El Guggenheim descubre a Kira Perov, la “Wonder Woman” en la sombra que hace la obra de Bill Viola
La mujer de uno de los artistas más influyentes cuenta a este periódico que podría continuar con la obra de su marido en el futuro. "Soy el ángel de la guarda de su obra: yo hago realidad sus sueño", asegura Perov.
29 junio, 2017 13:32Kira Perov se reconoce como el “ángel guardián” de la obra de Bill Viola. Durante más de tres décadas su figura ha sido una sombra invisible de la creación de uno de los artistas vivos más influyentes. Nunca fue reconocida como coautora del trabajo de su marido, a pesar de asegurar -en un encuentro con este periódico- que ella hace “realidad los sueños de Bill”.
La revelación de Perov a un primer plano de la firma Viola ha sucedido durante la presentación de la gran retrospectiva que el Museo Guggenheim dedica al artista, un exhaustivo recorrido por casi cuatro décadas de trabajo de quien ha hecho renacer la pintura en formato vídeo. “Sobre todo en los últimos años mi influencia en todo el proceso artístico ha crecido mucho. Decido qué va y qué no, cómo será el vestuario y, sobre todo, cómo mantener intacta la idea original de Bill una vez se comparte con todos los actores que forman parte de las producciones”, cuenta a EL ESPAÑOL. “Somos algo parecido a la pareja que formaron Christo y Jeanne-Claude”, añade sobre el famoso matrimonio de artistas. La diferencia es que la autoría llevaba doble firma.
Perov señala la obra Avanzando cada día (2012), compuesta por cinco partes (El nacimiento del fuego, La senda, El diluvio, El viaje y La primera luz), para desvelar cómo pasa de lo abstracto a lo concreto las ideas que Bill apunta en uno de sus cuadernos. Reunió a cientos de actores y figurantes, lidió con todas y cada una de las aportaciones espontáneas que le hacían a Bill y que desviaban el proyecto del objetivo, hizo posible la producción del agua que inunda la escena del diluvio… le gustaría que la reconocieran como una “Wonder Woman”, dijo en rueda de prensa.
Algo más que productora
“Cuando trabamos amistad, Bill y yo descubrimos que nuestras experiencias vitales habían tomado un camino similar y, un año después de habernos conocido, decidimos realizar el trayecto juntos. Ha sido un privilegio ser no sólo testigo, sino también partícipe en la creación de su profunda obra”, escribe en el catálogo de la exposición patrocinada por Iberdrola. “Mi papel se ha ido ampliando hasta el punto de haberme descubierto gestionando todos los diferentes aspectos de los encargos artísticos, las exposiciones, la documentación y los catálogos de Bill. Y el objetivo ha sido siempre ayudar a trasladar al mundo las visiones interiores de Bill”.
De esta manera aclara que su participación en la obra de Viola es esencial, pero que prefiere mantenerse en un segundo plano. Sin embargo, el delicado estado de salud de Viola -sentado y en silencio en la primera fila del patio de butacas del auditorio del museo- le ha obligado a erigirse como la albacea y “protectora” del legado del artista. ¿Podría seguir con la creación y producción de la obra de Viola en un futuro ella sola? “Podría hacerlo. Hay muchas horas de trabajo grabadas y soy una excelente editora, tanto de vídeos como de los textos. Pero de momento estoy muy centrada en mover la obra y en los catálogos”, explica Perov a EL ESPAÑOL, que no rechaza la idea de ser algo más que la heredera de Viola. Quizá una segunda vida de él.
En el Guggenheim de Bilbao, tan ligado a la obra de este artista, ha quedado claro que ella es algo más que “una estrecha colaboradora de Bill Viola”, a pesar de que a lo largo de toda la muestra no sea legitimado su papel esencial en la obra de Viola. Sólo aparece en uno de los paneles iniciales y con una ambigua explicación del trabajo de Perov que mantiene vivo el mito de la firma original: “Partiendo de esta documentación, Kira Perov, productora ejecutiva de las obras y directora ejecutiva del Bill Viola Studio, pone en marcha, junto con un productor, todos los elementos necesarios para la producción y la realización de la pieza final. El artista se encarga de transmitir a los actores y técnicos involucrados en el proceso de grabación lo que necesita reflejar en cada caso”.
La sombra que decide
Ella misma ha aclarado que es quien dirige estos vastos montajes, quien hace realidad las ideas, quien organiza a los actores de estas producciones teatrales grabadas y proyectadas. De hecho, está tan implicada en cada una de las exposiciones que mueven por todo el mundo que no hay decisión que no sea aprobada por Kira. En Bilbao, desde la nota de prensa a la imagen que manda en todas las banderolas. Pero ni siquiera en la entrevista grabada para la ocasión, el protagonista habla de su mujer, ni utiliza el plural como lo hace ella para hablar de las más de 30 obras que forman parte de este recorrido.
“Mi rol ha ido creciendo a lo largo de los años y he tenido una influencia en los trabajos y sobre todo en años recientes cuando estaba más ligada a lo que trataba de hacer. Mi nombre no está ligado a las obras porque son ideas de Bill. A veces, las cosas se cambian por influencia mía. Pero lo más importante es que he sentido que he sido la persona que ha mantenido la idea original de Bill Viola, veo de forma más clara el significado de su obra”, ha explicado.
Él sueña, ella construye. Una autoría doble. “Yo sugiero que hagamos una cosa u otra y luego empezamos a trabajar en la producción. También soy la que firma los cheques. Pero yo nunca hubiese hecho este trabajo por mí misma, por eso este es el trabajo de Bill. Así que espero haber contribuido a su obra”, ha dicho. No anula que sea la única persona capaz de continuar con la obra de Viola.
El recorrido alterna la intimidad y la espectacularidad. Silencio, sobrecogimiento, contemplación. Ocurre con la impresionante pieza de Nacimiento invertido (2014), de cinco metros, con la que se cierra el recorrido, con otros platos fuertes como la sala en la que se proyectan las piezas de Avanzando cada día y la Capilla de las acciones frustradas y los gestos fútiles (2013). Esta última resume -con especial atención a Los soñadores- el legado de un artista que trabaja con la teatralidad para darle profundidad a su discurso espiritual y trascendental, con montajes que matan el gen de la actualidad. Nunca pasa nada (hasta que pasa). Vida, inmortalidad y eternidad en la obra serena y dramática de Viola y Perov.