El filósofo, sociólogo y agitador cultural Slavoj Zizek lo tiene claro: la respuesta al Covid-19 es el comunismo. Así lo detalla en su nuevo ensayo-exprés ¡Pandemia! El Covid-19 sacude al mundo: en este libro, recién lanzado, apunta que este virus ha puesto en evidencia que ya vivíamos con otro virus dentro, metido en los huesos, normalizado en todas nuestras estructuras vitales. El capitalismo. Señala que, mientras miles de personas mueren en todo el mundo a causa de esta infección, lo que sigue quitando el sueño a los grandes empresarios y estadistas es cómo afectará esta situación a la economía (ya saben: conceptos como "recesión" o "falta del crecimiento del PIB").
Siente el filósofo que esta confusión se basa en que la economía se sustenta en el consumo y en la obsesión por lo material. Pide que, aprovechando esta crisis, nos libremos de la "tiranía del mercado". Que reinventemos nuestro propio mundo. Recuerda que vivimos en un momento en el que "el mayor acto de amor es mantenerse alejado del objeto de su afecto". En un momento en el que los gobiernos demuestran que de repente pueden generar miles de millones, a pesar de haber sido "conocidos por sus despiadados recortes en el gasto público". En un momento en el que "el papel higiénico se convierte en una mercancía tan preciosa como los diamantes".
Un nuevo comunismo
¿La respuesta? De nuevo, una nueva forma de comunismo que evite un descenso a la barbarie global. Zizek lo vende, como siempre, con su provocación innata y con sus guiños a la cultura popular, de Quentin Tarantino a HG Wells pasando por Hegel y Marx. En fin: sus cosas. Cuenta que el coronavirus es un golpe "a lo Kill Bill" al sistema capitalista que está sacando a la luz la basura que guardábamos debajo de la alfombra: la histeria colectiva, las noticias falsas, la conspiranoia y el racismo.
“La bien fundamentada necesidad médica de establecer aislamientos ha hecho eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero tal vez otro -y más beneficioso- virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-Estado, una sociedad que se actualice con solidaridad global y cooperación", ha escrito en un artículo sobre la misma cuestión.
Ha detallado Zizek que "han resonado especulaciones que apuntan a la caída del comunismo en China, de la misma forma que Gorbachov dijo que la tragedia de Chernobyl llevó al fin del comunismo soviétivo", pero que la paradoja es la siguiente: "El coronavirus también nos obliga a reinventar el comunismo basándonos en la confianza en las personas y la ciencia”.
Indica que, cuando salgamos de ésta, no seremos tan alegres con los parques, los baños públicos o las barandillas. Ni siquiera nos tocaremos del mismo modo la boca o los ojos a nosotros mismos: "No son sólo el Estado y sus agentes quienes nos controlarán, también debemos aprender a controlarnos y disciplinarnos a nosotros mismos. Tal vez sólo la realidad virtual se considere segura, y moverse libremente en espacios abiertos será limitado a islas pertenecientes a los ultraricos”.
No existen los liberales
Algo bueno tendrá todo esto, señala: la muerte de los cruceros -ese "lujo obsceno"- y la debilitación en la producción de automóviles -lo que nos llevará, dice, a buscar vías alternativas de movilización, posiblemente más sanas para el planeta-.
“En un reciente discurso, el primer ministro húngaro Viktor Orban dijo: ‘No existe el ser un 'liberal'. Un liberal no es más que un comunista con un diploma’. ¿Qué pasa si lo contrario fuese cierto? ¿Y si consideramos ‘liberales’ a todos los que se preocupan por nuestra libertad y 'comunistas’ a todos los que consideran que podemos salvar esas libertades sólo con cambios radicales desde que el capitalismo global se acerca a una crisis?", lanza en su artículo.
"Entonces deberíamos decir que, hoy, aquellos que aún se reconocen como comunistas son liberales con diploma, liberales que realmente estudiaron por qué nuestros valores liberales están bajo amenaza y se dieron cuenta que sólo el cambio radical los puede salvar”, concluye Zizek.