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El futuro de la ópera crece en el Teatro Real

Una veintena de jóvenes cantantes participan en el programa Crescendo, un apoyo único en el inicio de sus carreras profesionales en el mundo de la lírica.

A los 18 años, a María Eugenia ni se le había pasado por la cabeza cantar ópera. A la misma edad, Marta ya había decidido estudiar canto de forma profesional y, mientras tanto, Mario estaba actuando en escenarios de su Gran Canaria natal. Al otro lado del mundo, María de los Ángeles emprendía un viaje desde Caracas hasta Madrid para continuar su formación como cantante lírica.

Todos han coincidido ahora sobre las tablas del Teatro Real para participar en el programa Crescendo, que busca ayudar a jóvenes cantantes de ópera a dar el desafiante salto del mundo académico al profesional. Durante unos meses se han formado en el principal teatro de España -galardonado este año como la mejor compañía de ópera del mundo a la espera de encontrar una oportunidad que impulse sus carreras.

El campo de la ópera es un lugar sacrificado y competitivo, especialmente para los intérpretes más jóvenes. De manera que “todo lo que puedan hacer las instituciones públicas y culturales para favorecer la integración laboral y el mantenimiento de la ópera, es bienvenido”, explica Ignacio García-Belenguer, director general del Teatro Real. Sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias actuales, en las que “artistas consolidados han perdido sus oportunidades de trabajo, pero también hay que pensar que los jóvenes artistas han podido ver truncadas sus carreras. Este apoyo sirve para darles una bocanada de aliento”, afirma.

La primera generación Crescendo

Crescendo nace como un proyecto internacional -con proyección de futuro- para complementar la formación académica de los jóvenes cantantes a través de talleres, clases magistrales con profesionales de renombre y otras actividades que enriquezcan su desarrollo profesional como artistas. Un bagaje necesario para enfrentarse a una carrera muy exigente, más aún en el teatro a gran escala.

“Nos encontramos muchísimas dificultades para encontrar un trabajo. Cuando tú sales de tu centro de estudios nadie te indica qué camino seguir, cómo encontrar un manager o una agencia que te guíe. El estar aquí ha sido una ilusión enorme, de pasar un año malísimo por la pandemia a, de repente, venir al Teatro Real, ha sido un apoyo muy grande”, cuenta la soprano María Eugenia Barcia, participante en Crescendo.

Para Mario Méndez, tenor, también fue una gran oportunidad en un momento de absoluto parón laboral: “Antes de la pandemia estaba trabajando en una ópera en Tenerife, profesionalmente tenía muchas cosas y se cancelaron, así que estaba en mi casa, estudiando e intentando ser productivo, y encontré Crescendo. Cuando me dijeron que sí me vine a Madrid con una ilusión enorme, con la sensación de empezar algo muy importante”.

En la primera edición del programa han participado 20 cantantes menores de 35 años y de ocho nacionalidades (España, Rumanía, Ucrania, Colombia, Noruega, Alemania, Venezuela y Chile), aunque en total se recibieron 65 solicitudes procedentes de todo el mundo. Crescendo ha sido creado por la Fundación Amigos del Teatro Real e impulsado también por Fonds de Dotation Porosus y Edmond de Rothschild Foundations.

Quizá la dimensión más estimulante del proyecto es la creación de oportunidades laborales reales, para que esta veintena de jóvenes puedan iniciar, o continuar en algunos casos, su carrera profesional nada menos que de la mano del Teatro Real. “Creo que en el grupo de estos jóvenes artistas hay mucho talento. Todos están ilusionados y estoy convencido de que a algunos los veremos en el Teatro Real y otros grandes escenarios del mundo”, cuenta Ignacio García-Belenguer.

Una profecía ya cumplida, puesto que todos los participantes tienen en su agenda varias citas con el escenario tras la finalización del programa. El pasado 20 de mayo cinco de ellos actuaron en la presentación de la próxima temporada del Teatro Real y en la reciente edición de FITUR; toda una experiencia el haber cantado “Puccini con reguetón de fondo”, recuerda entre risas María Eugenia. Otros han encontrado su oportunidad escénica en la próxima temporada del Real Junior y también en la Semana de la Ópera del Teatro Real, que empieza el 9 de julio.

La soprano Marta Briales actuará en el concierto Mozart Revolution en la apertura de la temporada del Real Junior y asegura estar tremendamente ilusionada con este recital, pero su paso por Crescendo también es motivación suficiente para intentar “entrar en un buen teatro y hacer algún papel en alguna ópera, eso es a lo que aspiro”. Según su compañero Mario, además, “solo poner en el currículum que has estado en un proyecto del Teatro Real ya te abre muchas puertas”.

Una vocación de la que no puedes escapar

Ser cantante de ópera lleva años de estudio, práctica y sacrificio, y es un sueño al que los participantes de Crescendo han llegado de muchas maneras distintas. María Eugenia, por ejemplo, hacía teatro aficionado en un grupo de su pueblo, en Segovia, cuando “por casualidad un profesor de técnica vocal vino a darnos clase y resultó que podía cantar. Lo descubrí, me encantó y empecé a luchar por ello”. Su formación musical empezó a los 20 años.

En cambio, Marta Briales empezó a cantar desde muy pequeña, a los seis años, cuando su madre, a la que también le gusta cantar, "vio que tenía buen oído" y la metió a clases de canto”. Era un camino casi augurado desde la infancia, como le ocurrió a María de los Ángeles Gómez, que empezó a cantar en coros a los 11 años en Barquisimeto, Venezuela: “Vengo de una familia de músicos, ahí se sembró ese gen”.

La música, el teatro y la ópera, es para estos jóvenes cantantes una vocación indescifrable. Aunque algunos -como Marta o María de los Ángeles- hayan probado suerte en otros entornos laborales, en realidad no se imaginan en otro sitio. “Yo estaría trabajando en una oficina, con mi ordenador y mi horario de 9 a 6. Una vida más monótona, más segura, pero quiero arriesgarme a hacer cosas que lleguen a la gente. Quiero ser buena en algo y creo que en esto puedo destacar”, se promete Marta.

Distinguirse y sobresalir es la única forma de vencer la feroz competitividad de esta carrera. Bien lo sabe Mario Méndez, que lleva actuando desde los 16 años: “Un cantante de ópera tiene que ser actor, tiene que entender de literatura, incluso ser bailarín. Tienes que ser muchas cosas. Pero lo más complicado para acceder a un puesto de trabajo es que te llegue el momento, porque somos perfiles y tienes que encajar en todas esas facetas”. A pesar de los contratiempos, de los noes, “que siempre son más que los síes”, la música es ese algo “brillante” que no ha sofocado nunca las ganas de cantar y de que sepan su nombre, así como el de sus otros diecinueve compañeros de Crescendo.