No es épica ni sublime. No es de mármol ni de bronce. Es un icono hecho en cera, resina de poliéster y pelo humano. Es Hitler arrodillado. Visto desde atrás, parece un niño rezando. El escultor italiano Maurizio Cattelan (Padua, 1960) es un maestro de la ironía y el esperpento, con la increíble capacidad de ser una noticia inagotable: su Hitler titulado Him (Él, 2001), se ha vendido en Christie's por 15 millones de euros. Cattelan es un habitante del arte sin mayúsculas, de la baja cultura y la broma picante.
El precio ha superado en dos millones las mejores estimaciones de la casa de subastas, establece un nuevo récord en la carrera del artista y sobre cualquier pieza subastada dedicada al dictador. Cattelan tenía su techo en el mercado en 6,9 millones de euros, que fue el precio que pagó el comprador de La Hora Nona (1999), en la que aparece el Papa Juan Pablo II, apoyado sobre su férula papal, derrotado tras ser golpeado por un meteorito, que ha entrado por el lucernario. La pieza fue ejecutada por el escultor francés Daniel Druet, bajo supervisión de Cattelan.
Cuando el escultor italiano se fijó en la figura de Hitler lo hizo para subrayar el hecho de que está en todas partes, en todos los relatos históricos, pero es un tabú, un ser innombrable e irreproducible, según Cattelan. De ahí el título. “Hitler es puro miedo; es una imagen de un terrible dolor. Incluso duele pronunciar su nombre. Y, sin embargo, ese nombre ha conquistado mi memoria, vive en mi cabeza, aunque sigue siendo un tabú”, dijo el artista al presentar la pieza.
Sus obras siempre atañen a referentes populares con trampa, porque son enmiendas a la conciencia. Son fruto del impacto visual, herederas de la publicidad y familia de los medios de comunicación de masas, con una fórmula infalible: un golpe satírico sobre la actualidad, un gag con arte. Son piezas que se leen de manera inmediata, tan veloces como la publicidad. Un activista del humor que se aprovecha de los iconos para convertir el arte en espectáculo político. Arte sin aura. Arte risible. Como si fuera un juego, el del desenmascaramiento.