Javier Marquerie: "A España hay que decirle 'Franco, caca'"
El fotógrafo presenta 'Barro rojo', una exposición que conmemora los 80 años dela Batalla de Brunete.
5 julio, 2017 03:27Noticias relacionadas
Javier Marquerie fotografía porque tiene memoria. Se trataba de eso para avanzar, para no abandonar la conciencia en un bar de carretera, para no ganar dioptrías en el ojo crítico. Sí, parece que era la memoria el antídoto al presentismo hedonista, tan maltrecha ya, la pobre. Después de presentar el año pasado en PhotoEspaña Madrid, qué bien resistes, Marquerie vuelve para documentar desde el presente la Batalla de Brunete, ahora que se cumplen 80 años desde su inicio, en Barro rojo: ahí 33 imágenes tomadas en el mismo sitio, en las mismas fechas y a la misma hora en que produjeron los acontecimientos. Ahí una de las contiendas más crueles y sangrientas de la guerra civil.
El fotógrafo ha regresado al lugar del crimen como un hijo inevitable de su época, cargando, como todos, el peso de un país que aún hoy es carne abierta. Su trabajo puede verse en la Galería StandArte hasta el 14 de septiembre.
Muchos le dicen que lo que hace no es memoria, es arqueología. “La implicación emocional es muy fuerte. Estás ahí, y sabes que ahí han ocurrido cosas… que se han pegado tiros, y estás a las 4 de la tarde de un día de julio mirando esa devastación. Entonces te proteges del sol en un talud, o en un árbol, y sabes, con toda seguridad, que aquel día, a esa hora, también un soldadito se quiso proteger ahí”. Cuenta Marquerie que para él, el episodio de Brunete “es un símbolo de la inutilidad del esfuerzo humano y bélico que casi siempre trae consigo una batalla”.
La inutilidad de la Batalla de Brunete
“Fue darse contra un muro que no sujetaba nada. Al tercer día estaba perdida, pero no se fueron. Fue la primera batalla donde hubo tanques en los dos lados y se dio un uso masivo de la aviación”. 40.000 muertos. España agrietándose por una brecha que tiene el nombre de un municipio a las afueras de Madrid. “Hablamos mucho de memoria histórica, casi siempre desde la perspectiva de la vinculación familiar o política, pero joder, ¡es que es verdad!, ¡pasó de verdad! No es lo que los viejos cuenten o los libros digan… es que te vas a 40 kilómetros de Madrid y está lleno de trincheras, balas, ruinas. Cada vez menos, pero está ahí, es una cosa muy presente”, explica. “No es memoria histórica, es presente histórico”, apostilla.
Se considera de esa generación de artistas nacidos en los sesenta “que de repente echamos la vista atrás porque hemos dejado el miedo y el olvido, y ahora nos queda la memoria”. Cuenta que están “revisitando” la dictadura franquista y la guerra “con nuestras herramientas, que son artísticas, y no son el grito ni la falsa reinterpretación de la historia, que es lo que pretenden ahora muchos historiadores, como ese libro que ahora dice que las elecciones del 31 al 36 estuvieron amañadas”, resopla. “Intentan decirnos que los buenos eran los malos. Intentan demonizar un período democrático cercano desde nuestra democracia actual”.
Nada de equidistancias
No entiende la tabla rasa, la posición equidistante acerca de la guerra civil y la dictadura. “No entiendo, sobre todo, cómo los partidos de derechas lo mantienen tan férreamente, con lo fácil que sería decir ‘este militar no era de derechas ni de izquierdas, aquí se dio un golpe de Estado y se hizo lo que le dio la gana’”, esboza.
“Todos los partidos de derechas europeos han condenado sus fascismos, menos España. Es para decirles a los del PP: oye, chico, que vuestro partido lo fundaron miembros de aquella historia. Deberían pedir perdón, olvidar su pasado franquista y vivir, igual que han hecho con la homosexualidad: hasta hace 4 años era una barbaridad, y ahora están ahí, con la pancarta, y presidiendo el Worldpride”.
Recuerda su conversación con un veterano de las fuerzas republicanas que decía “Cuando alguien me viene con tonterías y equidistancias, yo le digo: ‘¿quién tiró la primera piedra, nen?”. Piensa que el PP comenzará a llamar a la dictadura por su nombre “cuando se quite la última placa del General Cabanillas, o del general de turno”: “Después de eso pasarán un par de años y de repente habrá un homenaje a un combatiente, o a los republicanos caídos… irán militantes del PP así, alegremente, como van ahora al Orgullo, y dirán “no, no, yo he sido siempre defensor de la memoria histórica”.
Toque de atención a Rajoy
Fantasea Marquerie “con que un buen día Merkel le diga a Rajoy ‘Mariano, mira, yo en el 50 aniversario del desembarco de Normandía me fui a Normandía y en nombre de los alemanes pedí perdón a los alemanes y a toda la población, y soy Merkel, ¿sabes?, y lo hice’. Rajoy tendría que decir ‘¡es verdad, Franco era un dictador!’”. Dice, con sorna, que le gustaría “estar seguro de que Franco ha muerto”, pero que “mientras haya una sola persona que lo respete, estará vivo”.
Quiere que este país no dé cuartelillo a ninguna opinión positiva sobre el dictador. “Nada de que si era el general más joven, que si vino bien, que si estadista… ni estadista ni leches, fue una marioneta. A España hay que decirle que Franco es un tipo MALO, Franco-no-es-bueno, Franco caca, Franco no tocar”.