"Ni un amigo nuevo, ni una herida": en su colaboración con Travis Scott, Rosalía hasta ha puesto a cantar en castellano al artista de Texas. Casi nada. TKN aborda la idea de la comunidad, del clan, del grupo de familiares o amigos íntimos que ejercen de protectores entre sí y que no se venden por nadie: aquello de la lealtad, de las confesiones juradas con la propia vida, del respeto sagrado y de los círculos de confianza reducidos.
"Cosas de familia no las tienen que escuchar. Los capos con los capos y yo soy la mamá. Los secretos sólo con quien pueda confiar (...) Hay niveles para todo en esta vida. No jodemos con personas desconocías", canta Rosalía, con infinitos guiños a la mafia, como cuando menta la omertá, que es el código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas, consideradas asuntos que sólo incumben a las personas implicadas. Básicamente, la ley del silencio. Contra los chivatazos.
Para reforzar estos elementos, resulta especialmente espectacular el vídeo de Canadá, que también se ha encargado de otros de sus temas -como Malamente-: en él, Rosalía es la matriarca absoluta, la reina de un ejército de niños -hijos- que bailan con ella y con su misma fiereza. Ante el llamado de la música, hordas de críos corren hacia una casa donde están Rosalía y Travis Scott, que aquí ejercen de grandes patrones. Ella acuna a una niña en sus brazos y la lleva allá con ese gesto violento y seguro de una madre que protege a sus vástagos con todo su cuerpo y su energía.
La coreografía es bestial e impecable: llena de fuerza. Además, la artista catalana ha hecho dos guiños a dos de sus grandes inspiradores: Gaspar Noé y Almodóvar. Al primero lo cita directamente, acerca del segundo, esboza "vestía' de negro, como Kika", en referencia a la película del cineasta manchego de 1993, protagonizada por una maquilladora optimista y vital que vive con un fotógrafo muy introvertido y obsesionado con la muerte de su madre.