Fue una historia de amor a primera vista. Juan Carlos I quedó prendado del atleta cósmico que Salvador Dalí pintó por encargo de Francisco Franco. El cuadro debía representar al arte español en los Juegos Olímpicos de México, de 1968. Al término de la competición, el pintor reclamó al Comité Olímpico Español (COE) el pago del cuadro inspirado en El discóbolo de Mirón, que en lugar de un disco en la mano sostiene el sol.
El atleta de tamaño colosal, con los pies en el Ampurdán de Dalí, queda retratado en el momento en que pone en órbita la energía humana, según el propio pintor. En el tórax y otras partes de su cuerpo se abren grandes ventanales que dejan ver el interior del cuerpo del atleta, como un gran edificio por cuya espalda ascienden cientos de pequeños seres humanos. Todo envuelto en dos colores predominantes, el amarillo y el verde aceituna. Junto a la firma aparece el emblema olímpico español.
Dalí habló de su cuadro y dijo que el personaje representa “al pueblo español, capaz de llevar a cabo las hazañas más inverosímiles”
Las crónicas de la presentación en sociedad del lienzo recuerdan la ceremonia con autoridades, discursos y disfraces: un gorro blanco y unas flores en sus orejas. Dijo que no quería que se le escaparan las ideas. Habló de su cuadro y dijo que el personaje representa “al pueblo español, capaz de llevar a cabo las hazañas más inverosímiles”.
El rey quiere la pintura
Tan inverosímiles como pagar lo que encarga: el COE no abonó la cantidad convenida y dejó sin saldar su deuda. Su presidente Juan Antonio Samaranch le negó el pago con el clásico “falta de fondos”. Fue Anselmo López Fuentes, vicepresidente del COE, quien terminó comprando al artista catalán el cuadro de tres metros de altura, que no se ve en público desde que entró en el despacho del monarca a finales de los setenta. El rey quería disfrutar del cuadro a toda costa y Samaranch se lo hizo saber al dueño de la pintura.
López Fuentes le cedió la obra a Juan Carlos I, que lo colocó en su angosto despacho de Zarzuela, junto a un retrato de su abuelo Alfonso XIII. Y allí quedó incrustado, en las paredes forradas de madera, en la habitación con chimenea y ventana al jardín. Ni siquiera el nuevo inquilino del despacho, Felipe VI, lo ha movido de ahí. Tampoco salió para formar parte de la exitosa antológica dedicada al artista, en el Museo Reina Sofía, a pesar de que cuando murió su legítimo dueño el Estado se lo compró a la familia por 2,8 millones de euros.
No entendemos por qué Patrimonio Nacional se gastó casi tres millones de euros para decorar el despacho del rey
El monarca hizo todo lo posible hasta poseerlo, pero Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha pedido en el Senado el traslado del cuadro a Barcelona, para que lo pueda ver todo el mundo. No es la primera vez que lo pide (2009, en el Congreso) y siempre ha tenido el mismo resultado: PP y PSOE en contra. Tal y como cuenta el senador Bernat Picornell a este periódico, “no entendemos por qué Patrimonio Nacional se gastó casi tres millones de euros para decorar el despacho del rey”.
En un museo catalán
“Lo que planteamos es que lo ceda al Ayuntamiento de Barcelona, que ya tiene los derechos de reproducción cedidos por el propio pintor”, explica el senador de Esquerra, en referencia a la cesión de la reproducción de la imagen que hizo el artista en 1985, para promocionar la candidatura olímpica de la ciudad. “Y que el Ayuntamiento decida dónde debe ir el cuadro, pero debe estar visible para que todo el mundo pueda contemplarlo. No queremos que pase de una habitación a otra, sino a un museo para ser contemplado por el público”.
Si consideramos que Las Meninas o El jardín de las delicias deben estar en museos para ser vistos por el público, ¿por qué no El atleta cósmico?
Reclaman la obra con la excusa de una efeméride importante para la ciudad: “En junio hace 25 años de los JJOO de Barcelona. Es un buen momento para la cesión de la obra”, cuenta. Sin embargo, la obra se encargó para representar al olimpismo español.
Picornell lanzó la pregunta al resto de senadores durante la sesión: “Si consideramos que Las Meninas o El jardín de las delicias deben estar en museos para ser vistos por el público, ¿por qué no El atleta cósmico?”. El político explicó que la cultura debe ser para el pueblo y que era necesario iniciar el proceso porque “la cultura seguro que lo agradecerá”.
Políticos hablando de arte
En el Senado se habló de arte, por unos minutos. Sus señorías quedaron retratados, en una foto inolvidable. Ni PNV, ni Podemos-En Comú Podem-En Marea, ni el resto del Grupo mixto hablaron, prefirieron dejar pasar su turno de réplica en este asunto. El senador socialista Martín Rodríguez hizo un curioso relato de la historia de este cuadro y aseguró que habría que agradecer a Juan Carlos I que, “olvidando su casta borbónica, haya recogido de sus predecesores los Austrias el gusto por el arte, que nos dio lugar a tener hoy la pinacoteca más grande del mundo como es El Prado. Si no hubiera tenido tan buen gusto el monarca emérito, posiblemente este patrimonio, como es el cuadro de El atleta cósmico, estaría perdido”.
Por el Grupo Popular, tomó la palabra la senadora García Luis: “El atleta cósmico es una obra de Salvador Dalí, absolutamente comprometido con la causa monárquica, incluso en épocas de Franco, y que a lo largo de toda su vida expresó afecto y admiración hacia su majestad el rey”.
El senador socialista aseguró que no cree que sea privar al pueblo español de una cultura, a la que tiene acceso de manera digital
El socialista continuó: “Yo entiendo que Esquerra Republicana, dado su espíritu republicano, quiera despatrimonializar a la monarquía...” Aclaró inmediatamente que él también es republicano “en mi espíritu”, y a pesar de ello “reconoceré siempre” en la figura de Juan Carlos I el trabajo que hizo por la democracia después de salir de una dictadura. Así que El atleta cósmico es el premio: “Que se mantenga el cuadro en su despacho los años que le queden en vida. Tampoco creo que sea privar al pueblo español de una cultura, a la que tiene acceso de manera digital”.
Y tras negar la salida de la pintura de Palacio, Martín Rodríguez cerró su exposición aclarando que “debería ir a un museo de escala nacional, no de manera permanente a una entidad territorial”. Y dejó caer el Museo Reina Sofía como lugar ideal. Porque por ser Dalí catalán no basta para reclamar el cuadro, “por esa misma regla de tres, los extremeños nos teníamos que pedir todos los zurbaranes de El Prado”.
Dalí y Cataluña
“Reivindicamos que el cuadro que apoyó a la candidatura olímpica de Barcelona esté justamente en esta ciudad”, añadió. Picornell resta valor, en declaraciones a este periódico, al contexto histórico, político y social del cuadro. “No quiero entrar en ese tema porque es demagógico: se encargó el cuadro en tiempos de Franco. La línea temporal y la creación de los artistas no se puede desligar de la historia. El cuadro no evoca a nada que sea la dictadura”, explica.
“Lo que está en el cuadro es deporte, no le damos más vueltas a eso”. Quizá en su blanqueo ideológico, Picornell no sepa que Dalí pintó “al pueblo español, capaz de llevar a cabo las hazañas más inverosímiles”. El encargo determina la vinculación política del cuadro, como ocurrió con el Guernica.
Dalí fue siempre fiel al dólar, dijo Carod-Rovira de Dalí cuando se supo que el pintor no había dejado nada en su testamento para Cataluña
Las relaciones póstumas de Dalí con Cataluña no han sido fáciles desde el día que se descubrió el testamento del pintor: lo cedió todo al Estado español, en 1989. En sus últimas voluntades, el artista definió “heredero universal y libre de todo sus bienes, derechos y creaciones artísticas al Estado español”. Era el octavo testamento de todos los que redactó en sus últimos 35 años de vida.
Aquellos días el portavoz de Esquerra Republicana en el Parlament era Josep Lluís Carod-Rovira, que criticó al artista catalán al asegurar que en su grupo no se había producido ninguna “sorpresa exagerada” por la decisión. “Dalí fue siempre fiel al dólar. La exención de impuestos que le proporcionó el Ministerio de Hacienda, junto con el marquesado de Púbol, hicieron de él un magnífico español. Naturalmente, todo ello al margen de su significación artística”, declaró Carod-Rovira.