 300 fans que cupieran, y se pusieron a corear… súper buen rollo. Nos sentimos muy, muy queridas. Madrid es mi ciudad favorita del planeta, del sistema solar. Nuestra relación con España, mira… ojalá nos hubieran querido mucho desde el principio, pero al mismo tiempo seguimos queriendo tanto al país y a la ciudad de Madrid… de modo incondicional.
¿Qué tipo de comentarios machistas habéis tenido que soportar en vuestra carrera por el hecho de ser una banda de mujeres?
Carlotta: Muchos y los seguimos recibiendo. Ahora a ver con el tercer álbum… pero los dos primeros, que eran más punkis, claro… desde luego, es como novedoso ver a una chica gritar, ¿no? Ver a una chica gritar es una imagen que no comprendes o crees que lo está haciendo mal. Mientras que ver a un hombre gritar, o ver a los Black Lips o ver a alguien haciendo el guarro encima del escenario es algo que te recuerda a cosas que ya conoces (porque todo el rock and roll está dominado por hombres). “Ah, coño, me recuerda a cuando Lou Reed se desmayó pinchándose heroína en el escenario”. Pero no hay nada que recuerde a chicas haciendo esto, o no son tan famosas, porque sí que las hay; así que todos los caminos llevaban a pensar que lo hacíamos todo mal.
Es injusto.
Carlotta: La verdad es que sí, pero hay que dar tiempo a que la generación vaya aprendiendo, hay que educar a la sociedad en general sobre que las chicas podemos hacer lo que nos dé la gana y no seguir las expectativas sobre lo que es una mujer. No tiene ni pies ni cabeza. Mientras hacíamos este disco yo estaba bastante flipada con Molotov, que, opinión política aparte, es un grupo de siete tíos gritones que todos los coros son prácticamente insultos y demás. Pensé “vamos a hacer este tipo de coros en Hinds”, y luego pensaba “claro, pero es que chicas haciendo este tipo de coros… no sé si va a molar tanto”. Y luego: “Un momento, ¿estoy siendo yo misma sexista con nuestra propia banda?”. Claro que mola y claro que a una mujer gritando la asocias a descontrol en vez de a fuerza, pero ya basta.
También leí que os soltaban comentarios muy fuertes del estilo “a ver a quién se la han tenido que comer para estar ahí”. Es gravísimo.
Carlotta: ¡Ah, sí! La de pollas que nos hemos comido… increíble.
Ana: Siempre saltan con lo sexual en plan automático, y aunque no sea sexual, un: ¿quién es su mánager, quién es su padre, quién es su hermano? Siempre como si hubiera una figura masculina detrás que es quien supuestamente está generando todo. “Gracias a esa persona… gracias a ese mánager, o a ese polvo, o a ese padre influyente, tal”. No. Es como la explicación de que este grupo “tan malo” tenga éxito.
Carlotta: Durante toda la historia se ha pensado que lo mejor que puede ofrecer una mujer es la imagen, mientras que lo mejor que puede ofrecer un hombre es sus ideas. A la gente no le entraba en la cabeza que las ideas fueran nuestras.
¿Cómo os habéis defendido de todo esto? ¿Lo contraatacáis o preferís ir callando poco a poco a esa gente con vuestro curro?
Ana: Depende del día. Hay días que te sientes con fuerza y dices “me quiero pegar”, ya de descontrol, de frustración. Ade tiene una fase de convencerles.
Carlotta: Les pilla de noche así un poco pedo y les da la chapa (risas).
Ana: Ellos acaban casi llorando y pidiendo perdón. Se lo explica. Es mucho esfuerzo y mucha energía tener que estar contando cosas tan obvias.
Carlotta: Yo me apoyo mucho en Ana, que es la mejor, rollo “mira, que os den por culo a todos”, y a mí a veces me afecta más y eso me ayuda.
Sabéis que la semana pasada se ha publicado la investigación que culpa a Plácido Domingo de acoso. ¿Qué experiencia tenéis vosotras en este tipo de temas en el mundo del garage, del rock, del indie? Tanto en primera persona como no.
Carlotta: Tengo el corazón un poco dividido, porque Caitlin Moran, en su último libro Cómo ser famosa, cuenta que para entrar a trabajar en no sé qué revista de música, hace todo un ensayo sobre por qué ser grupi y querer follarte al bajista de turno está bien y es bueno para la autoestima de la susodicha. Y lo redacta que te cagas en plan: “Mira, en tu caso, estás un viernes teniendo que estudiar para la uni. Y entre follarte a tu compañero de la uni, que luego toda la puta clase te va a señalar y va a decir que si follas así o asá; o irte a la Wurli (por poner un sitio conocido para todas) a intentar ligar con un tío que admiras y de quien te parecen guaya las líneas de bajo que hace… pues es mucho más sano lo segundo”. Dice ella. Está muy bien explicado y necesita una reflexión como larga. Nosotras nunca hemos sentido un abuso por parte de una banda y demás, pero casos conocemos muchos.
Ana: Es verdad que eso no nos ha pasado a nosotras, no sé si porque somos cuatro y siempre hemos estado muy unidas. Si alguien le hubiera intentado hacer algo a Carlotta, probablemente yo hubiese estado al lado. Esto es fuerte, en realidad: tenemos códigos entre nosotras y palabras secretas para decirnos que un tío está siendo pesado. O “me llama Paula”, que es “este tío está siendo un hater, me está insultando y no sé cómo hacer”.
Carlotta: Tenemos hasta una que es “llama a la policía”. “Estoy en peligro”. No la hemos usado nunca, afortunadamente, pero estamos preparadas. Eso dice mucho de que realmente estamos alerta, pero eso es innato de las mujeres. Desde niñas.
Ana: Es mucho más fácil atacar a una persona si está sola, y eso no suele pasar en Hinds. En cualquier caso, el miedo que hemos tenido siempre nosotras las mujeres, lo están empezando a tener ellos, ya no sólo adquiriendo la idea de que eso está mal, sino de que lo van a pagar si lo hacen.
¿Cómo valoráis la hipersexualización del mundo del trap?
Carlotta: Fíjate, a mí me parece la hostia.
Ana: Es la libertad de cada mujer decidir cómo de corta es la falda, cómo se llama a sí misma, si se opera o no se opera, si habla de lo que habla… absoluta libertad. Puedes compartirlo o no, o puedes identificarte más o menos. Yo por ejemplo no lo escucho tanto, pero me parece bien que haya todo tipo de mujeres haciendo todo tipo de cosas y vistiéndose de mil maneras diferentes. Ni tenemos que ser monjas ni vestirnos “por aquí”: ellas son el extremo, pues genial, y luego habrá gente que va cubierta, genial también. Todo el abanico está bien, porque es un reflejo de esa libertad que debe haber en la sociedad.
¿Qué sabéis hoy del amor que no sabíais con 16 años?
Carlotta: Con los años, lo que más he aprendido es que cualquier ruptura se supera. Parece que estás en un agujero, que no vas a levantar cabeza, que nada va a ser igual, que nunca más vas a encontrar a alguien… y luego aparece otra persona que te hace feliz. La vida da muchas vueltas y no siempre se está en el hoyo.
Ana: Iba a decirte que la paciencia… o ceder. Nuestro trabajo es difícil compaginarlo con cualquier tipo de relación. He aprendido… no quiero decir “sacrificio”, pero sí un “aprender a cuidar”, porque nuestra situación exige muchos esfuerzos de la otra persona, y creo que estoy aprendiendo a no ser sólo “lo que yo quiera”. También por mi personalidad, que soy muy cabezota, y estoy aprendiendo a pensar más en la otra persona.
¿Cuánto hay de verdad en la leyenda de “sexo, drogas, rock and roll”?
Carlotta: Cien por cien real.
Ana: Hay mucho más que no se sabe.
Carlotta: Y no porque lo hagamos, eh (risas). Follando, drogadas al mismo tiempo… no. Pero sí, sí, desde luego: es un mundo donde hay mucha droga. De las mejores decisiones que hemos tomado en Hinds, fue decir desde el día uno “no nos vamos a drogar, gracias”. Cada vez que nos ofrezcan, vamos a decir que no.
Ana: Realmente somos parte del 0,0001% de grupos que no se drogan. No hemos conocido literalmente a nadie que no se drogue.
¿Ya nadie os insiste?
Ana: Al principio nos inventábamos que íbamos como a otra mierda.
Carlotta: No quieres tampoco gafarle la fiesta a nadie.
Ana: O que se sientan juzgados. Si alguien se está drogando y tú dices “no”, parece como que les estás mirando por encima o se sienten peor…
Carlotta: Como la policía de la moral, y no queríamos ser para nada eso.
Ana: Sí, pero hemos aprendido a naturalizar la cosa y decir “no quiero, gracias”, y todo normal.
¿En el mitin de qué partidos políticos nunca tocaríais?
Carlotta: En el de Vox, claro. En el de Trump.
Ana: En el de Boris. Es que ahora está la cosa… (risas).
¿A quién harías ministro o ministra de Cultura?
Ana: ¡A Luis! De Sonido Muchacho.
Carlotta: Total. Se le da muy bien toda la escalera… desde el grupo más pequeño que haya ahora mismo que nazca del Pepe Botella a grupos estilo Universal. Ha estado en todos.
Ana: También es artista y sabe lo que es estar al otro lado y lo que es vivir de eso, y es muy importante. Ahí cuidas de verdad todos los detalles: importan las cartas del merchandising del grupo pequeño y las entradas del Wizink de Carolina Durante. Le gusta el arte como tal, de lo raro a lo comercial.