El Ayuntamiento de Londres ha encargado al arquitecto Santiago Calatrava un nuevo puente sobre el Támesis y un conjunto residencial en la zona de Greenwich. Peninsula Place es un megaproyecto cuya inversión asciende a 1.166 millones de euros -presupuesto de partida-, y que el ingeniero afincado en Zurich ya ha señalado que el diseño es “una síntesis de sus 35 años de carrera”. Las autoridades declararon que la contribución de Calatrava ayudará a asegurar el mayor proyecto de recuperación en marcha en el Reino Unido.
¿Por qué se contrata a un proyectista al que le acompañan los problemas legales, las deficiencias estructurales constructivas en sus obras y las grandes desviaciones al alza en los presupuestos? En el ensayo Queríamos un Calatrava, Llatzer Moix repasa las obras más problemáticas del arquitecto-ingeniero para tratar de entender por qué no se pone cortapisas a los delirios que arruinan las arcas públicas.
Barcelona
El puente de Bac de Roda se trata de la primera obra de Calatrava en España. Le precedía la doble titulación de arquitecto ingeniero, con habilidad para las estructuras, de las que conseguía extraer una imagen icónica. La función de cualquier puente es la de salvar un desnivel y servir al paso del tráfico y este caso, en ese sentido, no suponía un gran reto.
Calatrava propuso un puente como una gran escultura que le sirvió como tarjeta de visita para las administraciones que buscaran una imagen espectacular de la ciudad. En aquella obra ya se aprecian rasgos habituales de sus proyectos: su obra responde a criterios estéticos propios de la escultura. La imagen y la voluntad de destacar prevalecen sobre la eficacia estructural y económica del encargo.
Los principales rasgos estéticos del puente, con los que se quería mostrar la tensión de las fuerzas que debía de resolver no tenían en realidad ninguna función estructural. Dos arcos parabólicos dobles, situados a cada uno de los lados, aparentan sostener el tablero gracias a los cables. Los exquisitos encofrados del hormigón, más habituales en piezas arquitectónicas que en obras ingenieriles (y que encarecen considerablemente el coste de ejecución) colaboraban a la cuidada imagen del puenteo. Calatrava también decidió pintar la estructura de blanco. El color se convertirá en una de las características que hacen su obra reconocible.
Mérida
El éxito del puente barcelonés ayudó a que el resto de administraciones contara con Calatrava para cambiar la imagen de la ciudad. En Mérida se le encargó un nuevo puente sobre el río Guadiana, a medio kilómetro escaso sobre el puente romano: el puente Lusitania, levantado entre 1988 y 1991.
Calatrava propuso un puente que destacara como una extravagancia, “un alarde técnico en un contexto de subdesarrollo tecnológico como el de Mérida”. Se trata de un gran puente, con una distancia de 480, que salva el paso del río con un tablero de piezas prefabricadas de hormigón. Sobre el mayor de los siete vanos en los que se divide, destaca un gran arco de metálico, pintado en blanco, del que cuelgan los tirantes que sostienen la calzada.
Se sitúa en un contexto histórico en el que su presencia anula el contexto histórico y rivaliza con un fantástico puente romano de piedra. Este puente no tuvo los problemas que se verán en otras obras, pero sirve para mostrar la forma de proyectar de Calatrava: prioriza el criterio estético personal con el adorna sus realizaciones sobre las necesidades del cliente y sobre el respeto por el lugar en el que se ubican.
Sevilla
El puente del Alamillo, construido de 1990 y 1992, se explica en las escuelas de arquitectura e ingeniería como un claro despropósito estructural. Calatrava gusta de presentarse como un arquitecto, ingeniero y artista para justificar sus honorarios. Entiende que el valor estético de su obra justifica el esfuerzo económico que el promotor ha de realizar para verla ejecutada.
La obra de Sevilla, que se realizó con motivo de la Exposición Universal de 1992, se puede apreciar que el rigor, la forma y la proporción brillan por su ausencia, así como la integración entre estética y función. A primera vista, el puente del Alamillo destaca por su gran mástil inclinado, del que cuelgan una serie de cables que aparentan sujetar el tablero por el que circulan los vehículos y los peatones. El puente podría funcionar sin esos cables, que tienen una inclinación excesiva para ejercer cualquier función portante. Y el gran elemento vertical, de una altura de 140 metros (30 más que la Giralda), está lejos de ser necesario para la función que aparenta.
Las disputas entre la empresa constructora y Calatrava pusieron de manifiesto la innecesaria función del gran pilón, ya que se ejecutaron simultáneamente, sin ninguna interacción entre los dos elementos. Se trata así de un puente que aparenta resolver un problema que realmente no existe. El arquitecto generó un gasto doble.
Los problemas que llevó aparejada la obra impidieron que se realizara en proyecto original, dos puentes en cada extremo de la ciudad, cada uno con el pilón orientado en una dirección. Calatrava solo ejecutó el puente del Alamillo, mientras que el MOPU encargó al ingeniero Juan José Arenas el puente de la Corta, construido por menos de la mitad de presupuesto (19 millones de euros frente a 48 millones).
Bilbao
Pasarela Zubi Zuri (1990-1997): una de las obras que más ha aparecido en la prensa por los problemas que ha acarreado y por cómo muestra el carácter de Santiago Calatrava. En este caso se trata de una de pasarela peatonal sobre la ría del Nervión en Bilbao. Zubi Zuri significa puente blanco. La pasarela está formada por un puente en arco, que sostiene a través de tirantes el tablero peatonal. Para permitir el paso de embarcaciones por la ría, se tiene que elevar sobre las márgenes, y se accede a él a través de rampas y escaleras.
Calatrava pretendía que fuera una estructura luminosa y con apariencia de ligera. Para ello colocó un pavimento de vidrio y que su envés estuviera iluminado. Su inauguración al tiempo que el cercano Museo Guggenheim supuso una confirmación de la importancia de la figura de su proyectista.
Pero esta imagen pronto se vio empañada por los problemas que el uso de la pasarela acarreaba. La superficie lisa de las baldosas de vidrio se convertía en una pista de patinaje cuando llovía (un hecho común en Bilbao, como debía haber conocido el proyectista) por lo que hubo que cerrarla al publico hasta que se encontrara una solución. A esto se añade el hecho de que las piezas de vidrio se fracturan, por lo que hay que destinar un presupuesto al mantenimiento.
Se construyó una plataforma que permitiera conectar con la Alameda de Mazarredo. El nuevo elemento se encargó al arquitecto Arata Isozaki, prescindiendo de Calatrava, que lo tomó como una afrenta. Desmontaron parte de la barandilla y Calatrava pidió una indemnización de tres millones de euros en concepto de indemnización. Después de un largo proceso judicial se estimó que el Ayuntamiento podía alterar el puente del valenciano. Este consiguió que se le indemnizara en concepto de daños morales, pero con una cantidad (30.000 euros) muy inferior a sus pretensiones. Los donó a causas benéficas.
Venecia
Puente de la Constitución (2002-2008) es el cuarto puente sobre el Gran Canal de Venecia. El alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, uno de los intelectuales más respetados de Italia, trató de proyectar al futuro a la ciudad con la construcción de una obra del arquitecto valenciano. Hoy el filósofo ya no quiera oír el nombre de Calatrava y evita cualquier conversación sobre el tema.
La ejecución del puente llevó aparejada tal desvío económico que la Fiscalía del Tribunal de Cuentas reclamó al arquitecto y a las autoridades municipales 3,4 millones de euros como responsables de una obra con importantes deficiencias estructurales y funcionales, y por el daño causado a las arcas públicas. Finalmente Calatrava fue absuelto al entenderse que la responsabilidad sobre los retrasos no era debida a su actuación.
Aun así, una vez ejecutado, se puede apreciar que tiene graves problemas de diseño. Es un puente peatonal que deja de lado a las personas con movilidad reducida: no puede utilizarse con silla de ruedas. También complica su utilización a los turistas que cruzan cargados de maletas desde la terminal de cruceros o la estación de tren.
Además, la forma del puente hacía que apoyara en dos grandes pilonos en las orillas del Gran Canal, pero el terreno de la laguna de Venecia no es el más adecuado para soportar grandes presiones, por lo que hubo que recurrir a costosas soluciones que podrían haberse evitado de haberse planteado un proyecto más inteligente.
Si la obra de Londres es “una síntesis de su carrera”, ¿qué ocurrirá?