Puy du Fou, o cómo descubrir la historia de España a través de un espectáculo único
El parque toledano ofrece al visitante una inmersión en el pasado de España con una cuidada ambientación y espectáculos sorprendentes e impactantes.
Imponente desde la distancia, el perfil de un inmenso castillo saluda al visitante. Puede pasar por un edificio histórico más de los que se concentran en Toledo, apenas a unos kilómetros. Sin embargo, esta construcción apenas lleva tres años en pie, señalando el lugar en el que se abre una puerta hacia el pasado de España en el que todo, absolutamente todo, remite a sus episodios más importantes y a las gestas de sus héroes más conocidos. Se trata de Puy du Fou, un parque que huye de convencionalismos por el tema y, sobre todo, por su propuesta: un viaje en el tiempo en el que la inmersión comienza desde que se accede al recinto.
Puy du Fou es uno de esos lugares que es mejor ver antes de que te lo cuenten. Y es que, más allá de lo que ofrece un parque temático al uso, el concepto que pone en marcha es el de invitar a sus visitantes a formar parte de la vida tal como era hace siglos. Y aunque se necesita tiempo para recorrer todo el recinto, no hay que andar mucho para darse cuenta de que uno de los pilares del éxito del parque, el primero que llama la atención, es una ambientación en la que cada detalle ha sido cuidado al máximo.
Este mimo para ajustarse a los parámetros históricos no está reñido con la diversión y el ocio. De hecho, el gran aval del parque es, precisamente, haber hallado la fórmula para maridar ambos conceptos en los espectáculos que ofrece. Siempre con la historia como trasfondo, no es extraño que, al regresar a casa, aún estemos recordando detalles de los montajes, la emoción de los guiones o la profusión de los efectos visuales y sonoros que acompañan cada representación. En otras palabras: la magia. Es el principal argumento que ya ha conquistado a más de 600.000 personas e incluso a las principales entidades de parques del mundo, que han concedido hasta la fecha 11 premios internacionales que reconocen esta propuesta.
Un formato “pionero” en España
‘El último cantar’ es uno de los más aplaudidos. Se trata de una representación en la que el protagonista es Rodrigo Díaz de Vivar, ‘El Cid’. Todo gira en torno a sus hazañas, pero en sentido literal, porque una de sus características más llamativas es la grada giratoria, con capacidad para más de 2.000 personas, que acompaña los pasos del héroe a través de los distintos escenarios en los que la acción no concede un momento de respiro.
Los avatares del destino han hecho que sea el actor Emilio, de apellido Cid, precisamente, quien encarne al legendario personaje y que junto a Alba María Agudo Mata, que da vida a Doña Jimena, se siga maravillando con un trabajo que poco o nada tenía que ver con lo que se imaginaban al ponerse los trajes la primera vez: “Nunca habíamos estado en un formato como este, en eso Puy du Fou es pionero en hacer cosas que no se han visto en otros sitios. Al principio choca mucho actuar para un espectáculo tan grande pero al final te vas haciendo y es un sueño día a día”, cuenta Emilio.
Por supuesto, ponerse en la piel de figuras históricas también es algo que les motiva especialmente. Alba María: “Para mi es todo un honor interpretar un papel así, ya no solo históricamente sino por lo que supone también para mucha gente, y también cuando ves a las niñas disfrazadas de Jimena… me encanta”. En eso coincide con ‘El Cid’, quien destaca “la mezcla de puntos que hay en la obra, ya no solo historia y leyenda, sino también un poco de poesía y de magia que al final hace que cada día lo que interpretas sea un poquito distinto”. “Ver la cara del público, niños o los mayores, es fantasía pura”, concluye.
Del éxito de ‘El último cantar’ puede hablar también Alberto de León, su responsable adjunto. Es imposible hacerle confesar algunos de los trucos que se usan durante la obra pero sí apunta algunas claves que explican el éxito del montaje que, lejos de ser algo intangible, remiten al trabajo, la tecnología y los recursos que hacen posible este y el resto de shows que presenta Puy du Fou: “Entre técnicos, actores y demás, aquí estamos en torno a 70 personas más o menos, pero en todo el parque, entre todos los espectáculos, forman parte más o menos unas 600 personas”.
“Cuando empezamos a ver lo que aquí se cocía”, relata, “sabíamos que Puy du Fou iba a triunfar porque lo técnico, lo artístico, las infraestructuras, todo el decorado y demás, son cosas que no se han visto en ningún sitio de España”. Incluso el uso de la tecnología es orgánico y juega favor de la pretendida inmersión con “tanta creatividad y buen gusto que hace que te puedas abstraer de la vida fuera del parque”.
Ropa del siglo XVII hecha hoy
Al margen de las coreografías y de las referencias históricas, uno de los aspectos que más ayudan a los visitantes a sentirse como si de verdad estuvieran respirando aquellas épocas es la caracterización de los personajes de las obras y, en general, de todo el personal del parque. La ropa, los complementos, el calzado… todo lo imaginable, incluso los atuendos de los animales, parte del taller de sastrería propio de Puy du Fou. Allí es donde se hacen realidad los trajes del pasado con el máximo respeto al diseño y los materiales más innovadores para satisfacer las necesidades de cada persona que los usa.
El proceso por el que se da vida a estas prendas aúna investigación de época y la sensibilidad para traducir estos datos a un modelo dibujado en el papel, el denominado ‘figurín’ que adorna cada pared de esta instalación con los modelos guía. Todos ellos están elaborados por el francés Olivier Bériot, uno de los diseñadores de vestuarios más aclamados en el país vecino.
Sus dibujos son el punto de partida en el que, como explica Mar Alonso, coordinadora de vestuario de Puy du Fou, comienza la labor de “buscar las telas, diseñar los patrones y hacer las pruebas y ensayos con los actores para ver qué tipo de materiales nos vienen bien”, explica. No olvidemos que muchas representaciones exigen piruetas de todo tipo e incluso movimiento sobre el agua, por lo que “necesitamos telas que aguanten y que sean cómodas y flexibles. Hay un i+d muy importante para terminar un vestuario”.
Alonso tiene una amplia experiencia en películas y series de televisión, por lo que es una voz autorizada para contar las especificidades que tiene ‘vestir’ un parque semejante frente a otras producciones audiovisuales: “La base es la misma pero tienes que pensar en el resultado final”, cuenta. “En una serie lo que importa es la cercanía y la realidad, pero en nuestro caso, como los espectáculos son en la lejanía, lo que prima es la rapidez en el cambio y la durabilidad y la comodidad para el actor”.
Acción que deja sin aliento
Además del minucioso trabajo que requiere el vestuario y de la historia, hay otro aspecto que une a todos los espectáculos: el ritmo, la vida exuberante que palpita en cada escena y que, lejos de ser un mero adorno a lo que puedan hacer los protagonistas, aporta una capa de profundidad que atrapa al espectador y deja casi sin aliento. Es una de las características de estos retablos animados en los que cada personaje, cada animal o cada objeto cobra vida por obra y gracia de un sonido apabullante, de las bandas sonoras originales que acompañan la acción o por los juegos de luces que merecerían casi un capítulo aparte.
Además de ‘El último cantar', donde contemplamos las andanzas del Cid en el espectacular escenario 360º, hay otros tres espectáculos diurnos en el parque. En ‘A pluma y Espada’ el protagonista es Lope de Vega. Pícaro, ingenioso y algo truhán, el ‘Fénix de los Ingenios’ se erige en representante del siglo de oro en una pieza que toma parte de su vida como leitmotiv para una función en la que, nuevamente, el montaje apabulla. Por el tamaño del escenario pero, a medida que pasa el tiempo, por la versatilidad inédita que ofrece. Es un in crescendo en el que el número final es, sencillamente, sorprendente.
Si la cosa va de inmersión, ‘Allende la Mar Océana’ puede ser la experiencia más representativa en Puy du Fou. La propuesta es tan arriesgada como emocionante: seguir los pasos de Cristóbal Colón en su viaje a las Indias. Pero no de una manera convencional, sino formando parte de su propia tripulación y viajando –casi literalmente- a bordo de su barco. Es por ello que hay que lidiar con las aguas enfurecidas del Atlántico, las tempestades que pueden llegar a mojar nuestros ropajes o las primeras luces que anuncian la tierra prometida.
‘Cetrería de Reyes’ es un ejemplo de hasta qué punto lo convencional adquiere una nueva dimensión en el parque. Porque se trata de una exhibición de aves pero, a diferencia de lo que hubiéramos podido presenciar en otros lugares, en Puy du Fou este baile aéreo en el que llegan a coincidir en el aire decenas de pájaros se pone al servicio de la narración de una historia. El guión narra el encuentro entre el conde Fernán González de Castilla y Abderramán III, en el que ambos ponen en juego su honor a través de los “esplendores volantes” más característicos con los que cuentan.
De este modo, las aves vienen a ser como unos actores más. Como señala Yannis You, responsable del espectáculo, “es verdad que hay muchos eventos con pájaros en otros sitios pero tienden a ser más educativos, se les hacen volar y se explica su actividad, cómo cazan y cómo viven en la naturaleza”, señala. “Nosotros aquí no hacemos eso, es una historia e, igual que hay gente, las aves son las grandes estrellas porque tienen el papel más importante”, concluye.
La incorporación de la cetrería como eje de este montaje tiene una justificación histórica que ancla su tradición “en el desarrollo de esta práctica en los países árabes o en Asia central, donde se da mucho el arte de cazar con aves”, cuenta You. Por eso, el contacto de estos pueblos con España ha servido para crear este espectáculo que, como explica el maestro cetrero, “es una manera de emocionar a la gente”. Y eso es algo literal, dado que halcones, águilas y buitres, entre otras muchas especies, pasan rozando las cabezas de los visitantes en una apoteosis aérea adornada con música épica y con la contemplación de animales tan extraordinarios como el serpentario (Sagittarius serpentarius), uno de los que más impacta a los espectadores.
‘El sueño de Toledo’, la “joya de la corona”
Pero, por si fuera poco, al hablar de impacto es ineludible referirse a ‘El sueño de Toledo’, el espectáculo nocturno de Puy du Fou, que acaba de estrenar una nueva temporada “con nuevas coreografías y escenas, nuevos trajes y, por tanto, nuevas emociones”.
Se trata de la “joya de la corona”, como explican con orgullo desde el parque, y no es para menos dada la magnitud de las cifras que maneja: se trata de una representación que repasa hasta 1.500 años de la historia de España (desde el reinado de Recaredo hasta más allá de la llegada del ferrocarril) en el mayor escenario del país, que cuenta con cinco hectáreas y 3.900 m² de decorados, en las que llegan a coincidir hasta 200 actores.
‘Hasta 6.000 espectadores pueden presenciar ‘El sueño de Toledo’ cada noche. Sin embargo, los números se quedan cortos para describir la frenética sucesión de escenas en los que el trabajo actoral, las coreografías y los guiones se desarrollan con el apoyo de 800 proyectores de luz que, como si un personaje más se tratara, moldea y transforma parte de los decorados, ayuda a focalizar la acción y la apoya con todo tipo de efectos.
Pero hay más, claro: el agua, la música, el humo, el fuego, los caballos… ingredientes todos ellos con los que esta representación en la que siempre aguarda una nueva sorpresa ha conseguido el premio al ‘Mejor espectáculo de Europa’. Se trata de un broche ideal para una visita a un lugar que es mejor ver antes de que te lo cuenten.