El techo de la deuda se rompe, un par de pies gigantes lo destruyen al pisarlo y sólo queda un tejado destrozado y escombros esparcidos por el suelo. Un banco abandonado en Berlín acoge las obras de 175 artistas que transforman cinco pisos de oficinas en un escenario de arte callejero, proyecciones y performance.
La exposición The Haus ha convertido la sede bancaria -que prevén destruir en unos meses- en una exposición. Los despachos son las salas de exhibición de cada artista, sus nombres están escritos en las puertas, como los de los antiguos trabajadores pero rayados con un punzón sobre la madera. El banco tiene fecha de caducidad, las paredes recogen obras de arte efímeras que terminaran con el edificio y que se podrán disfrutar sólo durante el tiempo de exposición.
Gigantes en la capital del arte urbano
Berlín es la capital del arte urbano, la ciudad en la que los contenedores se convierten en reivindicación, las paredes donde la RDA y los soviéticos se besan y los bancos reciben botes de aerosol. En los pisos se amontonan latas de pintura, cubos y cepillos, los iconos del grafiti se mezclan con las nuevas promesas y dan la bienvenida a fotógrafos y escultores para que se sumen a la fiesta del arte callejero.
Mario Mankey traspasa el techo de la deuda con la obra Ego Erectus. l artista ha centrado su carrera en los murales y pinturas, en payasos siniestros y caballos que chocan contra el suelo. “Si mis obras son estridentes, es porque la realidad que lo origina me lo sugiere”, así define Mankey su obra.
Esta vez se ha pasado al arte en tres dimensiones y a lo grande. En la obra del artista español los pies de un gigante acceden por el techo del último piso ante la mirada y la sorpresa de quien abre su puerta.
Laberintos artificiales
100 habitaciones, 10.000 metros cuadrados y 200 personas en cada visita. Un espacio de conversación a través de la obra de artistas urbanos -cada uno con un discurso distinto- que se unen para dar vida a uno de los bancos abandonados y descuidados.
Los visitantes descubren a través de las oficinas la creación de paisajes artificiales y laberintos de color y luz. El éxito de The Haus reside en la sorpresa de la mirada, cada habitación es un alegato que nada tiene que ver con el que hay detrás de las demás puertas.
La intrusión a cada obra supone un nuevo descubrimiento, hay arte que se observa y arte en el que se participa, aquí el público forma parte de cada creación. Porque la esencia de un edificio vacío cambia cuando las salas se llenan.