Su roca es su corrupción. Un pedrusco que pesa tanto como el silencio que oculta las miserias de una mentira descubierta en varios mensajes: “Luis, sé fuerte”. “Hacemos lo que podemos”. Una roca gigante, tan grande como todo lo que ocultan los SMS. Ahí cabe una vida en B, con sus sobres y su contabilidad de falso techo. Y todos los simulacros de verdad, jurados para evitar ser descubierto. Y cuando más miente, más crece la roca. Y cuanto más tiempo sin reconocerlo, más toneladas que arrastrar. Es una carga para toda la vida, para el resto de tus Elecciones. Este Sísifo que esconde el Prado en sus almacenes porque no lo atribuyen a <strong>Ribera</strong>, muestra el absurdo del esfuerzo inútil de quien está atado a un peñasco, que sólo desaparecerá cuando las urnas le den la espalda. Mientras que éstas garanticen su trono, tendrá que tragarse la peor condena de la corrupción: el descrédito.