Cinco discos de jazz imprescindibles con los que refrescar los largos días de verano
Con la llegada del verano la música se puede convertir en el aliado perfecto para escapar del calor. Aquí van cinco discos para acompañar mañanas, tardes y noches estivales.
10 agosto, 2021 02:48Noticias relacionadas
Desde los ritmos latinos hasta el hard bop, el jazz es uno de los géneros que más sencillo es asociar con el verano. Las terrazas de los bares y restaurantes se llenan de música que nos transporta hasta Django Reinhardt, Aretha Franklin o Alberto Carlos Jobim. Para estos días de calor y sea donde fuera que se pase el mes de agosto, aquí van algunas recomendaciones para pasar esta estación al mejor compás posible.
Head Hunters - Herbie Hancock (1973)
Herbie Hancock empezó su andadura junto con Miles Davis. Entre los años 1964 y 1968, la experiencia junto con el quinteto del inmortal músico de jazz hizo que un jovencísimo Hancock de 24 años recorriese medio mundo junto con Davis. La experiencia le sirvió, no solo para proyectarle como uno de los pianistas más interesantes y ricos de su generación, sino para pavimentar una carrera que no se detendría en la siguiente década.
La estrecha relación que mantuvo con los ritmos latinos durante su juventud se volvió a cristalizar en este proyecto, aunando sintetizadores, ritmos sincopados, guitarras de funky y todo tipo de trucos con los que elevar el jazz hacia el baile y los ritmos de los que bebería buena parte del hiphop de las décadas siguientes.
De los cuatro cortes que componen Head Hunters, sin duda, la reinterpretación de Watermelon Man brilla sobre el resto. De entre la amalgama de ruidos y sonidos que abren la canción, avanza tímidamente una línea de bajo en Fa que retoma la idea original de la composición que Hancock firmó a principios de la década anterior, y que más tarde Mongo Santamaría popularizó.
La idea de Hancock era conferir al piano la expresividad de los vendedores de fruta de los barrios humildes de Nueva York. El ritmo persistente y sincopado imita el avanzar de las carretas sobre el asfalto. Sin embargo, en esta reinterpretación es más fácil sentirse en medio del trópico, dejándonos llevar por un ritmo delirante, como si fuésemos parte de una tribu amazónica, con Hancock en el centro guiando nuestros pasos y haciéndonos corear en nuestros cabezas la llegada del 'hombre sandía'.
Vinicius + Bethania + Toquinho - La Fusa, Mar de Plata (1971)
Imposible relacionar verano y música y que el resultado no haga referencia por ligera que sea a Brasil y la ola de bossa nova que batió al mundo tras la publicación de Getz/Gilberto. La mezcla de la afrosamba y los ritmos asociados a la negritud en Brasil; se dio de bruces con el jazz, ya refinado, que había hecho su aparición en los Estados Unidos una década antes. La influencia del Birth of the cool del omnipresente Miles Davis y la llegada de Stan Getz a Brasil hicieron el resto.
Detrás de todos ellos, Vinicius de Moraes: "poeta y diplomático, el blanco más negro de Brasil", como él mismo se presentaba. Una fuerza motriz imprescindible y que alumbró a algunas de las personalidades más importantes de la música brasileña en la década siguiente. Badem Powell, Toquinho, Maria Betanhia o Maria Creuza entre otros, fueron parte de la camarilla que acompañó a Vinicius por medio mundo.
En 1971, la represión en Brasil y la necesidad de nuevos horizontes tras una fructuosa gira por Italia, llevaron a los tres artistas hasta Mar de Plata (Argentina). En un pequeño local dedicado a la música proveniente del país vecino, grabaron, convivieron y disfrutaron de un verano que terminó por dar a luz a uno de los discos más vivos y dinámicos de la bossa nova.
De entre las canciones que componen este disco en directo (doble si contamos su homólogo con Maria Creuza, editado un año antes) es imposible escoger solo una. Sin embargo, su Samba da Bençao sigue siendo una de las mejores versiones en directo de este tema popularizado por Odette Lara. Un Vinicius radiante recita ante el público las bondades de la samba, la vida y la música. Con el ruido incesante de banda y público que se unen al unísono en ese canto inmortal a la buena vida que tanto amó el poeta: "¡Saravá!".
Gemini - Erroll Garner (1972)
Erroll Garner nunca aprendió a escribir o leer música. El piano se convirtió en un artefacto que conoció a través de una lógica individual que exploró en cada disco. Gemini toma su nombre del signo zodiacal bajo el que el músico nació. Esta colección de canciones se dio durante unas sesiones en las que la improvisación fue el lenguaje central para crear uno de los discos más importantes de la historia del jazz.
El disco arranca tomando el pulso de una de las composiciones más conocidas de Les Paul, el genial inventor de la grabación multipistas o la guitarra que llevó su nombre. En How high the moon escuchamos la voz de Garner grave y ronca canturreando en un scat frenético la melodía sobre la que se desenvuelve a toda velocidad la canción. Un canto a la vida que llegó incluso a estar en manos de los hermanos Amador en el Blues de la frontera de Pata Negra.
De entre los muchos dones que Garner desarrolló a lo largo de su vida, el preciosismo de su forma de tocar o la intensidad y fuerza de sus canciones destacan sobre todo en Misty. En menos de dos minutos, el juego de octavas y arpegios nos transporta hasta Erik Satie y sus Gymnopedies. El romanticismo de Garner acaricia la perfección durante la composición, nada mal para quien se zafaba de las críticas por su desconocimiento del solfeo con un "me pagan por tocar, no por leer".
All or nothing at all - Billie Holiday (1958)
Entre los años 1956 y 1957 Billie Holiday entró al estudio para grabar el que sería uno de sus últimos discos. La gran diva del jazz murió a los 44 años perseguida por las autoridades norteamericanas. La causa oficial de la muerte fue la cirrosis, sin embargo, el arresto policial que había sufrido y su delicado estado de salud mellaron aún más a la cantante, ya debilitada.
La publicación de Strange Fruit en los Estados Unidos de Jim Crow había supuesto un vuelco en la opinión pública. La canción adaptaba el poderoso poema de Abel Meeropol que relacionaba la "extraña fruta" que colgaba de los árboles con las víctimas negras del linchamiento racial en el sur del país. Una gesta que le valió la censura y la persecución hasta el final de sus días.
En All or nothing at all, Holiday se vale del acompañamiento de un pequeño grupo de 8 músicos, entre los que se encontraban Ben Webster al saxofón y Barney Kessell a la guitarra. Este último adaptó magistralmente Speak low, una composición original de Kurt Weill, quien fue arreglista y compositor de la música de las obras de Bertolt Brecht en Alemania.
Squint - Julian Lage (2021)
Julian Lage ha demostrado en las dos últimas décadas ser uno de los guitarristas de jazz más interesantes de nuestro tiempo. Sus múltiples proyectos y colaboraciones beben desde la influencia de las vanguardias de John Mclaughlin hasta el estilo elegante y preciosista de Jim Hall.
Squint es el último disco que el californiano nos regala de la mano del legendario sello Blue Note. Las once canciones que Lage presenta en formato trío junto con Jorge Roeder al bajo y Dave King a la batería, un disco donde improvisación y técnica dejan momentos tan sugerentes como Family Flower, más cercano a ritmos pesados de hard bop y blues, con una batería enloquecida que nos transporta hasta Joe Morello.
Sin embargo, el momento álgido del disco es la preciosa versión de Emily de Johnny Mandel. Una versión sobre la que Lage empezó a trabajar desde su apartamento neoyorquino durante la cuarentena, y que regaló a su público con un vídeo en su cuenta de Youtube. La maestría de Lage nos lleva por una interpretación más fiel a la composición original en esta ocasión, jugando con la polifonía del piano de Mandel y readaptándola a la guitarra.