Si España no fuera España, la subasta que acaba de cerrarse en Abalarte sería un éxito para el patrimonio nacional. En otro país, la compra habría sido cerrada por un millonario que lo habría donado posteriormente al Museo del Prado. Pero esta posibilidad no la contemplan en la propia casa de subastas, en la que se ha vendido por ocho millones de euros un retrato de una niña (o joven inmaculada, con corona de estrellas), que el experto Richard de Willermin atribuyó a Velázquez y disparó la atención y el precio de un cuadro del que sus dueños desconocían la autoría hasta hace unos meses.
En la subasta de hoy había más curiosos que compradores. También en primera fila el Estado, de cuerpo presente con Carlos González-Barandiarán, Secretario de la Junta de calificación, valoración y exportación de bienes, que cuando la directora de la subasta, Mónica Martín, cantó el lote 41, el representante institucional siguió impertérrito. La Junta, por recomendación de los especialistas del Prado, cerró las fronteras al cuadro al decretarlo inexportable. Pero hoy, curiosamente, no ha ejercido el derecho a tanteo, una declaración pública de cómo andas las cuentas.
En España, el coleccionista de arte más importante es Juan Abelló. Hoy el rumor señalaba al empresario enriquecido gracias a la industria farmacéutica como el más que probable comprador, aunque la casa de subastas no ha desvelado el nombre. Sin embargo, el precio final no ha sido tan elevado para una supuesta obra de los inicios de la carrera del pintor. Ocho millones de euros es una inversión muy jugosa (los especialistas aseguran que podría haber llegado a 15 millones de euros) para quien quiera vender la pieza más adelante y últimamente visitan las salas de subastas ciudadanos chinos que invierten en arte.
La operación Velázquez ya estaba cerrada de antemano. La casa de subastas reconocía ante este periódico su alegría por la puja pactada previa a la subasta pública. El venta estaba cerrada, lo demás ha sido teatro a la espera de que apareciese una mano divina que subiera la puja a 8,5 millones de euros. Pero no fue así. Ni siquiera hubo mano estatal para tantear, a pesar de la escasez de obra de este período en las colecciones del Museo del Prado. Es excepcional que el Estado adquiera en subasta con precios de seis ceros, si hubiese estado interesado en este cuadro habría tratado de cerrar la compra antes de la venta pública.
Pero el dueño ha preferido jugar a la carta más alta y ha ganado. La casa de subastas se quedará un 21% del precio del comprador (IVA incluido) y también un pellizco del precio del vendedor. Era una tarde importante para Abalarte y se notaba. En primera fila también estaba el enviado especial de Sotheby's y, entre el público, la consejera delegada de Christie's España, representantes de la Fundación Masaveu (que han pujado por un Alonso Cano, mal tasado, que salía en 35.000 euros y se disparaba hasta los 150.000 euros).
Antes del inicio de la subasta del año, los móviles echaban humo calculando precios. Un hombre apunta -en su smartphone de pantalla rota- el precio al que llegará con el IVA un cuadro de José Gutiérrez Solana, 75.950. Una cantidad muy superior a la que se cerró el único cuadro contemporáneo en venta: un retrato de Santiago Ydáñez, cerrado en 3.000 euros.
El cuadro, fechado en 1617, viene de una familia de tradición sevillana, pero lleva mucho tiempo en una casa de Madrid. Posiblemente, en un cuarto con poca luz, porque el estado de conservación del mismo es muy bueno, para no haberse restaurado nunca. Si De Willermin tiene razón en su investigación, el cuadro es otro ejemplo más de la precocidad del genio de Velázquez. La niña parte de una profunda oscuridad, que subraya las encarnaciones y las telas de la túnica del retrato, de la que se supone es la hermana del pintor, Juana.