Hay familias que se empeñan en su inocencia y otras que se entregan a la culpabilidad. No escapa a la dualidad el clan español de los Thyssen, con sede principal en el Paseo del Prado. Desde allí, en las oficinas del Museo Thyssen-Bornemisza, junto a una extensa arboleda a la que encadenarse, urden sus asuntos con mucho arte. Carmen Cervera es la presidenta de la fundación que gestiona el dinero que los españoles invertimos anualmente en mantener la colección que el Estado compró al barón, en 1993. La letra pequeña dejaba dibujado el organigrama de la institución pública. En aquel acuerdo (de más de 500 páginas), para que el rico fondo artístico (775 cuadros) viajara de Suiza a España, intervino Luis Gómez-Acebo, marido entonces de Pilar de Borbón y padrino de Borja Thyssen... Siempre Panamá.
El paraíso de mamá
España compró a Hans Heinrich una de las colecciones privadas más importantes del mundo por 44.100 millones de pesetas (los expertos la valoraron en 300.000 millones y la prensa extranjera lo llamó “precio de ganga”). “Mil pesetas de cada español dedicadas a pagar a paraísos fiscales”, se escuchó entonces en el Congreso de los diputados cuando el portavoz de IU hizo referencia al abono que haría el Estado español a los representantes del barón, Favorita Trustees, con sede en las islas Bermudas. El pago directo a los paraísos fiscales se hizo en cuatro anualidades.
La Fundación está “regida por el Patronato”, como se especifica en sus estatutos. Pero la presidencia del mismo es el Ministro de Cultura del momento y la vicepresidenta es Carmen Cervera, la presidenta de la Fundación. “El Patronato ejercerá sus funciones libre de cualquier interferencia u obstáculo”, pero los patronos “serán de confianza, honoríficos y personales”. Es decir, de la confianza de Cervera. De esta manera, asegura que sus decisiones estén respaldadas.
La letra pequeña
El poder otorgado a la figura de vicepresidenta en el Thyssen no tiene parangón en otros patronatos. Es, además, el único cargo de patrono de carácter vitalicio, el resto lo son por cuatro años. De hecho, en los estatutos se aclara que una vez que Carmen “deje de ostentar la condición de vicepresidenta, el cargo de vicepresidente dejará de existir”. Fue un cargo que se creó para ella, un paraíso institucional hecho a su medida. Son las consecuencias de la letra pequeña del arreglo de 1993, que garantizaba la permanencia de Carmen al frente de todo.
Aparentemente, esto complicaría la entrada de Borja como sucesor del imperio a cuenta del erario público, pero no como patrono, puesto que los estatutos también regula que Carmen tiene derecho -y sólo ella- a nombrar a “un miembro de la familia Thyssen-Bornemisza como sucesor en calidad de patrono”. Los estatutos vetan la posibilidad de que el resto de los 4 “patronos Thyssen” rechacen la entrada de Borja al órgano rector del museo público. En los estatutos está escrito el futuro.
Los “patronos Thyssen-Bornemisza” son los “descendientes en la línea directa del barón Thyssen-Bornemisza y los cónyuges y cónyuges sobrevivientes de dichos descendientes”. Y, ojo, además de las personas emparentadas en consanguinidad con los descendientes en línea directa (Carmen Cervera y Blanca Cuesta) también lo serán “aquellas otras que lo estén por cualquier forma legal de adopción”, es decir, las hijas adoptivas de Cervera (María del Carmen y Guadalupe Sabina).
El paraíso crece
El paraíso de mamá siguió creciendo: en 2004, el Estado compra dos palacios colindantes al de Villahermosa para convertirlos en museo y albergar la colección personal de Carmen. La inversión inicial fue superior a los 3.000 millones de pesetas, sin contar con la inversión en la adaptación de los espacios. El museo tenía una superficie de 16.000 metros cuadrados, con la ampliación se ganaron 8.300 más. Con los años, ha ido retirando de los fondos del museo una notable cantidad de la obra prestada (ha pasado de 655 a 429 pinturas) y repartiéndolas por las franquicias que ha ido inaugurando por el resto de España desde entonces.
Lo más llamativo del acuerdo de préstamo, de nuevo, es que el Gobierno en aquel momento (PP, con Mariano Rajoy como ministro de Cultura) no tuvo reparo al firmar un contrato con paraísos fiscales. Porque los cuadros no están en poder de Carmen, sino a nombre de una sociedad alojada en las Islas Cook: Nautilus Trustees Limited, pantalla que oculta a Cervera de la Hacienda pública. La Nautilus se inscribió en el registro de las Islas Cook el 9 de marzo de 1994, según la documentación publicada hace tres años por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Con la venia de los gobiernos
Es más, cada año se renueva la cesión de préstamo y los sucesivos gobiernos (PP y PSOE) confirman el acuerdo con los paraísos fiscales. De esta manera, no declara los cuadros y puede mover y venderlos a su antojo. Si este patrimonio estuviera alojado en España tendría que pedir permiso al Estado, que podría impedir la venta como ha ocurrido en el caso del Picasso de Jaime Botín.
Su padre gestionaba su fortuna en paraísos fiscales, su madre aprendió la fórmula y al Estado español nunca le pareció mal. Borja Thyssen mantiene la tradición familiar, tal y como ha descubierto el ICIJ y El Confidencial y La Sexta (en España). El descendiente contrató en 2006 los servicios del bufete Mossack Fonseca para crear la empresa Gobrach LLC, con cuentas en Andorra. Según el periodista Rafa Méndez, esta cuenta es investigada por Hacienda, que acusa al hijo de Carmen de eludir el pago de la renta y patrimonio del año 2007. La abogacía del Estado pide para Borja Thyssen tres años de cárcel por defraudar cerca de 630 .000 euros en los impuestos de la renta al fingir que vive en Andorra.
Paraísos culturales
En los papeles de Mossack Fonseca, los paraísos culturales de los Thyssen también aparecen citados en la sociedad Cornelia Company Limited (en las Islas Vírgenes Británicas, con actividad entre 1990 y 2000). Los activos que tenía en su poder eran los cuadros La esclusa, de John Constable, y Mata Mua, de Paul Gauguin. Cervera vendió el primero en 2012 por 26,5 millones de euros, sin tener que tributar ni un euro en España, país que hasta ese momento había invertido en la conservación y custodia del cuadro mientras estuvo en las dependencias de la ampliación del Thyssen.
En los programas electorales que los partidos ofrecían durante la campaña de diciembre, el PSOE presentó un apartado con duras medidas anticorrupción, y contra las fortunas alojadas en paraísos fiscales y su connivencia con la Administración pública. Este periódico consultó al partido de Pedro Sánchez sobre la situación legal de la colección de Cervera, alojada en paraísos fiscales, y mantenida por un museo público. Tras más de 20 años de firmas y apretones de manos, la respuesta de los socialistas a EL ESPAÑOL, en caso de su entrada en el Gobierno, fue tajante: “Debe regularizar” la colección.