'Vagina Box': la artista que se deja meter mano para pedir respeto
“El juez no entendió que aquello fuera arte, no entendió la idea, ni la intención”, dice Milo Moiré, que reclama el derecho a la libertad sexual de las mujeres.
22 noviembre, 2016 11:26Reivindicar el cuerpo femenino como medio artístico y la erótica del arte. Esa es la misión que se ha dado la joven suiza que atiende al nombre artístico de Milo Moiré (Lucerna, 1983). Desde hace un par de años, esta artista de madre española y padre eslovaco afincada en Düsseldorf (Alemania), causa sorpresa, fascinación, pasmo con sus performances. Su reivindicación de la sexualidad femenina ha ganaron indudable relevancia en Alemania, después de las agresiones masivas a mujeres ocurridas la última Nochevieja, en varias ciudades germanas.
En una performance posterior a esos hechos, posó desnuda en la plaza de la Catedral de Colonia, el lugar donde esos ataques se desarrollaron con mayor virulencia. En esa acción, llevaba una pancarta en la que se leía: “¡Respetadnos! ¡No somos presas, ni siquiera cuando estamos desnudas!”. Ese mensaje lo ha llevado más recientemente a ciudades como Düsseldorf, Amsterdam y Londres en otra performance. En esa acción, titulada Mirror Box [Caja con Espejos], Moiré pasea con una de sus dos cajas diseñadas para envolver sus pechos y su entrepierna. Una pequeña apertura permite a los viandantes introducir sus manos y tocar esas partes del cuerpo de la artista.
“La caja del pecho era un homenaje a la artista austriaca Valie Export, militante de los derechos de la mujer que ya había hecho una caja así”, explica a EL ESPAÑOL Peter Palm, compañero sentimental y artístico de Moiré, aludiendo a la acción Tapp und Tastkino, con fecha de 1968. “Pero Moiré fue más allá, creando una caja para la vagina, porque de no ser así, no tendría tanto impacto en nuestra sociedad”, añade Palm. El efecto de su Vagina box fue tal que la artista suiza llegó a ser detenida y obligada a pagar una multa en Londres. “El juez no entendió que aquello fuera arte, no entendió la idea, ni la intención”, dice Moiré en su conversación con este periódico.
¿Qué pasó en Londres cuando estaba realizando su performance de la 'Vagina box'?
Fui detenida por la policía al poco de haber comenzado con mi performance de la Vagina box. Después de haber empezado, tras unos 50 minutos, vinieron varios policías y también un vehículo de las fuerzas de orden y me dijeron que estaba detenida porque estaba incurriendo en una exposición indecente. Me arrestaron y me obligaron a acompañarlos a la cárcel. Trajeron una furgoneta porque así podía ser transportada con mi Vagina box puesta. Permanecí 24 horas en el calabozo.
¿Era la primera vez que tenía problemas con la policía?
El año pasado hice otra performance en la Plaza del Trocadero, en París, titulada Nackt Selfies [Autorretratos Desnudos]. Entonces vino también la policía y me detuvo. Pero en aquella ocasión permanecí sólo unas horas en el calabozo, no todo un día. El juez consideró que mi performance estaba protegida por la libertad artística.
¿Fueron las autoridades británicas más severas?
El juez no entendió que aquello fuera arte, no entendió la idea, ni la intención. Por eso sólo pude quedar libre tras pagar una multa de unos 1.300 euros.
¿Y cuál era la intención de esa performance en la que usted se dejaba tocar la vagina por viandantes?
Después de los ataques a mujeres en Colonia, en los que hubo agresiones sexuales masivas llevadas a cabo por hombres, yo quería presentar una performance en la que la mujer no es una víctima de la sexualidad. Quería presentar una situación en la que mostrar que las mujeres tienen también su sexualidad, que es la misma que los hombres. Dejé tocarme por quién quisiese, con un megáfono lanzaba el mensaje: “Estoy aquí por los derechos de las mujeres, porque tenemos los mismos derechos sexuales que los hombres. Incluido el derecho a decidir cuándo queremos que nos toquen y cuándo no”.
Concretamente, ¿en qué consistía esa performance ?
Se me podía tocar durante 30 segundos cronometrados. En una primera box, se tocaban los pechos y, en una segunda, la vagina. Para mí era importante que las personas me miraran a los ojos mientras me tocaban, para poder comunicar si lo que estaban haciendo me gustaba o no. Porque no hacía esto en tanto que objeto, sino como un sujeto que quiere hacerlo. En esa posición podía transmitirles si lo que hacían me gustaba o no. En esa comunicación se ponía de manifiesto la igualdad entre las dos personas implicadas.
¿Hasta qué punto era importante esa comunicación?
Yo quería que la hubiese. Porque la sexualidad es, en realidad, otro tipo de comunicación. Sin esas miradas que intercambiábamos, no se podía saber lo que estaba pasando, si aquello me gustaba o no.
¿Porqué poner esos espejos en las cajas?
Para poder introducir, con ellos, una nueva dimensión. Los espejos reflejan la sociedad y también reflejan al que participa conmigo en la performance. Es una manera de interpelar a la sociedad. Esto hizo que muchas personas, que estaban interesadas en la acción se aguantaran y no participaran.
¿Crear la 'Vagina box' es una tentativa de crear impacto en una sociedad demasiado acostumbrada al sexo?
El sexo no tiene que ser algo mal visto. La pornografía no siempre es algo malo. Creo que hay que mostrar que la sexualidad es algo positivo. ¡Claro que lo es! Pero no lo es cuando hay violencia, evidentemente, y por eso hay que diferenciar. Con las acciones de las boxes, a través de sus espejos, queríamos dar una dimensión social a la sexualidad. Por otro lado, veo que la sexualidad todavía es algo tabú en muchos sentidos. Sí, uno puede consumir sexo delante del ordenador. Pero yo veo cuando hago performances que el sexo genera reacciones como si fuera algo no natural ni bonito.
¿Su cuerpo es decisivo para la acción?
Un cuerpo bonito recibe la atención y la mirada del público. Esto es algo que se puede observar en cómo se usa en la publicidad, por ejemplo. Para mí, el cuerpo juega en las performances un papel estético, que atrae el deseo de consumir de la gente. Aún así, el cuerpo no es suficiente para transmitir algo realmente valioso. Aunque es un elemento que sirve para seducir, cuando el cuerpo es bonito.
¿Trabaja usted mucho para mantener ese cuerpo tan característico de sus performances?
Sí, hago mucho deporte. Desde pequeña he jugado mucho al tenis. Para mí, el cuerpo siempre ha tenido un papel importante.
¿Su trabajo trata de romper con la mujer objeto?
Hay mucho trabajo que gira entorno a la disyuntiva: ¿debe ser la mujer un objeto o un sujeto? Yo creo, como mujer, que una cosa no quita la otra. Ambas dimensiones son posibles. Yo quiero poder ser un objeto en fantasías, pero también ser sujeto en lo que a sexualidad se refiere. Porque también aspiro a ser una mujer intelectual, una artista. No quiero quedarme en el conflicto sobre si soy objeto o si soy sujeto.
Es importante unir ambas cosas. Me gusta ser sexy, me gusta el sexo, pero lo hago como un sujeto libre, que hace lo que quiere. Yo quiero poder ser un objeto en fantasías, pero en la realidad, cuando los hombres están frente a mi, yo no soy un objeto.