Yolanda Domínguez (Madrid, 1977) quiere que participes. Su obra pretende despertarte, azotarte, involucrarte. Sí, comprometerte para que tomes conciencia de los puntos ciegos por los que se cuelan los peores mensajes de esta sociedad: sexismo, consumismo, violencia, machismo o explotación. Hace dos años logró tumbar una campaña de publicidad de Multiópticas, que se refería a las mujeres como “Accesibles y accesorias”. Pelea contra los estereotipos con los que trabaja la publicidad y los tópicos que difunden los medios de comunicación. Domínguez contraprograma la marca más rancia de la sociedad española, y está convencida de los efectos sanadores del arte.
¿Hay censura contra los artistas españoles?
Hay censura, pero hay censura en una línea, no para todo el mundo. Hay anuncios que también transmiten ideología y no se les aplica censura. Hay mensajes dañinos que ofenden en todas partes, pero que sólo se aplique a los artistas es relevante.
Pero, ¿por qué ocurre con los artistas sólo?
Porque cuestionan al Gobierno y a su ideología. Hay anuncios y mensajes empresariales que molestan a ciertas personas, que no se retiran.
¿Hay censura buena y censura mala?
Estoy a favor de que no todo vale, si generas algo que causa daño a las personas debes hacerte responsable. Estoy a favor de la responsabilidad de expresión. Debe haber libertad de expresión, pero el debate ahora está en hacerse cargo de lo que uno genera. La libertad de expresión no es sólo una cuestión del arte. Cuando un Gobierno se expresa también debe tener responsabilidades. La expresión no es exclusiva del arte. Pero parece que sólo nos indignamos cuando se expresa un artista.
¿El arte no se responsabiliza con lo que expresa?
El arte es lo que cuestiona la ideología establecida. Pero hay otros sectores que emiten mensajes que no se cuestionan. Es injusto, creo que todos debemos ser conscientes de que nuestros mensajes tienen sus efectos. Pero un canal de televisión tiene más responsabilidad que una persona con un tuit en su cuenta personal. En la actualidad, no hay interés en responsabilizar a la televisión o a la publicidad. Sólo les importa la cifra, pero no las personas.
No son ejemplares.
Nadie es ejemplar al 100%.
¿Y el arte?
No todo el arte es crítico. Hay un arte que no tiene intención de sacudir a las personas, pero sí hay un arte que cuestiona lo establecido y estimula a las personas. Ese es el arte que quiero, el que te hace pensar sobre lo que eres y haces. En mi trabajo intento activar a las personas, porque nos hemos convertido en espectadores pasivos. Nos hemos acomodado.
¿Esa es la clave de sus performances?
Prefiero definir mis trabajos como acciones más que como performances, porque no hago algo con mi cuerpo mientras otros lo miran. De hecho, yo no hago nada, son los otros los que participan. Eso es más interesante a nivel social. Porque necesitamos propuestas que nos activen. Nos hemos vuelto muy pasivos. La publicidad y la política sólo espera de nosotros que asumamos y el arte quiere que el espectador no se conforme, que se manifieste como inconformista. Eso es necesario para la sociedad. El arte no debería ser tan solitario, es bueno recuperar la dimensión colectiva de gente que genera en comunidad.
¿Los museos son responsables de la pasividad del espectador?
Todo tipo de arte es válido, pero para mí el arte no tiene que ver con el mercado. Los museos están bien para ver lo que se ha hecho en otras épocas, pero están muy alejados de lo que la sociedad necesita hoy. Proponen un arte muy contemplativo. Como registro de lo que ha pasado lo veo bien, pero hay propuestas más interesantes.
El arte en la calle.
Sí. A mí me interesan los proyectos que activan a las personas, que utilizan mensajes más contemporáneos. En un museo no puedes hacer nada, es muy limitado. El arte no es ir a un lugar a ver algo. Me interesa sacar el arte a la calle para que las personas se relacionan, intento ofrecer experiencias más que objetos. Ya tenemos suficientes, no necesitamos más.
¿Para qué el arte?
En 2014, con el anteproyecto de la Ley del Aborto invité a las mujeres de distintas ciudades de España a que marcharan a los Registros Mercantiles para registrar la propiedad de su cuerpo, porque nos tratan como objetos. Era una acción de personas que hacían algo para manifestarse contra algo, que se levantaban de su sofá y se implicaban en una acción, se movilizaban y se empoderaban. Me gusta el arte de personas que se relacionan y se expresan juntas.
¿Qué es el arte?
El arte es comunicación, es una forma con la que comunicamos opiniones, temores, deseos, críticas… es algo que nos diferencia de los animales. Es un nivel de comunicación más allá de la información. Es un estímulo que crea nuevas fórmulas de comunidades.
¿Contra qué se manifiesta?
El artista elije si es contra alguien o contra algo. No siempre el arte ha tenido esta intención: las primeras manifestaciones eran la representación del poder, a través de cuadros y esculturas, que pagaban los poderosos. Eran la publicidad del momento. No siempre ha sido subversivo.
Entonces, ¿hoy el artista es un aguafiestas?
El arte es estimulante y hace que pienses. Si no tuviéramos esos lugares que no nos hacen conformarnos, seríamos puro rebaño. Te saca del letargo de que todo es bueno y válido. La molestia es positiva.
¿Hay motivos para ser un aguafiestas y molesto?
Sí que los hay. Mi batalla particular es la representación de las mujeres en los medios. Ahí hay mucho por cambiar. Tenemos que generar nuevos mensajes y más diversos. Si no tenemos agentes que luchen contra este discurso dominante, las cosas no van a cambiar. Hice una acción contra un anuncio de Multiópticas que representaba a las mujeres como “accesibles” y “accesorias”. La marca acabó retirando el anuncio y cambiaron la agencia de publicidad. Ganando pequeñas batallas se logran cambiar las cosas.
Con Carlos Urroz en la dirección de ARCO se han expulsado estas pequeñas batallas, ¿esto también es censura?
El que decide dar visibilidad o no, también aplica la censura. Insisto en que hay que dar cabida a cualquier tipo de voz: la más crítica y las menos. Cuando vetas el arte que cuestiona o si lo obvias, aplicas una censura. Los mensajes que no hacen pensar a la gente son perjudiciales. No pensar perjudica seriamente la salud.
¿Cuando piensa en 'Marca España', cómo la definiría?
La 'Marca España' podría ser una sociedad en evolución, en convulsión. Tratan de vendernos el valor de la tradición, la seguridad. Pero yo creo más en el cambio, que en lo establecido. Hay que cuestionarlo todo para no anquilosarse. La 'Marca España' poco flexible y poco abierta: no debemos temer al cambio, ni a cuestionarnos a nosotros mismos. Las cosas cambian y nuestra mente debe cambiar.
¿Cómo le sienta la etiqueta “española”?
Soy española y mi país tiene cosas buenas, pero no hay tanta apertura como en otros países, donde acogen tu trabajo con más respeto. Apostamos poco por la gente nueva, por las nuevas ideas. Tenemos un pasado que nos pesa demasiado. No nos podemos quedar en la seguridad de lo que ha funcionado hace años, tanto en arte como en política. Picasso, Dalí, Velázquez… pero hay nuevas formas de expresión y gente nueva.
¿No es tiempo de Picasso?
Hay un arte establecido, un mercado con productos en los que tienen nuevas formas de expresión. Siempre se da más valor a lo que ya se conoce y validado. El arte es algo que innova, es vanguardia. Hoy no estamos en el tiempo de Picasso, hoy carece de sentido. No tiene sentido seguir haciendo lo que se hacía hace un siglo. Se siguen usando formatos que hay que revisar.
¿Se refiere a la pintura?
Hay lenguajes que tuvieron su momento y hay nuevos lenguajes que tienen más sentido en los tiempos actuales. Es muy importante los proyectos artísticos que se mueven en redes sociales. Los chavales no están haciendo imágenes con óleos, sino en las redes y con aplicaciones. Tenemos nuevas fórmulas de relacionarnos y eso debe reflejarse en el arte si es una fórmula de comunicación. Hace 600 años era el momento de la pintura, que es como se generaban las imágenes. Pero arte no es un cuadro, el arte es algo que va unido a su sociedad. No es que no se pueda usar el óleo, pero ¿el óleo nos permite expresarnos como requiere la sociedad? De todas maneras, la técnica no define la obra de arte.
¿Cuál es el mayor peligro de la performance o de las acciones?
El hecho de que no logre comunicar es el mayor peligro. Si uno hace cosas muy personales, no conectas con los demás. Los proyectos que se quedan en el YO no me interesan. A los artistas se les educa mucho en el yo y en sus traumas. Hablan de ellos y se quedan en ellos. Eso le pasa mucho al arte: que emplea canales y lenguajes que no tienden puentes con el público. La falta de accesibilidad es un problema.
¿Hay que gritar mucho para que le oigan?
No hace falta gritar, hace falta hacer cosas sorprendentes e interesantes. No creo que haya que gritar más que el otro. Si detrás de una polémica no hay más que vacío, es inútil. Hay que acertar con la forma de captar la atención, pero tener un mensaje interesante que aporte. Llamar la atención y no contar nada, no sirve.
¿De qué vive una artista que se dedica a la acción y no puede vender?
Yo no vendo mi trabajo, porque no es un objeto vendible. Pero sí vivo de lo que genera mi obra: Santillana, por ejemplo, me pide uno de mis trabajos para ponerlo en sus planes educativos. También imparto talleres, escribo artículos, colaboro con una cadena de televisión para generar un contenido educativo... Vivo de mi trabajo, pero no de la venta de un objeto y fuera del circuito habitual del arte. Son productos paralelos a mi trabajo, y no tengo nada en contra de los objetos.
¿Eso puede llevarle a caer en conflictos de intereses?
Me escribieron de Mattel para hace algo con Barbie y contesté que sí, si aceptaban hacer algo crítico contra ella. No contestaron. Hay que cambiar las cosas desde dentro. Si Multiópticas en aquel momento me propone que presente una nueva idea, habría dicho que sí. Creo que los artistas tenemos mucho que aportar en la comunicación para marcas. Podemos aportar desde ese lugar. No creo que haya nada malo.
¿Y no puede la marca servirse del arte para lavarse la imagen?
Es cierto que puede haber una apropiación del término “feminismo”, por ejemplo, que está distorsionándolo. Ese peligro existe, pero es bueno que una marca haga un pequeño gesto. Queremos mayor diversidad para representar a las mujeres. Y aunque sea para lavar su imagen, será positivo. Valorar en una marca las cosas positivas es bueno.
Pero lo hacen con la intención de vender más, sin intereses sociales.
Que una marca como Barbie entienda que debe incluir el feminismo en su producto es positivo. Es señal de que han detectado una preocupación social entre sus clientes. Por eso es muy importante que nos manifestemos. Hay que abrir los ojos a las marcas para que se cuestionen. Lo más perjudicial es no hacer nada ante algo que no nos gusta. Que Barbie se haya movido a ese lugar, aunque sea por motivos económicos, es positivo.
¿No le parece ingenuo pensar que el arte puede cambiar la estrategia comercial de una marca?
No es ingenuo. Tengo una clara intención de hacerlo y creo que lo consigo. Hay muchas personas que después de ver la acción “Poses” ya no miran las revistas de moda de la misma manera. Si cambias a las personas, cambias el mundo. No lo hago desde la ingenuidad. Claro que el arte puede cambiar a las personas y todas las personas podemos cambiar el mundo.
¿Cómo es la publicidad española?
Rancia, llena de estereotipos, obsoleta y sin ningún tipo de conciencia social.