La última vez que Juan Echanove concedió una entrevista para EL ESPAÑOL todavía teníamos prohibido salir a la calle y solo podíamos bajar al supermercado para comprar lo indispensable. Durante aquellas duras semanas al actor hasta le invadió un sentimiento de ansiedad. ¿Se le habría olvidado interpretar al dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina en la obra La fiesta del Chivo?
Que han sido meses duros es una evidencia. Echanove afirma que ha habido un envejecimiento prematuro de la sociedad. "Es como si nos hubieran colocado a todos un saco de cemento y nos hubieran obligado a subir una colina", considera. No obstante, todo parece que vuelve poco a poco a su normalidad pese a los aún existentes límites en la cultura. La gente, a pesar de los datos de la segunda oleada, no vive en un pesimismo constante. El tiempo sigue su curso y el futuro es incierto. "Cuando la luz se acorte, el verano se vaya acabando, llegue la melancolía del otoño y llegue el invierno... Ahí es dónde nos encontraremos en otra situación", comenta a esta periódico.
Por el momento, Echanove no solo ha abandonado esa ansiedad momentánea y representará del 15 de septiembre al 2 de octubre de 2020 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid la obra La fiesta del Chivo.
Tras el parón cultural vuelve a actuar en el Teatro Infanta Isabel. Cómo ha cambiado todo...
Hoy justo se cumplen seis meses del estado de alarma. Tengo la sensación de que ayer dejé de venir al teatro y hoy vuelvo al mismo sitio. Está siendo un reinicio de gira enormemente positivo, por lo que supone la vuelta a la actividad, y enormemente desolador, por el hecho de que no se acabe de entender de que los espacios dedicados al teatro son espacios seguros.
Yo vengo de hacer una función en Ourense para 60 espectadores, en un aforo de 400. Si realmente hay que reducir tanto por seguridad en un espacio teatral el aforo entonces que cierren todo lo demás. Si hay un espacio seguro es el dedicado a las actividades culturales, ya sea música, teatro o danza.
Ahora, más que nunca, tenemos que reivindicar esa seguridad del espacio que hagan que los aforos sean totalmente manejables por los profesionales que estamos en esta actividad. Hemos dado durante todos estos meses una muestra clarísima de responsabilidad y de seguridad en el trabajo.
Hace poco publicaba Israel Elejalde una fotografía de él viajando en avión, junto a decenas de personas a su lado sin ningún tipo de distancia, para actuar en una obra donde el aforo está muy limitado. No parece tener mucho sentido.
Eso nos pasó a nosotros en Ourense y le pasa a todo el mundo que está de gira. Hay una falta de coherencia en todo esto. Empiezo a estar harto de que la falta de coherencia siempre acabe perjudicando a este sector. Va siendo hora de que realmente se entienda, no solo que si vienes al teatro es un sitio seguro, sino que de todos los espacios de ocio a lo mejor es una opción viable. Van a poder estar en un contacto social con la realidad que les rodea y van a estar seguros.
En abril se hizo viral su vídeo arremetiendo contra el ministro de Cultura Uribes. ¿Desde entonces ha cambiado su posición o sigue sin hacer acto de presencia?
No ha habido ningún cambio. El sector de la cultura lo que percibe es que está al borde de la suspensión de la actividad. Vivimos en un país que es incapaz absolutamente de llegar a un mínimo acuerdo para que las cosas puedan ir para adelante. El problema no es solo el Ministerio de Cultura, ahora el problema es de las distintas comunidades autónomas y de las distintas consejerías Cultura en conjunto con las de sanidad. Todos nos estamos dando cuenta de lo complicado que es administrativamente nuestro país.
Pero este sector tiene un problema. Más allá de la supervivencia y de garantizar los mínimos aún cuando las ayudas no llegan, el problema es que administrativamente las comunidades autónomas son distintas las unas de las otras. Yo lo que reclamo más que nunca es unidad. Nosotros, en cuestión de aforos, no podemos manejar 17 realidades distintas que luego se multiplican en 8.000 administraciones locales. Uno no sabe lo que tiene que hacer. Yo tengo la sensación de que mientras algunos hemos pensado en cuidarnos y demás para poder reiniciar la actividad, este país se ha ido de vacaciones. Ahora hay que empezar otra vez con esto.
Entonces exige que el ministro salga a dar explicaciones.
Hay que empezar a salir públicamente a manifestar ese apoyo el sector de la cultura. Ya se están convocando movilizaciones entre músicos actores... ¡No podemos perder tiempo. ¡Necesitamos intervención inmediata ya!
Yo lo que quiero es que se pongan de acuerdo. Al final, va a ocurrir como con todo. Cuando tú reclamas que algo ocurra, desde arriba te dicen que no es competencia del gobierno central, que es de una administración autonómica. Como vayamos derivando no conocemos a nadie. No se trata de gestos, se trata de la necesidad de una intervención. Que esto del aforo no sea algo que arbitrariamente pueda decidir una administración con un número concreto. Hay que establecer un acuerdo entre todas.
Centrémonos en su obra de La fiesta del Chivo. ¿Siente algún tipo de miedo ahora que ha vuelto y que las cosas están como están?
Absolutamente ninguno. Actué en Ourense y la obra está estupenda. Desde el escenario no hay ningún miedo. Los únicos miedos que tengo son los que tiene un ciudadano común. Precisamente, en el momento en el que me pongo a interpretar, para mí es un momento del día maravilloso.
Interpreta a Trujillo, dictador de República Dominicana en la mitad del siglo XX. Curiosamente, está enterrado en El Pardo con Francisco Franco.
Los cementerios son espacios donde todo el mundo, sin distinción acaba. Coincide que en Mingorrubio está Trujillo, está Franco y más gente. Es curioso cómo un cementerio acoge en su tierra parte de la historia lúgubre del mundo.
Trujillo acabó acribillado en 1961. ¿Qué hizo Franco, que no hiciera él, para morir en la cama?
Franco no estaba en esa vida turbia que tenía Trujillo. Franco directamente era el dictador. No era un hombre de excesos y de fiestas. Cuando se monta una revuelta popular después de haber matado a 30.000 haitianos a machetazos, no sobrevives a un atentado. También es cierto que Franco sobrevivió a muchos intentos de atentado.
La obra dirigida por Carlos Saura es una adaptación de una novela de Mario Vargas Llosa, quien últimamente no escatima en dar su opinión acerca de temas candentes. Decía el escritor que el lenguaje inclusivo es una aberración. ¿Qué opina usted en este aspecto?
El lenguaje inclusivo me parece genial, lo que me preocupa es recibir un mensaje que diga "a ver si nos vemos" y escriban "haber". Lo otro no me preocupa nada, todo lo que mejora a la sociedad es positivo. Lo que realmente me preocupa es que gente que debería escribir bien no lo hace.