Real Teatro de Retiro, donde la magia es música para los más pequeños de la casa
La versión infantil del Teatro Real celebra su primera temporada en unos espacios exclusivos en los que amplía la programación para su público más joven y sus familias. Estas navidades estrena la ópera Amahl y los visitantes nocturnos.
Sinónimo de prestigio y de excelencia, el Teatro Real es, sin duda, el máximo exponente de las artes y la música en España. Cada temporada presenta una programación plagada de los títulos más relevantes y de los montajes más espectaculares, que realzan las obras y consolidan el rol capital de la institución en el ámbito cultural. Pero dentro de esta solemnidad, no obstante, el Teatro Real también ha venido dedicando una mirada al público infantil y a sus familias. Para ello, a través del programa El Real Junior, lleva años poniendo en cartel obras adaptadas a estas edades con el objetivo de impulsar el gusto por la música.
El éxito de esta iniciativa, precisamente, explica la buena acogida que ha tenido el Real Teatro de Retiro, un nuevo proyecto que empezó a andar el pasado mes de abril y con el que la institución y el Ayuntamiento de Madrid trasladan esta filosofía de buscar nuevos públicos a un espacio nuevo y exclusivo: el centro cultural Daoíz y Velarde de Madrid.
Es ahí donde tiene su sede el Real Teatro de Retiro, en un antiguo cuartel de artillería que, tras un proyecto de rehabilitación integral, es hoy un espacio multifuncional de cuatro plantas y más de 7.000 m2. Un complejo cuya vocación es precisamente esa, acercar las artes escénicas a los más jóvenes y a sus familias y, en definitiva, conquistar a quienes serán los espectadores de las óperas y conciertos en el futuro.
En el Real Teatro de Retiro tienen muy claro qué hacer para ello: aprovechar estas instalaciones propias para ofrecer una programación de calidad pensada para los más pequeños, más amplia, variada y profunda que hasta ahora. Rita Cosentino es la directora artística; para ella es un nuevo reto que hereda después de estar al frente del departamento de Pedagogía del Teatro Real en los últimos años. Desde esta posición, su labor y la de un equipo que define como “de gente maravillosa” ha sido clave para configurar un calendario en el que tienen cabida clásicos como El barbero de Sevilla, obras de teatro, de títeres, e incluso ciclos de cine mudo. Contar con estos espacios nuevos es una oportunidad excelente para “agrandar mucho la programación, empezar a pensar más espectáculos y abrir un poco el abanico para no solo ofrecer ópera y conciertos para familias y niños, sino también otros espectros dentro del género musical”, explica. La meta es que, con ello, el Real Teatro de Retiro “se convierta en una referencia para este tipo de público”.
Con el ‘sello’ de calidad del Teatro Real
Es obvio que el edificio es la tarjeta de presentación más aparente. Frente a la solemnidad del edificio neoclásico del Teatro Real, la rehabilitación de esta antigua nave ofrece un diseño más diáfano, moderno y en el que todo está al servicio de las necesidades de las obras que se representan. Cuenta con dos salas: la Principal, con capacidad para 330 personas; y la Pacífico -en honor a su ubicación en el mapa de Madrid-, que cuenta con 72 butacas pero que, gracias a su versatilidad, puede ampliar su aforo a 120 localidades e incluso adaptar las condiciones escénicas.
Además de las salas de representación, la nave tiene espacios para talleres y para ensayos. Precisamente EL ESPAÑOL es testigo de cómo se dan los primeros pasos para hacer realidad la ópera Amahl y los visitantes nocturnos, que el Real Teatro de Retiro tiene en cartel durante estas navidades. Los miembros del reparto van afinando sus voces y haciendo suyo el guion bajo la dirección musical de Lucía Marín, que no duda en detenerse cada vez que es preciso, en repetir cada frase, en mejorar la entonación o en dar con el punto ideal al sentimiento que trasluce la obra. Es un trabajo laborioso al que seguirá la parte interpretativa, igualmente rigurosa.
Son momentos en cuya concentración y minuciosidad se percibe la misma autoexigencia que el Teatro Real marca, como un sello de estilo, en todas sus obras. Y es que, lejos de la condescendencia que podría presuponer una programación para un público ‘mini’, en el Real Teatro de Retiro todo tiene que ser perfecto, como en el grande: “Es importante atraer a los adultos, a las familias”, explica Cosentino. “No es una cuestión de infantilizar, sino de tirar las barreras de que lo clásico, o de que la ópera, son una cosa antigua, difícil, o que no se va a entender. Todo lo contrario, por eso estamos también en la tarea de derribar esos prejuicios y acercar la música y la ópera en cualquier género de una manera muy familiar”, concluye.
Derribar prejuicios sobre la ópera
Esta labor pedagógica se articula a partir de varios elementos. Por una parte, diversificando la oferta “porque, dentro de la infancia, tenemos que tener en cuenta su estructura de entendimiento, con lo que tenemos espectáculos para los más pequeñitos, de cuatro a seis años, hasta la parte de instituto, que es algo más difícil”, cuenta Cosentino. Otro elemento es la cercanía que el público siente hacia las obras. No solo por la configuración de las salas, sino a través de los coloquios o los encuentros con los artistas que se dan en ocasiones o sencillamente con la calidez y el sentimiento de pertenencia que transmiten estos espacios del centro cultural Daoíz y Velarde. Maneras que, como resume gráficamente, ayudan a que “se le caigan las telarañas a estos prejuicios”.
Con Amahl y los visitantes nocturnos se dan, además, otras circunstancias que ensalzan este rol como referente de la música clásica para los jóvenes y niños que asume el Real Teatro de Retiro: “Es una ópera compuesta por Gian Carlo Menotti (1911-2007), un compositor italo americano que fue muy famoso en su época porque prácticamente todas sus obras las compuso para televisión”, explica la directora artística del teatro. “La obra trata de la visita de los Reyes Magos, justo en su noche más especial, a un niño que tiene un problema físico. Y bueno, estoy haciendo un poquito de spoiler, pero la cosa acaba con un milagro”, sonríe. “Es una ópera ideal para estos tiempos navideños, porque acompaña ese espíritu de que los deseos se pueden hacer realidad”.
Cosentino ensalza igualmente la música “bellísima” de la obra creada por Menotti. Es algo que puede resultar obvio pero que, en este caso, sirve para hablar de otra peculiaridad de la salas del Real Teatro de Retiro: carecen de foso y, por tanto, la orquesta se ubica al mismo nivel que los intérpretes. En Amahl y los visitantes nocturnos, además de estos músicos también hay un coro de niños y jóvenes: “Hay mucha gente en el escenario con un semi stage que realmente está muy bien porque no hacemos un gran despliegue escénico, pero la obra es tan contundente que ya con lo que vamos a poner en escena… va a ser mágico”, concluye Cosentino.
Un referente para la educación musical
De acuerdo a esta vocación pedagógica que antepone el Real Teatro de Retiro, hay varios proyectos que enarbolaba el Teatro Real y que, con estos nuevos espacios, también han recibido un notable impulso. Uno es el de Crescendo, un programa de la Fundación de Amigos del Teatro Real que forma nuevas voces. En Ahmal, por ejemplo, o en El Barbero de Sevilla, la ópera anterior, buena parte del elenco venía de ahí. Son sinergias que, para la directora artística, suponen “un trampolín para sus carreras profesionales” porque es gente que “ves cómo van creciendo y madurando como artistas a lo largo de las funciones”.
En paralelo, el Real Teatro de Retiro tiene otras dos iniciativas muy destacadas, ya más enfocadas en los más pequeños, y que también han trasladado su sede a estas instalaciones. Una es la denominada LÓVA, o La Ópera, un Vehículo de Aprendizaje. Se trata de un programa educativo que celebra su 15º cumpleaños y que consiste en convertir el aula de un colegio en una compañía operística. Tan fácil y tan complejo: son los propios alumnos quienes se organizan para dar vida a sus propios proyectos. “Después de hacer un proyecto LÓVA en un colegio” aduce Cosentino, “nunca se vuelve a ser el mismo. Cuando ya terminan y tienen su obra realizada quieren continuar”. Más de 6.000 alumnos de 120 centros educativos han participado hasta el momento en La Ópera, un Vehículo de Aprendizaje, coordinado por Laura Bañuelos.
Estas iniciativas del Teatro Real constituyen un modelo de actuaciones sociales o educativas que han trascendido el panorama nacional. Pero no son las únicas: en 2020 se puso en marcha otra igualmente relevante -e incluso merecedora de premios internacionales-, la Agrupación Musical Inclusiva (AMI). Es “uno de los pilares del proyecto del Real Teatro de Retiro” a juicio de la directora artística del teatro, porque participan personas “con otras sensibilidades, especialmente autismo” que comparten un proyecto musical común: “Es realmente maravilloso cómo, pese a la teórica dificultad para trabajar en grupo, logran una comunidad a través de la música, es de un mérito asombroso, y ello gracias al gran trabajo realizado por Francisco Borro y Jesús Alonso”.