El cuadro que revela la tradición de la corrupción en CIU
Concursos precocinados con empresas que pactan entre sí contratos amañados. No es una de <strong>Berlanga</strong>, es un partido que se baña en diluvio de comisiones y mordidas, cuya tradición es engordar el patrimonio privado gracias al público. Un apretón de manos y la fiesta garantizada: por delante, cientos de kilómetros por asfaltar, infraestructuras que reformar y donaciones millonarias que ingresar. Nadie falta al menú diario de confianza ciega y solidaridad inquebrantable, para saciar sus facturas bulímicas. El año en que desapareció <strong>Convergència</strong> emergieron las cloacas de un grupo político acostumbrado a dejar en blanco las cuentas públicas. Primero fue el dios <strong>Pujol</strong>, luego su heredero en la tierra prometida, como el legado pintado por <strong>Miguel Ángel </strong>en la bóveda de la <strong>Capilla Sixtina</strong>. A las fiestas del corrupto nunca falta nadie, porque se reparte la iniciativa pública para beneficio privado.