Joana Biarnés: "He utilizado el ser mujer para conseguir fotos"
Una cámara femenina para contradecir a Franco. PhotoEspaña recupera 'A contracorriente' en el Centro Cultural Fernán Gómez.
1 junio, 2016 15:58Noticias relacionadas
Fue la mujer que se coló en el avión de los Beatles para fotografiarlos desde el baño y conseguir una exclusiva mundial. "Me animé tanto que me sentí la reina del mambo, hasta que los guardaespaldas me vieron y me echaron. Pero ya tenía la foto". Habla Juana Biarnés (Terrasa, 1935), la primera fotorreportera del periodismo gráfico español. Esa señora rubia, menuda y enérgica que ahora redescubre su serie A contracorriente en el Centro Cultural Fernán Gómez -y en el marco de PhotoEspaña- sacó los pies del tiesto en un oficio de pensamiento único.
Revolucionó el cotarro en un país enfermo, lóbrego, parapléjico de puro franquista. Se sometió con elegancia al examen continuo de ser mujer en un mundo de hombres; enfrentó las cejas arqueadas, los insultos, las coñas. Después de muchos portazos en la cara, "Emilio Romero me ofreció un contrato para entrar en el diario Pueblo. Era 1963 y hasta 1967 fui la única fotógrafa del periódico".
Revolucionó el cotarro en un país enfermo, lóbrego, parapléjico de puro franquista. Se sometió con elegancia al examen continuo de ser mujer en un mundo de hombres
Demostró, demostró, demostró. "Jamás, jamás tuve un codazo ni un pisotón, ni un 'yo me pongo delante de ti porque soy un hombre'", relata. "Jamás. Mis compañeros siempre respetaron mi sitio y mi trabajo. Ahora bien, ¿dónde tropecé? Tropecé con el sistema, con la política". Biarnés cuenta que "en aquel entonces, el Generalísimo y su trupe quería que nos quedáramos quietecitas en casa, cuidando al marido, ordenando la ropa y se acabó": "Que una mujer se pusiera unos pantalones y saliese a un campo de fútbol era impensable. Pues yo lo hice".
Recuerda aquella historia con picardía, emoción y algo de dolor antiguo: "Fui a hacer fotos a un estadio y ¡la masa! empezó a llamarme guarra, a gritarme que me fuera a fregar los platos... apoyados, claro, por el árbitro del partido, que me dijo que me tenía que ir, que aquello estaba reservado para hombres. Le insistí: 'No me mire como una mujer, mírame como un fotógrafo'", evoca. "Pero no, esa mirada no la había. Al final gané yo, pero por muy poco. Estuve a punto de irme, de abandonar muchas veces. Me sirvió para decir 'el mundo es de los valientes' y entender que las mujeres tenemos una valentía enorme. Lo he pasado muy mal... pero lo he pasado muy bien", sonríe.
Fue ella quien engañó a Roman Polanski adoptando una identidad falsa; fue ella quien reveló los negativos de los Oscars hollywoodienses en el lavabo de la casa de Xavier Cugat. Clint Eastwood la besó en los labios; Dalí le reservó todas sus exclusivas -"Me tenía un cariño especial... era un loco hermoso, un loco precioso"-, un desconocido Joan Manuel Serrat echó siestas frente a su objetivo: "Recuerdo cuando a Serrat le prohibieron la vuelta a España. Sabíamos que estaba muy mal, y cuando actuó en Nueva York fui y me llevé pan y jamón para untarlo bien con tomate y animarlo un poco".
Es un ramillete de anécdotas, un nervio corriendo por la sala de exposiciones, un pedazo de España, una joya antigua de la farándula. Ella fotografió a legiones de niñas corriendo tras Raphael en la plaza de Cibeles (allá por 1969); ella acompañó a Massiel a comprar el vestido de Eurovisión; ella asistió -e inmortalizó- las fiestas de Lola Flores. ¡Ella fotografió a Orson Wells! "Cuando me preguntan: oye, ¿y lo de ser mujer...? Yo digo: lógicamente, he utilizado el ser para conseguir algunas fotos", explica, con guasa. "Si yo sabía que el director de tal programa perdía el 'oremus' por unas faldas, pues yo me ponía la falda corta, claro. Lo importante era llegar a donde quería llegar".
Todo lo que ha hecho, asegura, lo ha hecho para que su padre -"donde quiera que esté"- se sienta orgulloso de ella. "Fui muy mala estudiante, una hija muy difícil... y quería que me perdonara. Era su ilusión que yo fuera fotógrafa, como él. Él me dijo: mira, lo vas a pasar mal, pero con honestidad, trabajo bien hecho y haciéndote respetar, vas a llegar a donde quieras. Y otra cosa me dijo: lo fundamental es conseguir la foto. Da igual que gastes todo el carrete: tiene que haber una que impacte en la mirada y el corazón de la gente".
Ahora ha vuelto a la línea de fuego, aunque quiere guardarse el secreto de su próximo proyecto un poquito más: "Mira que dejé la fotografía cuando aún uno se manchaba, cuando había ácidos... y cuando regreso resulta que ya la cámara enfoca y dispara por mí. O sea, la nueva técnica", guiña. "Pero me alegro, eh, que ahora sólo tengo un 30% de visión. Pongo el dedito... y ya".