No es un secreto que Madrid vive tiempos convulsos. Una emergencia sanitaria en forma de pandemia nos ha impactado y pocas son las líneas de flotación intactas. Sin embargo, la cultura ha emergido de entre las mareas tumultuosas para alimentarnos y hacernos olvidar, por momentos, la rareza de estos nuevos años veinte.
La ciudad por unas semanas se inunda de baile, desembarca Madrid en Danza para llenar escenarios hambrientos de arte excelso, y el comienzo ha tenido por base un buque insignia: los Teatros del Canal.
El programa de esta temporada lo encabeza la Compañía Nacional de Danza (CND) y un tríptico lujoso: 'Remansos' de Nacho Duato, 'Arriaga' de Mar Aguiló, Pino Alosa y Joaquín de Luz y cierra 'In paradisum' de Antonio Ruz.
Muchos, diría muchísimos, son los recuerdos que me vienen a la mente con “Remansos”. La icónica coreografía de Duato, tantas veces vistas, tantas veces bailadas, tantas veces estrenada en decenas de latitudes, es un derroche de inteligencia, conexiones geométricas y remembranzas personales. Estrenada en la segunda mitad de los noventa fue, desde el principio, una creación destinada a perdurar. Años, muchos, después sigue sin arrugas, como si hubiese sido creada justo ayer. Dicen que el coreógrafo se inspiró en Lorca, no lo sé. En el escenario suceden escenas-regalos para quienes bailan y quienes, desde la butaca, disfrutan. Bendita rosa roja que da comienzo y pone fin a su eternidad.
En la mitad de la noche el remanso da paso a 'Arriaga'. Un universo creado a seis manos donde los bailarines de la CND combinan, armónicamente, la punta firme con el paso roto y brusco que suele caracterizar la danza de estos tiempos. Estrenada durante el año que nunca olvidaremos, 2020, “Arriaga” es una apuesta sólida con futuro asegurado. Una coreografía coral para un conjunto armónico de excelentes bailarines.
Se acerca el final y llega gran obsequio visual con nombre sugerente: “In paradisum”. Estreno absoluto de Antonio Ruz, es un viaje emocionante y polifónico que lleva en su esencia al propio baile como medio de conexión entre iguales y diferentes. Durante 35 escasos minutos transitamos por mundos sublimes y templos soterrados, diálogos eximios y desconexiones discotequeras. Oportunidades diversas para esculpir frases coreográficas heterogéneas a la par de armónicas. Una creación que arrancó vítores y aplausos antes de la caída, definitiva, del telón irremediablemente sincronizado con el estado de alarma.